-Te cuesta mucho hacer las cosas por lo que veo -dije riendo.
-Si estás insinuando que soy un perezoso, sí, lo admito -dijo mostrando una expresión de orgullo.
-¿Representas la pereza en los 7 pecados capitales? -pregunté directamente.
-¿Los 7 pecados capitales? ¿Por qué dices eso _____? -preguntó extrañado- estás muy rara hoy, nunca te había visto así.
Antes de que pudiera responderle con alguna excusa, nos interrumpió el timbre de la puerta. Salvada por la campana.
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La comida fue muy agradable. No paramos de hablar en ningún momento y teníamos más en común de lo que imaginaba. Suga a pesar de ser muy vago y perezoso, era un chico amable, atento y gracioso, aunque algo seco a veces.
Tal vez a esto se refirió Kibo cuando me dijo que en teoría los pecados capitales no tenían por qué ser malos. Repentinamente Suga empezó a hablarme y me sacó de mis pensamientos.
-¿Quieres salir a dar una vuelta? -me extrañó bastante que propusiera eso tal y como era.
Obviamente acepté, me apetecía mucho. Fuimos a un parque que había cerca. Este estaba lleno de familias y de parejas... Nosotros no eramos nada pero, ¿lo aparentábamos? ¿Se nos veía como una desde otros ojos? No pude evitar sonrojarme, me gustaba aquella idea.
-Quédate aquí, vuelvo en un par de minutos. -y antes de que pudiera preguntarle algo, se marchó.
Poco después apareció con 2 helados en sus manos y sonriendo.
-Toma, helado de galleta, tu favorito -le sonreí. Suga era un verdadero encanto, y notaba como iba haciendo efecto en mí poco a poco.
Después de darme mi helado, nos sentamos en un banco a hablar. Cuando hicimos esto, pensé que habría una separación entre nosotros pero no, estábamos juntos, prácticamente pegados y al contrario de lo que creí, me gustó aquella sensación.
Pasamos toda la tarde fuera de casa, Suga un poco irritado por el hecho de que andamos mucho. Decidimos ir al parque, de tiendas, a tomar algo, ... El tiempo pasó volando. Como era invierno, ya había oscurecido hacía tiempo y muchas de las tiendas también habían cerrado. Así que finalmente me acompañó a casa.
-Me ha encantado el día de hoy, hacía tiempo que no salía tanto -esbozó una sonrisa.
-Sí, yo también me lo he pasado muy bien contigo Suga -por alguna extraña razón, no quería que se fuera... Solo pensar que iba a acabar mi cita con él me ponía triste- ¿Te quieres quedar a cenar?
Recapacita por favor _____, ¿por qué no había dudado nada en invitarlo? No podía ser tan impulsiva. A Suga se le iluminaron los ojos. Por lo visto no era la única que no quería que esto acabara.
Sin pensárselo dos veces, entró a mi casa y dejó sus cosas. Mi intención era prepararle yo la cena, ya que él era el invitado, pero Suga me siguió hasta la cocina.
-Cocinemos juntos, será todo más rápido y si todavía no es tarde... podremos ver alguna película -dijo algo vergonzoso.
-Me gusta el plan, hagámoslo así entonces.
Mientras cocinábamos, Suga y yo chocábamos nuestras manos y nuestros dedos. Pero ¿a caso era la única que sentía una descarga eléctrica cuando esto ocurría?
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Eran las 22.15 h, y todas las películas que daban por la tele ya estaban empezadas, así que decidimos poner una cualquiera.
Conforme iba pasando el tiempo, los dos nos fuimos acomodando. Primero empezamos simplemente sentados juntos, después empecé a apoyarme en su hombro, y así poco a poco hasta que acabamos los dos tumbados, yo encima de él.
La película no estaba mal, pero no era en lo que estaba más atenta... sino en los latidos de su corazón. Era música para mis oídos, me encantaba, me relajaba mucho escucharlos.
-Me gusta poder escuchar los latidos de tu corazón. -dije con voz tranquila y pausada. De repente, la armonía que llevaba este se rompió y empezó a acelerar.
-Ya mí me gusta estar así contigo, tranquilamente, y que puedas escucharlo.
Los latidos seguían un ritmo demasiado rápido, y extrañada levanté mi cabeza de su pecho para poder observarlo. Nuestras miradas se encontraron, y se mantuvieron fijas. Su corazón ya no era el único que se había acelerado. Tampoco era él el único que estaba sonrojado. Mis labios ya no eran los únicos deseados.
Lentamente fui levantando mi peso de su cuerpo, y fui gateando hasta acercarme lo máximo a él. Tan solo nos separaban un par de centímetros. Todo el piso estaba en silencio, el ruido de la película pasó a estar en segundo plano. Lo más importante era el ruido que producían nuestras respiraciones.
Los dos estábamos ansiosos, lo deseábamos. Nuestros ojos no se despegaban de los labios del otro, pero ninguno de los dos hacía nada. ¿Vergüenza? ¿Miedo? No se sabía.
Con la mente ya preparada, decidí lanzarme, pero en tan solo una milésima de segundo después, Suga me agarró de la nuca y me empujó contra él. Nuestros labios se fundieron en un beso. Al principio era un beso tierno, mostrando el deseo que los dos habíamos estado aguantando durante ese largo día.
Pero rápidamente empezó a acelerarse. Nuestras lenguas se buscaban, se movían al mismo ritmo. Aquel beso nos aisló, ya no importaba la película, solo éramos nosotros dos. Nos separamos por falta de aire, jadeando un poco.
-¿Te ibas a lanzar eh? -dijo sonriendo Suga. Automáticamente me puse colorada.
-Es que como veía que no pasaba nada... -no pude evitar apartarle la mirada.
Suga me agarró de la barbilla, hizo que le mirara y me volvió a besar. Esta vez fue un beso lento, cariñoso, que mostraba los sentimientos. Enredé mis dedos entre su sedoso pelo y él me agarró de la cintura. Estaba siendo la noche perfecta. La cita perfecta con el chico perfecto.
-_____, debo de decirte una cosa -no sé como lo hacía, pero sus miradas eran hipnotizadoras- yo desde el primer día que nos conocimos siempr-
23.00 h *ruido de un despertador*
Busqué el causante del ruido. Apagué el despertador, eran las 9 h de la mañana del día siguiente.
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7 pecados capitales (bts & tu)
Fiksi Penggemar¿Y si los sueños y los deseos se hicieran realidad? _____ pasará de estar a dos velas, a tener 7 increíbles citas con 7 chicos bastante peculiares... Y todo gracias a un objeto...