Parte 7

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- Gatos –oh, la palabra mágica – ¿te gustan los gatos? – intente no sonar tan loca/entusiasmada/sorprendida, lo intente con todas mis fuerzas, desee no mostrar mi gran sonrisa ante él.

- Tengo dos – Oh por dios esta era una señal.

- Necesito verlos

- Entonces vamos – me guiño el ojo y cambiamos de rumbo.

Estaba loca por los felinos, pero no podía permitirme tener uno y no poder pasar tiempo con el o ella porque casi no estaba en casa, el instituto en la mañana, el trabajo en la tarde, llegaba en la noche con una sola intensión y esta era dormir, ellos necesitaban atención y cuidados especiales, o por lo menos eso creía ya que jamás había logrado llevar un gato a casa.

Llegamos rápido a la casa de Daniel, y cuando lo hicimos me sentí tan ridícula, ¿enserio había dicho que necesitaba ver a sus gatos? ¡¿Enserio?! ¿Eso me haría parecer una chica fácil y estúpida? Sí, me había comportado de una forma muy emocional durante toda la noche. Abrió la puerta y ahí estaban, dos gatos hermosos que se acercaban rápidamente a las piernas de su dueño.

- Ellas son Rooney y Peter – ¿ellas? – Pensaba que eran machos – sonrió apenado

- Eres muy tonto – el solo sonreía y de pronto me lanzo una de sus gatas, sentí el tiempo detenerse - AH!!! ¡¡Idiota!!- la gata había caído en mis hombros y me miraba curiosa, creo que su nombre era Peter.

- Le agradas – sus ojos estaban sorprendidos.

- Oh ¿enserio? es linda.

- Peter nunca es asi con gente desconocida –Oh! Habia acertado en el nombre.

- Entonces – espera un momento – entonces... ¡¿Por qué me la lanzaste?!

- Te estabas burlando de mí, quería vengarme – el rascaba su nuca y sus ojos eran dos pequeños paréntesis.

- Que cruel – hice un puchero.

- Ven

Fuimos a su habitación y me mostró los juguetes de sus gatas mientras los usaba, se movía muy rápido agitando serpientes y varillas mientas ellas le seguían el juego, saltaban y rodaban por toda la pieza, en cambio yo era muy mala llamando la atención de las felinas y eso lo hacia reír a carcajadas.

-Puedes venir a jugar con ellas cuando quieras, nunca se aburren, bueno a veces se aburren pero no pasa muy a menudo.

- Vendré – estaba feliz.

Una amplia sonrisa se había formado en su rostro, pero lentamente su expresión fue cambiando –Acércate un poco – me llamo con su mano como un maneki neko, ¿no le daba vergüenza actuar así? Era un chico muy dulce.

Ahora que lo pienso siempre se ha mostrado muy alegre frente a mí, salvo las ocasiones en las que su humor cambiaba drásticamente, él se justificaba diciendo que eran celos pero... ¿celos de qué?, apenas nos conocíamos, habíamos comenzado a compartir mucho tiempo juntos y poco a poco comencé a abrirme a él, todos habían notado mi interés por tenerlo cerca pero ¿Por qué? ¿En qué momento?

Estaba sentado en un escritorio que lo dejaba a mi altura, me acerque sin miedo, no había nada que temer ¿cierto? Ni siquiera había dudado en entrar a su habitación cuando me pidió seguirlo y tampoco me rehusé en ir a su casa, de hecho yo misma le pedí venir, había sido impulsiva e ingenua pero eso no importaba porque ya estaba hecho, tampoco me iba a lamentar.

Daniel poso sus manos en mi cintura y me apego más a él, buscaba mi mirada pero esta se encontraba perdida en el suelo (quería ocultar mi sonrojado rostro, la vergüenza me estaba comiendo viva), mis ojos viajaban rápidamente de un punto a otro pero bastaron solo unos segundos para que dejaran de hacerlo, algo me sorprendió y me dejo piedra. Él comenzó a besar mis mejillas lentamente, cerré los ojos con fuerza y mordí mi labio esperando despertar de este sueño que estaba calentándose rápidamente.

Open Up / Kang Daniel   [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora