Capitulo 9

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Los días pasaron y ninguno de los cuatro notifico a Adelle de la salida a la cueva, pero si del nuevo inventó de Caleb, lo cual revolucionaria él transporte para los Guardianes.

Iza continuo él entrenamiento con Gabriel, cada día él se acercaba mas a ella, y cada día ella hacia como que quería alejarse, cuando en realidad había en él fondo de su ser una inmensa necesidad de unir sus cuerpos, una tremenda atracción sexual hacia Gabriel crecía día con día, y no podia detenerla. Ni quería.

Iza siempre obtenía lo que queria, ¿por que tendría que ser esta la excepción? No debería serlo. Incluso en este momento cuando entrenaban, sudorosos y blandiendo espadas a diestra y siniestra.

Él cabello de Gabriel se aferraba a sus sienes y su camiseta estaba empapada, Iza no resistió mas y de un disimulado movimiento, corto su camiseta en dos obligándolo a terminar de quitársela. Se mordió un labio. Su abdomen estaba trabajado y sus dedos picaban por tocarlo.

Gabriel sonrió con saña.—¿ te gusta lo que ves iza querida?

—¡me encanta!— y aprovechando él momento de estupefacción en la cara de Gabriel, corto con la punta de su espada su hombro. —¡nunca, debes bajar la guardia! Él entrenamiento acabo Gabriel.

Enfundo su espada y él la imito, su mirada cayo en sus dedos mientras él se quitaba el cinturón, largos, anchos, las venas en sus muñecas se remarcaban y ella no podía evitar imaginar esos dedos dentro de ella. Dándole placer. Mierda tenia que dejar de pensar en eso.

††††

Entraron a la sala de estar, Caleb y Alexander estaban en una prueba de salud que se hacia cada mes a cada guardián.

Consistía en tomar un poco de sus sangre y prácticamente dividirla hasta que mostrara una debilidad, por ejemplo Si arrojaban los resultados que necesitaba velocidad, se hacia un conjuro para darles velocidad.

Como la sangre de Iza no había arrojado nada, no hubo necesidad de ir.

Gabriel entro a la cocina y se sirvió un gran basó de agua, Ida podía ver como resbalaban gotas de agua por las comisuras de su boca, recorrió con la mirada su cuerpo, su pantalón se había bajado revelando esa uve que se le formaba, y que a Iza tanto le encantaba de los hombres, bajo mas y se imaginó quitando ese pantalón. Se imagino teniendo sexo en la cocina y sintio como su respiración se alteraba, necesitaba dejar de verlo, ¡Ahora!

Se levanto tan rápido como pudo del sofá donde estaba sentada, entro a su habitación, tomo una toalla y se dio una ducha, cambiando su vestido a uno morado.

Alex toco su puerta y ella lo dejo pasar, eran como hermanos y aunque se estaba cambiando y odiaba que la mirasen desnuda— muy contradictorio debido a sus incontrolables deseos sexuales— no le molestaba que Alex la viera en ropa interior.

—oye Iza,¿crees que mi asma llegue a desaparecer con tantos conjuros?

—yo... No lo se Alex, ha estado ahí durante muchos años.

Alex asintió, ya se había hecho a la idea de no ser uno completo, de no ser suficiente tanto para la pelea, como para Iza.

Siempre le había amado, siempre la había observado, la amaba con todos sus defectos, él intentaba hacerlo notar, pero ella no nunca atinaba en sus indirectas, le dolía. Obviamente le dolía verla con uno diferente cada noche, le dolía escuchar sus gemidos en la habitación continua y no ser él quien los provocara.

Ya hacia un tiempo que Iza no había tenido ninguna aventura, casi se hacia un mes y ella no había traído a alguien nuevo a su cuatro, y eso le había dado esperanza, esperanza de que por fin se hubiese dado cuenta de lo que él sentía por ella. Hasta que se dio cuenta como se comía con la mirada a Gabriel.

La vida era tan injusta. Pero no se quejaría, Iza merecía a alguien que pudiera amarla con todo y sus traumas y complejos, podría incluso ser él a quien ella mereciese, de no ser por que a medio acto se cansaba y le entraba un ataque de asma— ya le había pasado y esa fue su mayor vergüenza — pero no importaba. La esperanza es la última que muere.

Guardiana De Cristal ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora