Capítulo 1

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Otro día más en el horrible instituto, <<menos mal que es el último día>> -pensé mientras me levantaba para apagar la alarma de mi móvil- . Mañana era mi primer día de vacaciones, las ganas que tenía de que llegase ese día eran inexplicables. Fui a preparar mi ropa, aunque tenga mucha, sólo unas pocas prendas tienen la suerte o desgracia de ser las elegidas de mi armario. Opté por una camisa de cuadros y unos pantalones cortos de tiro alto.

Al poco tiempo ya me encontraba preparada así que bajé rápidamente y me dirigí a la cocina. Ya allí, encontré a mi madre preparando el desayuno. Acabé rápido ya que llegaba tarde. Dejé mi casa y fuí a recoger a Karen. Ella es mi mejor amiga, además de mi vecina. Nos conocemos desde hace muchos años, desde 2005, cuando me mudé a la casa de al lado. Aún me acuerdo de el día que llegué, vino a mi casa junto con sus padres a darnos la bienvenida, con su pelo recogido en dos trenzas castañas y sus ojos verdes y almendrados. Desdé aquel día nos hicimos inseparables, pasó a ser una más de la familia. Ahora, con el paso de los años, sigue siendo exactamente igual (aunque unos centímetros más alta).

Llamé a su puerta, abrió su madre, Clara, con una gran sonrisa.

- Entra -dijo- está a punto de bajar.

Me senté en el sofá mientras esperaba. Otra de las "cualidades" de Karen es llegar tarde.

- Vamos ___ -dijo esta dirigiéndose a mí mientras bajaba las escaleras- ¡Adiós Mamá!

Salimos de su casa y fuimos al instituto, a las 8:10 ya estábamos allí. Después de unas cuantas horas de larga espera, por fin salí. Hoy estaba feliz, pero como de costumbre, alguien tenía que echarlo a perder. Cara, la chica más popular de la clase venía rumbo a mí con un vaso de zumo de Naranja. Karen lo vió y me llevó al cuarto de baño para ayudarme a limpiarlo.

A las 15:00 llegué a casa y sin saludar corrí escaleras arriba y me encerré en mi cuarto.

- ___, la comida ya está lista, baja ahora -dijo abriendo la puerta.

- Vale mamá -dije con voz llorosa.

Mi madre se dio cuenta pero no quería preguntar que me pasaba, sabía que si se lo contaba lo pasaría peor, y bastante mal lo paso ya de por sí.

Bajé corriendo, entré a la cocina y allí estaban mi padres, de pie, como si los hubieran pegado en el suelo con pegamento, ¿Qué les pasa? ¿Qué hacen ahí? Entoces mi padre saca un pequeño sobre, que me lo entrega. Me quedo un poco extrañada, no estaba aconstumbrada a recibir cartas. La abrí y entonces descubrí la sorpresa, ¡Me voy de intercambio a California!

La Edad No Importa (Nash Grier)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora