🔸Extra🔸

963 100 29
                                    


|Les recomiendo que pongan la música mientras lo leen, solo una sugerencia.|

— —🔸— —

Mi amor

— —🔸— —

Hubo una ocasión, en el lecho de Magnus quien daba sus últimos suspiros, que el rey Alexander Lightwood–Bane le juro algo.

Saint-Simon no lo sabía dado que en ninguno de sus escritos se hallaba pero en Harry... Oh, en Harry se encontraron manuscritos. Fue el único presente cuando el rey Alexander le prometió encontrarlo en la siguiente vida a su rey Magnus.

En los manuscritos, ya casi borrosos y fragiles por la cantidad de años, dice así:

«Mi amor, por favor, abre los ojos una vez más para mi ¿Puedes?»

Obviamente, Harry se encontraba en silencio, uno testigo permisivo del rey, tratando de ahogar los sollozos del fondo de su alma al ver a tan bella criatura extinguirse tan naturalmente. Harry con los años ya casi encina de él, pensó en la fragilidad humana, la razón por la que los seres viven poco tiempo, no el tiempo suficiente para estar con las personas que aman.

«¿Te he dicho alguna vez cuan hermosos son cuando me miras?»

El rey Magnus, con voz áspera y tensa pero no con falta de un ferviente amor, dijo:

«Más de las que pueda contar.»

Harry dice que la mirada de Alec se lleno de pena y amor, mirando cada tramo del rostro pálido y casi sin arrugas de Magnus. Del niño de diecisiete solo quedaban algunos rastros, los ojos de gato aún brillaban con la misma intensidad de la primera vez. Como si su amor nunca hubiera bajado un gramo pero en cambio, había aumentado a niveles insospechados. Enterneciendo el corazón de hasta el hombre más frío.

«Mirame, mi amor, con esos ojos de gato que yo tanto adoro. Quiero que me mires mientras te juro algo.»

Magnus hizo lo que le pidió, sus ojos se abrieron una vez más, cansados.

«Quiero que sepas, que estar contigo, siempre me ha hecho mejor, que me has hecho amarte con tanto fervor que jamás seré capaz de recuperarme y que tampoco lo quiero. Porque todo lo que soy, y todo lo que tengo es gracias a ti. Hoy, mi vida, dormiras tranquilamente, sin nada que te atormente y yo cuidándote hasta el final de tus días. Y no importa cuanto tiempo pase, te juro, te prometo por nuestro amor, que en donde quiera que estés, te encontraré. Y tal como la primera vez, me enamoraré de ti y no habrá nada que me detenga.»

Harry escribe con claridad las lágrimas de entusiasmo de Magnus, una gran sonrisa en los labios y un último beso es como el Rey se fue en los dulces brazos de un esposo que lo acunaba como lo único en su vida.

No pudo hablar y no hubo la necesidad de hacerlo porque hasta allí llego su amor, de la manera en la ambos se entienden sin necesidad de palabras salvo con mirarse a los ojos y decirse con ellos cuanto se aman.

Harry comenta el aura de tristeza en ellos pero el amor... Oh, el amor que ellos profesaban, el amor que Alexander Lightwood–Bane profesaba nunca se apago ni dudo ni una sola vez, ni siquiera cuando Magnus ya no volvió a abrir los ojos. Harry jura que jamás existirá un amor como el de ellos sino son ellos mismos quienes lo conforman. O sus almas.

El señor Bane: El primer amor de un Rey |Malec AU M-Preg|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora