Al Acecho.

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Ciel Phantomhive había estado refunfuñando y maldiciendo en su cabeza durante todo el día, lidiar con los caprichos de su prometida era cosa de casi todos los días, pero tolerar los intentos de seducción del joven rubio, era algo que lo sacaba de quicio. Durante el embarque, el almuerzo y la tarde, el Conde Alois muy energético, recorrió todo el barco como si fuese un niño pequeño en una aventura marina, Hannah detrás suyo para acompañarlo. Ciel se mantuvo con Lizzy y Sebastian, para él era algo indiferente y aburrido el viaje, pero el comportamiento de Alois lo ponía de mal humor, en reiteradas ocasiones trato a Lizzy de manera grosera, obviamente se excusaba por el hecho de que aún se encontraba muy estresado. En la noche, Lizzy y Paula fueron a sus habitaciones luego de la cena, Ciel se dirigió a su habitación y Sebástian detrás de él. Mientras Alois aún paseaba por ahí.

En la habitación el conde exaltado comenzó a arrojar todo lo que había en su camino.

-Joven Amo, esta no es manera de comportarse en un lugar así-. El de ojos cafés desempacaba la vestimenta del conde.

-Debí haber dicho que no-. Refunfuñaba el pequeño.

-Recuerde que es la señorita Elizabeth la que lo invito-. fue hasta Ciel y le desabrochó la camisa -Intente no ser tan necio y arruinar el viaje de su prometida, si lo hace quedara mal con el Marqués-. Siguió el de frac entretanto le quitaba los zapatos, las medias, el pantalón y vestía al pequeño con su largo pijama blanco.

-¡Tsk, Su presencia aquí me enfurece, Sebástian, arrojalo al océano!-. Ordenó el de ojos azules.

-¿Al Marqués?-. Bromeó sarcásticamente el otro.

-No te hagas el simpático, a Alois Trancy encargate de que no vuelva a salir del profundo oceano-. Esbozó una sonrisa satisfactoria y se acomodo en la cama, se cubrió con la frazada y bostezo.

-Lamento no poder cumplir esa orden mi lord.- Dijo Sebástian mientras se dirigía a la puerta -Ya que Hannah está aquí-. Salió de la habitación con una sonrisa burlona -Buenas noches Joven Amo-.

Ciel parecía un chihuahua con rabia, refunfuñando furioso, daba vueltas y vueltas en la cama, quería deshacerse del rubio lo mas pronto posible, pero tenía un gran obstáculo, Hannah, otra demonio vestida de sirviente, al igual que el mayordomo de negro.

En la madrugada la puerta de la habitación donde el conde se hospedaba se abría sigilosamente. Una figura oscura se adentraba a pasos ligeros y se aproximaba a la cama donde Ciel descansaba. La figura dio un salto y se abalanzó sobre el pequeño, este exaltado comenzó a bofetear a la figura.

-¡Para para!-. Se quejó.

El conde encendió las velas y pudo ver quién era el asaltante de sus sueños.

-¿¡Lizzy!?-. Quedó perplejo al ver que había golpeado a su prometida -Lo siento, yo no quise lastimarte-.

-Que cruel eres Ciel-. Entre sollozos se abalanzó al conde y le dio un beso. El de ojos azules lo aparto y jalo de su cabello. Era una peluca. El Conde Alois se había disfrazado de Lizzy para ir a ver al conde. *Plasft* le volvió a abofetear. *Plasft* otra cachetada en la otra mejilla. *Plasft* *Plasft* *Plasft*. Las mejillas del Conde Trancy estaban al rojo vivo de las tantas cachetadas que el Conde Phantomhive le había dado.

-¡Detente!-. El rubio detuvo las manos del otro para que dejara de golpearlo. Las lágrimas se derramaban sobre sus mejillas lastimadas. -Esta no es la manera de tratar a un Conde-. Con su mano libre se secó las lágrimas.

-Como puedes llamarte a ti mismo Conde, eres repulsivo y asqueroso-. Quitó con brusquedad la mano del rubio. -Abrir tus piernas para obtener el título de conde, eres despreciable y vulgar-. El conde Phantomhive empujó a la cama al rubio y se abalanzó sobre él. -Y aun así, continuas insistiendo en este juego, sabiendo que no tendrás oportunidad conmigo-.

Entre Condes. Una Historia De Amor InocenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora