Los juegos del hambre

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<¡Felices Juegos del Hambre! Y que la suerte esté siempre, siempre de su parte.>

Jon se relamía los labios mientras observaba la pantalla. La decisión ya estaba tomada, lo quería para sí. Sonrió triunfante mientras se encaminaba a la oficina de su padre.

Las puertas de caoba, como siempre, se encontraban cerradas, pocas personas tenían permiso de entrar a ella y menos aún, el poder entrar sin anunciarse. Empujó las puertas sin cuidado alguno, anunciando de esa manera su presencia.

-Quiero al tributo del distrito 2 -declaró apenas los ojos de su padre se posaron sobre él.

Clark enarco una ceja, recostándose sobre su asiento con arrogancia, quitándose los lentes que usaba en ocasiones para leer.

-¿Qué te hace pensar que puedes obtenerlo? -cuestiono lanzándole una mirada de reproche.

Jon tomó asiento en la silla que se encontraba frente al escritorio de su padre, subiendo sus pies al escritorio con total descaro, sonriendo arrogante.

-No es la primera vez que entregas a un tributo a uno de tus simpatizantes del Capitolio. Lo vi en los juegos pasados, como la tributo del distrito 5 sobrevivió milagrosamente a todos y cada uno de sus oponentes.

-Tuvo un buen patrocinador -replicó mientras retomaba su lectura anterior, colocándose nuevamente los lentes.

-Entonces déjame patrocinar al tributo del distrito 2, no sería nada sospechoso que yo apoyara a un profesional -declaró.

Clark suspiro hastiado, frotándose las sienes.

-Haré lo posible, retírate. Ahora -ordenó.

Jon aplaudió feliz, desplegando una amplia sonrisa, mientras comenzaba a caminar a la salida. Eso era un sí absoluto por parte de su padre, el presidente. Ahora solo le restaba patrocinar a su lindo tributo.

-Ya te tengo.

x

Jon se había asegurado de que Damian recibiera lo mejor, al principio habían sido ungüentos para curar sus heridas, también le había provisto de alimento y agua, pero, su mayor obsequio había sido una espada, él había recibido un arma cuando el resto de los tributos habían tenido que armar las propias de manera rudimentaria, la batalla había sido sencilla para el tributo del distrito 2 cuando esta había llegado a sus manos. Jon había disfrutado de cada segundo a partir de entonces, al ver la sangre salpicar el rostro de Damian, gimiendo extasiado por el espectáculo que le estaba otorgando, estaba impaciente por tenerlo en sus manos, oh, las cosas que haría con él.

Jon se encontraba en su habitación, sentado cómodamente en el enorme sofá, esperando por su ansiada visita.

El momento por fin había llegado, después de 3 largos meses en los que tuvo que esperar a que su trofeo terminara de hacer la gira del vencedor, 3 meses en los que tuvo que soportar las quejas constantes de Diana por haber arruinado sus juegos al introducir un arma en la arena, 3 meses en los que planeo meticulosamente que haría con su tributo cuando lo tuviera en sus brazos. Sonrió solo de pensarlo, la diversión estaba por comenzar.

En ese instante llamaron a la puerta.

-Adelante -respondió, cruzando las piernas, acomodándose una última vez.

La puerta se abrió y pudo observar como el agente que había llamado a la puerta, permitía la entrada a Damian, retirándose una vez que este estuvo dentro, cerrando la puerta.

Jon amplió su sonrisa. El momento había llegado.

-Damian, ¡por fin nos conocemos! Yo soy Jon-exclamó entusiasmado-, ¿pero qué haces ahí parado? Ven, siéntate -dijo mientras palmeaba el lugar a su lado izquierdo.

-Prefiero permanecer de pie -habló cruzándose de brazos, mirándolo desconfiado.

-He dicho que te sientes -musito molesto, mirándolo con furia. Al parecer tendría que educar a su lindo tributo.

Damian negó con la cabeza, recargándose en una de las paredes.

-Y yo he dicho que prefiero permanecer de pie -dijo señalándose a sí mismo, expresando su punto-. Ahora dime lo que quieres para que pueda largarme de este lugar.

Jon elevo una ceja, apretando levemente los puños. Odiaba repetir una orden.

-Creo que no estás entendiendo la situación -habló mostrando una falsa sonrisa-. Ahora eres mío y harás lo que yo diga, Da-mi-an.

-Tu estas demente -declaró mientras le daba la espalda, dirigiéndose a la salida.

-O simplemente podría esperar un año y obtener a Richard -dijo mientras se paraba de su lugar, acercándose al menor.

Damian se tenso en su lugar, girando levemente para observar al contrario, que estaba a pocos pasos de él.

-¿Qué es lo que has dicho? -murmuro, temblando furioso-, ¿quien diablos crees que eres? -dijo mientras lo tomaba de las solapas del traje que estaba usando.

Jon rio.

-Solo soy la persona que te envió esa espada y se encargo de que no murieras, mi padre, el presidente, te entrego a mí y si no quieres que tu hermanito termine en los juegos, harás TODO lo que yo te ordene.

-No es posible -susurro liberándolo, retrocediendo unos pasos.

-¿Cuántas veces debería aparecer su nombre en la urna? ¿Una? ¿Dos? ¿Todas? -expresó con una sonrisa cínica, colocando un dedo en sus labios, simulando pensar-, pero no tienes de que preocuparte, me encargare de que no muera.

Damian le observó consternado, estaba hablando de Dick su hermanito menor, el único miembro de su familia que le aceptaba sin condiciones, el único miembro de su familia que había ido a despedirlo cuando había sido elegido como tributo, el único que siempre tenía una sonrisa para ofrecerle, no podía hacerle eso, no a él.

-No. No. ¡NO! -gritó-. ¡No le metas en esto! Haré lo que sea.

Jon amplio su sonrisa, mirándolo con arrogancia, claramente complacido.

-De rodillas, ahora -ordenó. Damian se dejo caer, derrotado, mirando al piso. Jon se acercó, agachándose para poder ver más de cerca al menor.

-Eres mi nuevo juguete -declaró tomando su cabello con brusquedad, echando su cabeza hacia atrás, deleitándose con la vista que ofrecía su cuello expuesto.

Damian le miro con furia, Jon se limitó a sonreír acercándose peligrosamente a su boca.

-Te voy a romper -susurro para proceder a lamer su labio inferior.


FIN

Dieciocho lugares donde encontrarte - DamiJonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora