🔸XI🔸

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El último refugio

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Y un día, en 1690, la señora antiguamente marquesa anuncia su propósito -esta vez sin nada que la ate- de entrar a un convento. Va a arrodillarse a los pies del rey Magnus y le pide perdón por todo. La perdida de los mellizos, la humillación y casi destrucción de su familia que le hizo pasar. El rey, ya casi entrando a los cincuenta aún mantenía la belleza que Lydia antiguamente había envidiado, y sin rencor alguno la recibe con amabilidad. Lydia Branwell rozando la mayoría de edad ve a su pequeño hijo convertido en todo un hombre al lado de ambos reyes. Magnus y el rey Alexander, casi entrando por los sesenta aún manteniendo el rostro con la suavidad de hace treinta años, las canas asomarse por su cabellera negra y los ojos aún asombrosamente azules como el mar.

El rey Alexander, que sabe lo que pedir perdón a un rey significa, se seca los ojos. Alexander toma de la mano a Magnus, los hijos de ambos y el hijo de Lydia la observan mientras la ven partir, todo el pueblo de París lo sabe y se echan a la calle para verla pasar.

Ella va en coche, sueltos al aire sus hermosos cabellos rubios de oro que los luce por última vez. Dicen las crónicas que muchos lloraron de emoción, la llamaron marquesa de Branwell nuevamente, los reyes la miraban con respeto y su hijo de nombre Fabián sabia quien era aquella mujer, aquella mujer que le dio a un rey para tener una mejor vida. Aquella mujer que ahora partía a su exilio en voluntad y que tal vez, esa fue la única muestra de respeto hacia ella. A su madre.

Rafael y Max Lightwood-Bane vivieron en la casa real aún cuando sus padres se habían mudado a la casita de Versalles para sus últimos respiros. El hijo de Lydia, Fabián de Branwell fue nombrado gran almirante de Francia a sus escasos trece años. Falleció a los dieciséis años, a consecuencia de las fiebres malignas contraídas en la guerra. El rey Magnus se encargo de dar la triste noticia a la madre a través de las rojas de su clausura, y ella, conmovida y con los ojos celestes llenos de lágrimas, comentó:

-Más que su muerte debo llorar su nacimiento.

La hija, Camila Lightwood-Bane, de la misma edad que su hermano, se caso a los dieciséis con el príncipe de Ontis, le hizo muy feliz y amada. Luis XIV y su esposo Magnus Lightwood-Bane cada vez que hablaban de ella, comentaban con orgullo.

-Para una princesa como ella, no hay nada mejor que un amor puro de un príncipe.

El señor de Bane, convertido en Lightwood-Bane y apodado en toda Francia como el milagro del rey, vivió todavía treinta años más.

Su familia seguía a su lado, Alexander todo el tiempo lo acompañaba en cama. Sus manos entrelazadas y el amor que algunos pensaban que se extinguiría al final termino volviendose cada vez más fuerte. Alexander nunca lo dejo solo.

Aún cuando la promesa de Excalibur sobre el amor de su vida, era mentira. Y un día, dulcemente, se extinguió a los 77 años, en la casita de Versalles, en los dulces brazos del hombre que lo amo con ternura, devoción y pasión.

Saint-Simon comenta que el funeral del Rey Magnus Lightwood-Bane fue más un festejo porque existió. Amo a un hombre por sobre un rey, tuvo maravillosos hijos que terminaron siendo grandes gobernantes del mundo.

Harry dice lo siguiente:

«El rey Alexander Lightwood-Bane, vivió un año más. Su vida se extinguió a los 85 años el mismo día en que su esposo falleció. El como se fue, con una gran sonrisa a sus hijos. Un gran legado de gobernantes nobles. Diciendo en su delirio que al fin volvería a Magnus, a su esposo. Al amor de su vida. Yo sinceramente, deseo de todo corazón que si hay vida más allá de esta, ellos dos sean capaz de encontrarse. Por un amor así, no lo encuentras todos los días.»

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Nunca fui buena para los finales. Espero algún día mejorar eso. :'v

En fin, este es el final de esta corta historia. Agradezco a cada uno de ustedes que lo leyeron, votaron y comentaron. Me hicieron muy feliz.

De todo corazón, espero que haya quedado bien. Se les quiere y muchas gracias por leer lo que escribo. ❤

-Allex-



El señor Bane: El primer amor de un Rey |Malec AU M-Preg|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora