"Me quedé afuera de tu jardín llorando. Afuera, con un globo en una mano, y un par de cartas y fotos en la otra.
Me quedé afuera de tu jardín con un montón de ilusiones quebradas. Con un pequeño sueño incumplido.
Me quedé afuera de tu jardín, temblando, y sollozando. Agarrando las mangas de mi chaleco para secar las lágrimas que no dejaban de brotar.
Me quedé afuera de tu jardín, observando unas pocas flores que quedaban en él. Flores que habíamos puesto juntas, que cuidábamos juntas, y que, sin quererlo, comenzaron a marchitarse...
Me quedé afuera de tu jardín, observando la vida pasar. Viendo la noche caer. Viendo como cada estrella iluminaba cada gota que caía de mi rostro. Estrellas que no se comparaban con aquel brillo que veía en tus ojos cuando sonreías.
Me quedé afuera de tu jardín, tirando piedra tras piedra. Tirando pena tras pena. Angustiada, mirando por todos lados, esperándote.
Me quedé afuera de tu jardín, sentada en la entrada de tu casa, esperando, inútilmente, que me abrieses la puerta, o que llegases de alguna parte remota, simplemente, a abrazarme o lo que fuese.
Me quedé afuera de tu jardín, helándome con un corazón de hielo que sostenía en mi mano. Un corazón que se había derretido contigo, y que estaba dispuesto a todo para y por ti. Mis dedos se congelaban, y sentía que mi alma y mi ser también lo hacían.
Me quedé afuera de tu jardín, esperando tu regreso, sin querer creer que te habías ido. Pasándome la misma película una y otra vez.
Me quedé afuera de tu jardín, implorando por que volvieses. Por que no me dejases. Por que no te fueses de mi vida.
Me quedé afuera de tu jardín, pensando en lo pequeña y frágil que te siento, que te tuve entre mis brazos, muchas veces, con el miedo de llegar a romperte.
Me quedé afuera de tu jardín, recordando aquella vez que te vi "llorar" por primera vez. No saber qué hacer ni qué decir. Pensando en las ganas que tenía en ese momento de abrazarte y no soltarte nunca más.
Me quedé afuera de tu jardín, extrañando tu compañía, tu presencia, aunque fuese por medio de mensajes, o por una simple llamada.
Me quedé afuera de tu jardín, pensando en todas las veces que me hiciste escapar de la realidad por segundos con solo rozar mi mano...
Me quedé afuera de tu jardín, recordando todas las veces que sentí que eras una estrella. Una estrella que había llegado a iluminar cada noche de desvelo, y mi cielo apagado. Nunca había temido tanto como ahora, por el que fueses una simple estrella fugaz...
Me quedé afuera de tu jardín, mientras la noche avanzaba, y el frío se hacía aún más presente. Sentía que cada fibra de mi ser se iba congelando lentamente. Ya no sentía nada...
Me quedé afuera de tu jardín, temblando. De miedo, de frío... Me consumía el miedo que le tenía "al final", y me consumía el frío eterno que me envolvía lentamente con el pasar de las noches... El sol de cada mañana se encargaba de quemarme...
Me quedé afuera de tu jardín, con el pecho y los labios apretados, con la mirada perdida en alguna parte de la calle.Me quedé afuera de tu jardín, con una angustia enorme, de no saber qué estaba pasando. Con unas ganas de buscarte hasta en el último escondite de este miserable planeta.
Me quedé afuera de tu jardín, sintiendo que había perdido lo único que realmente me importaba. Sintiendo una impotencia y una rabia hacia mi misma por no saber con exactitud qué había hecho para causar tu escape.
Me quedé afuera de tu jardín, con la mano extendida, esperando a que la tomases, y que aceptases huir de esta realidad conmigo.
Me quedé afuera de tu jardín, con un lápiz y una hoja listos para escribir. Para redactar un nuevo comienzo, una nueva historia.No voy a mentir. Sigo afuera. No sé cuántas horas, días o semanas habrán pasado, pero sigo aquí, con el globo en el suelo, las cartas mojadas por las lágrimas y las lloviznas, con mi piel quemada de tanto esperar alba tras alba y atardecer tras atardecer. Con el corazón de hielo, que comenzó a romperse en pequeños fragmentos que suplican ser reunidos cuanto antes. Las flores bellas de tu jardín están marchitas. Susurran e imploran un poco de agua...
Estoy afuera de tu jardín, esperando. Esperándote. Porque a pesar de todo, no quiero irme. Y, extrañamente, tampoco puedo. Mis pies no me obedecen. Mi cabeza no piensa en nada más que en tu recuerdo. Mis frías manos no sienten, ya no tienen tacto. La hoja se ha volado, mi mano extendida se ha cansado. Cabizbaja observo las fotos, deterioradas por el paso de los días... Mi memoria sólo puede volver a reproducir una y otra vez aquellas tardes plasmadas en un par de fotos. Aquellas risas, aquellas pláticas, aquellos sentimientos.
Quiero ocultar mi cabeza, y llorar. He llorado durante toda la espera, pero siento que no ha sido suficiente, y siento que nunca lo será. Tengo sed, tengo frío... Me siento sola... ¿Dónde estás?
Mi cabeza no deja de preguntarse ¿estará bien?, ¿nos habrá olvidado ya?, ¿realmente no piensa volver? Mi corazón intenta responder vagamente cada pregunta... "No sé donde está... Quiero pensar que está bien... No sé realmente si nos habrá olvidado, ni mucho menos si piensa volver."
Doy vueltas sobre mi misma, sin lograr sacar nada. Absolutamente nada. Rogaba ver tu sombra. Rogaba sentir tu perfume, ver tu pelo largo, ver tus ojitos, ver tus labios y tu sonrisa. Aunque fuese, por última vez. Aunque esa última vez fuese mi muerte. Aunque esa última vez, se llevase mi alma y lo que quedaba de mí.
Me quedé afuera de tu jardín, sintiendo que ya no tenía nada que perder... Que daba igual todo... Que te necesitaba...
Me quedé afuera de tu jardín, intentando autoconvencerme de que la clave estaba en dejarte ir. En no amarrarte a algo que no quisieras. En olvidarte. ¿Pero cómo hacerlo? Si en el día inconscientemente ya te estoy pensando, y me visitas por las noches, destruyendo y armando cada sueño, si me causas insomnio, si tu imagen no me deja conciliar el sueño, si me inquieta el pensar que ya no te tengo conmigo, si me duele el saber que tu presencia se ha esfumado, ha desaparecido de un día a otro... No puedo olvidarte, y para qué voy a mentirte... No quiero...
Me quedé afuera de tu jardín, extrañándote como nunca antes. Sintiendo una soledad que ni siquiera el ruido o la brisa que corrían, era capaz de llevarse. Soledad absoluta...
Me quedé afuera de tu jardín, contando estrellas, mirando nubes, contando incluso las gotas que de vez en cuando venían, mojando todo un poco a su paso.
Me quedé afuera de tu jardín, sintiéndome perdida, sin rumbo.
Me quedé afuera de tu jardín, muriendo lentamente. Implorando tu regreso..."
ESTÁS LEYENDO
Historias Cortas
Short StoryMás que nada, pienso escribir aquí las historias que se me ocurren, que no alcanzan ni de chiste a novela jajá... De todas formas no todo serán historias o microcuentos. También subiré reflexiones o cosas personales, que se me han venido a la cabeza...