OO1

1.4K 137 3
                                    

CAPÍTULO UNO – Arreglar lo roto

—Bienvenidas de nuevo, Jessica, Jennie

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Bienvenidas de nuevo, Jessica, Jennie. Tomen asiento —La doctora Song se levantó de su asiento sonriendo con amabilidad. —¿Cómo te sientes, Jennie? —Las tres tomaron asiento, madre e hija, sentadas frente a la doctora.

No debe de sentirte bien, no está comiendo nada, pero no quiere decirme cómo se siente, doctora —La madre de la joven cruzó sus brazos, molesta. —Doctora Song, debe de ayudarme —Miró a la doctora con preocupación.

—Ya veremos eso, pero, le pregunté a ella, señora Jessica —Indicó. —Jennie, linda, ¿cómo te sentiste el último mes? —Juntó sus manos sobre su escritorio, su mirada ahora dirigida hacia la menor, su rostro sin expresión alguna, pero con sus manos temblando levemente sobre su regazo.

—Bien —Su voz tembló, los nervios de Jennie se notaban a una legua de distancia, con un largo suspiro, Victoria se levantó de su asiento. —Ven, vamos a pesarte —Extendió su mano para que esta la tomara, muchos esperarían cero confianza por parte del paciente involucrado, pero llevaban tanto tiempo involucradas en el tema que ya no había tanta desconfianza como la primera visita. —Quítate la ropa y sube aquí —La menor siguió sus indicaciones al pie de la letra, subió luego a la balanza cerrando sus ojos, sus expectativas eran muy alejadas a las que su madre de seguro tenía, pero ella sería feliz con el resultado.

—¿Cuánto? —Su madre se había colocado detrás de ambas, fijando su mirada en el cuerpo de su pequeña, sus huesos se marcaban en toda la extensión de su cuerpo provocando que esta desviara la mirada hacia la doctora, no podía verla así, ella amaba a su pequeña, y no quería verla así. —¿Hay mejoras?

—Lamentable no, su peso sigue similar a la vez anterior, a diferencia de la vez anterior, perdió peso, no mucho, afortunadamente, fue simplemente un kilo —Palmeó levemente su espalda indicándole que podía vestirse. —Pero no es preocupante, ha mejorado mucho desde su primera sesión aquí —Sonrío, intentando transmitir una mejor vibra, giro hacia la más joven, ella sí sonreía, pero de seguro no sería por su mejora desde la primera sesión, Qian suspiró.

—Doctora, necesita ayuda, no puede continuar perdiendo tanto peso, es preocupante no saber que le sucede —Su mirada fue hacia su hija, la tristeza invadió sus pensamientos, ¿qué había ocurrido con su alegre ángel? ¿era su culpa o de Jungsoo? ¿de ambos? No lo sabía, pero amaría saberlo.

—Ambas, escuchen —Su tono se escuchaba serio lo que provocó un escalofrío en la menor. Esta se aferró a su madre, no quería oír lo que la doctora fuera a decir sería el mismo reproche de todas las sesiones. —No los estás dando a tu cuerpo los nutrientes necesarios para tu desarrollo, y escúchame, Jennie, si yo te viera, sin conocerte, no pensaría que tienes diecisiete años, por el contrario, te compararía con una joven de catorce o trece años. —Comentó. —Piensa en tu salud, no pienses en como esta tu físico, solo, concéntrate en estar sana y, por favor, dejar de lado esa idea que tienes de tener una figura, delgada. —Sonrió. —Aquí daremos por terminada la sesión de hoy, ¿Les parece? —Ambas asintieron.

Luego de saludar a la amable doctora, ambas, su madre y ella, abandonaron el consultorio caminando hacia donde su madre había dejado aparcado el auto. Una mano se entrelazó con la suya, elevó la vista notando la mirada triste de su madre, conservando una pequeña sonrisa. Ambas subieron al auto sin decir mucho, era viernes por la tarde, debía de ir a la casa de su padre, algo que era entretenido, de cierto modo, ella sabía que había una especie de acuerdo entre sus padres, ya que, aunque estos ya no estuvieran juntos, parecía que estos tenían acuerdos sobre qué decirle a la joven. Desvió su vista hacia la ventana del auto, era una fría tarde de invierno, las favoritas de Jennie, recordaba muy lindos momentos en aquellas tardes, en donde algunas se llenaban de nieve adornando toda la ciudad con su blanco color, una diminuta sonrisa se formó en sus labios, tal vez algún día pudiera disfrutar esas hermosas tardes nuevamente.

—Mi pequeña Jennie ¿Cómo ha estado todo? —Su padre la esperaba en la entrada cuando ambas llegaron a la casa de este, bajó del coche corriendo hacia el para luego rodearlo con sus brazos. —Iré a hablar con tu madre, pero tu pasa, ¿sí? —Asintió entrando a la casa, subió las escaleras hacia su habitación dejando las cosas que debería de llevar a la escuela la siguiente semana, estirando su uniforme para que este no se arrugara.

—No podemos seguir sin hacer nada, Jungsoo —Suspiró recostada sobre su auto, mirando a su, actualmente, exesposo con los brazos cruzados. —Está muriendo enfrente de nuestros ojos, ¡no puede continuar así! —Desvió la mirada sintiendo sus ojos arder por las repentinas lágrimas que amenazaban por salir de sus ojos. —Debemos ayudarla.

—Ya lo hemos intentado, lo sabes, pero, como siempre sucede, no tenemos todos los detalles de lo que le sucede. No habla con ninguno de nosotros, ni conmigo ni con Taeyeon, Jessica, si no colabora con nosotros nunca la podremos ayudar —Mantuvo su postura, se sentía horrible de que su pequeña estuviera sufriendo de esa manera, peor se sentía al saber que no podía hacer nada para ayudarla. —Veremos esto en la próxima sesión a la que asistan. Se solucionará, lo sabes

—No, Jungsoo, ¡no lo sé! -Las lágrimas habían logrado salir de sus ojos, siendo secadas rápidamente. -No sabemos cómo ayudar, no sabemos si esto se solucionará pronto, ¡tal vez nunca se solucione!, ¿no conoces la posibilidad de que nuestra hija muera a causa de la estupidez que está haciendo? —El mayor rodeó el cuerpo de la ajena con sus brazos proporcionándole varias caricias en su cabello para tranquilizarla.

—Jessica, ella logrará salir de esto, con nuestra ayuda y con su fuerza de voluntad, logrará salir de eso, te lo aseguro —Suspiró mientras oía a la contraria sollozar. —Todo estará bien, sólo debemos ser pacientes

¿Por qué debía de escuchar cada una de esas conversaciones? ¿Por qué no podía hacer oído sordo y pretender que no sabía de lo que ellos hablaban? Siempre acabaría de la misma manera, su madre llorando, su padre consolándola y ella llorando en silencio abrazándose a su misma en forma de consuelo escondida en alguna parte de su habitación. Amaba a sus padres, y sabía que su estado actual era deplorable, pero esas conversaciones la destrozaban por completo, como si ya no lo estuviera. Tragó con dificultad levantándose de su pequeño escondite, debía de limpiar los restos del maquillaje, el cual, ahora, se hallaba completamente corrido. Se dirigió al baño tomando varias toallitas desmaquillantes pasándolas por todo su rostro, llevarse el resto del maquillaje no interesaba, total no saldría de la casa hasta el siguiente día. Lavó su rostro limpiando los restos de maquillaje que la toallita pudo no haber quitado. Miró su rostro una última vez en el reflejo, eres un asco, Jennie, dijo mentalmente alejándose del baño para lanzarse a la cama, cerró sus ojos queriendo caer en los brazos de Morfeo, para olvidar otro horrendo día.

〝 bones ; jenlisa. 〞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora