Me desperté a las 9 de la mañana. No creí que hubiera sido un sueño, ya que revisé la ropa y era la que llevaba para la cita con Suga. Seguramente que formaba parte de esa "brujería" de la que habló Kibo.
Tampoco imaginé que esa misma "brujería" hiciera que el chico desapareciera del sofá de mi propia casa sin dejar rastro alguno. Que de ser las 23h de la noche, pasaran a ser las 9h de la mañana y que encima despertara en mi cama cuando también estaba en el sofá. Definitivamente Kibo no me había explicado nada de esto.
De repente recordé los últimos minutos de nuestra cita. Obviamente no iba a hacerme la tonta como en las películas románticas y decir: "uy, que me habrá dicho, no lo pude escuchar". Sabía a la perfección que Suga me estaba mostrando sus sentimientos, y a pesar de que no pude escuchar el final de la frase, ya intuía como acababa.
Por eso mismo no podía quitarme de la cabeza sus últimas palabras. Hubiera deseado tanto haberlo escuchado. Con tan solo imaginarme a él pronunciando esas palabras, se me dibujaba una sonrisa sola.
Pero no debía encariñarme tanto con el primero, me esperaban otras 6 citas y probablemente hoy sería la segunda, así que emocionada fui a arreglarme. Cuando acabé, como no tenía planes, lo único que hice fue sentarme en el salón a ver la tele.
Esperé.
Y esperé.
Y seguí esperando.
Ya habían pasado casi 3h. Pensaba que mi siguiente cita aparecería como con Suga, pero no hubo ninguna llamada, ningún mensaje, nada. ¿Acaso no era hoy? ¿Sería un día sí y un día no? ¿Una cita por semana? Me encontraba muy perdida.
Llegó la hora de la comida y no tenía nada preparado. Así que, ya arreglada y cansada de esperar, decidí salir fuera a comer cualquier cosa. Intenté llamar a Alex para así poder explicarle toda esta locura, pero me saltó el contestador.
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Sin rumbo alguno, empecé a caminar por las calles en busca de algún restaurante o de algún bar para comer. Todos estaban ya llenos o con mesas reservadas, hasta que por fin encontré un pequeño restaurante que parecía muy acogedor.
Entré y me senté al lado de la ventana a observar el exterior. Solo se veían parejas juntas, abrazadas, andando agarrados de la mano, sonriendo, felices... Un sentimiento de envidia me invadió el cuerpo. Es verdad que hacia tiempo que no tenía pareja y algo de nostalgia sentía, pero ahora podía decir con una sonrisa en mi rostro, que empezaba a comprender esa felicidad.
-Perdone... Perdone! - dijo la camarera, sacándome de mis pensamientos - le traigo este menú, le invita el chico de allí.
Mientras esta ponía el plato sobre la mesa, mi mirada intentaba encontrarse con el chico que me había señalado. De repente, este se levantó y con paso decidido se dirigió hacia a mí.
-Que aproveche - dijo sentándose en frente mío con total naturalidad.
Como si hubiera tenido un cortocircuito en la cabeza, no pude articular ni una sola palabra, simplemente me quedé observándolo. Incluso estando ambos sentados, la diferencia de estatura se notaba. Pero sin duda alguna, lo más destacable de su físico a parte de su belleza, era el tamaño de su espalda y hombros.
-Una de dos, o nunca te han invitado a comer o nunca has visto a un chico tan guapo como yo. - y aunque esa fue la frase más arrogante que había escuchado nunca, razón no le faltaba.
-¿Porqué...? - fue lo primero que pude decir.
-Sino comes pronto, se te enfriará - dijo evadiendo mi pregunta.
-Pero esto es un menú mínimo para 4 personas - dije mirando con los ojos bien abiertos el pedazo de plato. Había comida a rebosar!
-Obviamente yo también voy a comer.
Estaba segurísima de que esta era mi segunda cita, pero con el pecado todavía dudaba, no sabía si este chico era la soberbia o la gula.
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Solo me bastó 10 minutos para tenerlo totalmente claro; definitivamente era la gula. En ese corto periodo de tiempo, se acabó prácticamente 3 de las 4 raciones del plato, mientras que yo solo me había comido la mitad de una.
-¿No crees que eres un poco glotón?
-Vaya, vaya, sin pelos en la lengua eh - dijo sonriendo y acomodándose en la silla.
-Lo siento, no quería ser tan directa, me ha salido así sin más. -dije sintiéndome un poco culpable.
-No te preocupes, no es nada. Pero respondiendo a tu pregunta, sí, soy muy glotón, y así me aseguro de hacer bien mi trabajo - dijo con expresión orgullosa - soy chef, y catador.
Me quedé totalmente atónita. El pecado le quedaba como un guante, y no pude evitar soltar una carcajada.
-De verdad que encaja perfectamente contigo - dije riendo todavía - Entonces, ¿estás trabajando ahora mismo?
-Sí, pero ssshhh no tienen que saberlo, quiero ver como sirven habitualmente - dijo con el dedo en sus labios y un tono bromista - Pero dicen que la comida siempre sabe mejor con una bella compañía.
Tras decir eso, me guiñó el ojo, e igualando esa velocidad, mi cara se puso al rojo vivo. Y después era yo la que no tenía pelos en la lengua. El ambiente había sido muy agradable durante la comida, la conversación fluyó con total naturalidad para mi asombro. Realmente me sentía muy a gusto con este chico, y el tiempo pasaba volando a pesar de no conocerle de nada.
Pero tras ese breve comentario la conversación paró en seco. Yo roja como un tomate, y él sintiéndose a cada segundo que pasaba más avergonzado por su comentario. Tenía que salvar el ambiente fuera como fuera!
-Por cierto, no me has dicho como te llamas. Mi nombre es _____
-Kim Seokjin, pero puedes llamarme Jin. - dijo aún un poco vergonzoso.
-Y dime Jin, ¿Por qué me has invitado a comer?
-Ha sido ver tu sonrisa, y enamorarme.
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7 pecados capitales (bts & tu)
Fanfiction¿Y si los sueños y los deseos se hicieran realidad? _____ pasará de estar a dos velas, a tener 7 increíbles citas con 7 chicos bastante peculiares... Y todo gracias a un objeto...