Ahí estaba yo. Plantado frente a su casa. Supongo que me había armado de valor, y sin recordar muy bien cómo llegué allí. Creo que me lo cuestioné muchas veces antes de decidir hacerlo. Soy muy inseguro, de verdad. De hecho, estaba frente a la puerta, y aún no era capaz de tocar el timbre.
Me quedé un rato allí, y luego bajé un escalón, para sentarme en él, de espalda hacia la puerta. ¿En qué estaba pensando? Al menos, la pizza no iba a enfriarse... Espero...
Comencé a observar con detención el pequeño jardín de su casa. ¿Había dicho alguna vez lo lindo que es su jardín? Probablemente no. Es más linda ella, claro, pero... Maldición, el jardín, estamos hablando del jardín. Sí, bueno, es un jardín común, de pasto verde y un par de flores. Tal vez, a simple vista, nadie le note nada especial. Nada que llame su atención. Mentiría si digo que lo he estado observando por horas. Tal vez me he quedado mirándolo un par de veces por unos minutos. Cada vez que le acompañé a casa y le vine a dejar. Supongo eso le hace especial... Que es su jardín, y que me trae recuerdos. Tal vez suene estúpido o... Qué va, es... es muy estúpido, lo sé, lo siento... ¿Les había dicho que soy un tanto inseguro?
Hacía un poco de frío, eran vacaciones de invierno. Había nevado un poco por la zona. Al menos, donde estaba sentado, no estaba mojado ni nada. Había un pequeño techo protegiendo los escalones. El jardín estaba algo nevado, y flores quedaban pocas. Las temperaturas habían hecho lo suyo. Aún así, el jardín me parecía bonito, a pesar de apenas verse bajo la delgada capa de hielo que le cubría. Después de todo, bajo la nieve, seguía siendo el mismo jardín de siempre.
Me reí ante mis pensamientos, decidí levantarme y, por fin, tocar el timbre.
Tomé la pizza, me di un vistazo rápido, y lo hice. Me quedé un par de segundos allí, quieto, inmóvil, sin hacer nada. ¿Qué se supone debía de hacer? Ya había... En fin, olvídenlo.
La puerta no se abrió en varios segundos. Comencé a ponerme nervioso. <Te dije que era mala idea venir sin avisar, seguro ha salido> me reproché. Tomé el celular con dificultad. No quería botar la pizza, o terminar haciendo algo estúpido. Estaba usando guantes, llevaba una bufanda, y un gorro. Por fin tomé el celular, y cuando iba a marcarle, abrió la puerta.
-Dios, Danny, ¿qué haces aquí?- dijo notoriamente sorprendida.
-Bueno, yo... Sólo pasaba a verte...- respondí tontamente.
-Estoy... Estoy impresentable- sonrió y se tapó la cara -Venga, entra- se hizo a un lado, y me dejó pasar. Antes de entrar, me quedé mirándole unos segundos. Su mirada estaba algo húmeda... ¿Había...? -Entra, que hace frío- me dio un pequeño golpe en el hombro.
-Vale, sí, lo siento- mis pensamientos desaparecieron confusamente, y entré.
Ally estaba en pijama, despeinada, y con cara de haber dormido poco. Aún así, me parecía adorable. Siempre que nos veíamos, ella se presentaba peinada, con un perfume que es difícil de olvidar. Con algo de maquillaje, y ropa que me hacía sentir como alguien que no tiene con qué más vestirse. Siempre se veía bien. Y ahora, se veía igual de bien, de verdad. Nunca he entendido por qué las chicas siempre se arreglan tanto, si son bonitas tal cual son. Es más, diría que ahora estaba más linda, le estaba viendo tal cual era, y....
-Disculpa el desorden- dijo al pensar que era eso lo que veía.
-Oh, no, yo... No- reí sin saber qué decir.
-¿A qué se debe tu visita?- comenzó a ordenar. Dejé la pizza sobre la mesa, e intenté ayudarle.
El panorama era de alguien que había pasado toda la mañana sentado en el sofá, viendo tele, sin abrir las cortinas, comiendo helado, y usando pañuelos. Entonces sí había estado llorando... ¿Habrá sido una película?
-Hooolaaa, Danny, ¿estás ahí?- Ally me miró.
-Sí, lo siento... Nada, solo quise traerte pizza, es todo. Pensé que tendrías hambre, pero veo que no- miré el helado, y ambos reímos.
-La verdad, no quiero ver más helado en mi vida...- rio -Y sí que tengo hambre- colocó la manta en la esquina del sofá, y se sentó, a la vez que tomaba la caja de pizza y me invitaba a colocarme a su lado.
-Qué bueno, me alegro entonces de haber tenido una tan buena idea- dije haciéndome el importante.
-Ajá...- me miró unos segundos. Yo me puse muy nervioso. Sé que iba a decir algo, pero pareció arrepentirse. Bajó la mirada -La pizza huele bien- tomó un pedazo, y comenzó a comer -Oye niño, estás muy abrigado- dijo sin mirarme.
Era verdad, yo seguía con guantes, bufanda y gorro adentro de su casa. Me los quité de forma rápida, y los dejé junto a la manta. Ally simplemente comía su pedazo de pizza. La tele estaba encendida, a un volumen un tanto bajo. Pensé que era Netflix, pero la idea desapareció de mi cabeza en una fracción de segundo al ver la tanda comercial.
-¿Tus padres siguen de viaje?- se habían ido hace un par de días. Yo no sabía cuándo volverían.
-Sí... Vuelven en tres días más, creo...
-¿Estabas viendo una película?- necesitaba sacar tema de conversación. ¿Por qué ahora era tan difícil? Si había algo que me gustaba de Ally, es que nunca nos quedábamos sin tema. Hablábamos de lo que fuese, era genial.
-No, la verdad es que no... No hay nada bueno en la tele- rio suavemente.
-¿Y Netflix?- me acomodé mejor en el sofá.
-No se me ocurrió...
-¿Estás bien?- vale, no más rodeos.
-¿Por qué lo preguntas?- dijo bajito.
-No sé... ¿Lloraste o algo?- cuánto tacto al hacer la pregunta Danny, te felicito. Eres magnífico, de verdad.
Ally me miró, y dejó lo que estaba comiendo. Se quedó allí, mordiéndose el labio. No me miraba, pero vi que sus ojos comenzaban a llenarse de lágrimas. Caos total. Soy horrible consolando personas. Soy un chico, maldición, los chicos casi nunca lloran, así que casi nunca debo consolar a nadie. No siempre lo hacen en público. Yo lloro en casa, nadie me consuela y yo no consuelo a nadie. Yo no sé consolar, no sé qué hacer...
-Puede ser...- su voz sonó entrecortada. Estaba seguro de que sentía aquel típico nudo en la garganta.
-¿Ocurrió algo? Si no quieres hablar de ello, lo entenderé, es normal...- Danny, cállate, por favor.
-No... Simplemente soy yo- rio y bajó la mirada.
-¿Segura?- no me podía quedar tranquilo.
Ally suspiró con dificultad. Me miró y me abrazó. Me abrazó de una forma fuerte, como si su vida dependiese de ello, se aferró a mí. Apoyó su rostro en mi hombro, y comenzó a llorar. ¿Qué debía hacer ahora? Sí, están en lo correcto, no tenía idea. Simplemente atiné a rodearle con mis brazos. Ally lloraba, pero no era como un llanto descontrolado... Lloraba bajito, como si no quisiera que nadie más le oyese... Como si quisiera que yo tampoco escuchara. La dejé quieta. Al rato, intenté hacerle cariño en el cabello, y eso pareció calmarle un poco. Su abrazo se iba haciendo más débil... Su llanto pasaba a sollozos y respiración entrecortada, mientras lentamente se iba acomodando. Los minutos pasaban. Al rato, Ally tenía su cabeza en mi pecho. Estaba acurrucada, y simplemente se miraba las manos, mientras de vez en cuando suspiraba de forma entrecortada. Mi aporte a la situación no era más que acariciarle la cabeza. Es extraño, pero... En un momento en el que hubo completo silencio en la habitación, me sentí tranquilo. Era un silencio simplemente acompañado por la televisión, y nuestras respiraciones. Pero, no se oía nada más.
Miré a Ally. Esta seguía metida en su burbuja, y, realmente, no quería molestarle.
-Lo siento...- rio suavemente -Soy una tonta... Esto es... es muy estúpido- se levantó y se acomodó a mi lado, sentada.
-No, descuida, no pasa nada... Está bien, lo necesitabas...- Ally me miró con ternura, y negó con la cabeza. Intentaba decirme que, aunque no entendiera ni un poquito lo que estaba ocurriendo, agradecía mi presencia.
-Gracias por venir- apoyó su cabeza en mi hombro, esta vez, de lado. Fue raro haber adivinado lo que pensaba.
Dejé pasar unos segundos de silencio, y luego, ofrecí a Ally ver una película. Obviamente aceptó, e intentamos olvidar lo que había pasado hace algunos minutos, colocando una película de comedia. Un clásico.
Era la típica película americana de comedia, de humor fácil y tonto. Podrán adivinar que nos reímos toda la tarde, mientras comíamos pizza.
-¿Quieres helado?- ofreció Ally en un momento.
-Creí que no lo querrías ver más en tu vida- dije haciéndome el sorprendido.
-He dicho muchas cosas- hizo una mueca.
-¿Empiezo la dieta el lunes?- me burlé.
-¡Ya basta! Eso fue como hace tres meses, ¡supéralo!- rio y me dio un golpe en el pecho.
-No necesitas dieta, ya te ves bien, estúpida- eso se me salió. Era un pensamiento. No quise decirlo.
Ally se me quedó mirando en silencio. Bajó la mirada mientras sonreía. ¿Eso era bueno?
-Bueno, ¿quieres helado o no?- insistió sin dejar de sonreír.
-Bueno ya, qué pesada- rodé los ojos.
-De todas formas... Gracias- dijo mientras servía el helado.
-¿Por?- no entendí.
-Nada, olvídalo- rio.
-Dimeee- hice un puchero.
-Nada te dije- me pasó el pote con helado.
Después de unos segundos, pude entender que se refería a lo de antes. Lo del cumplido. ¿Por qué soy tan lento? No, espera, ¿por qué ella no podía decirme que era por el cumplido? Digo, no es tan difícil... En fin, es igual.
La tarde siguió avanzando, y las cosas no variaron mucho. Decidimos ver otra película del mismo estilo, mientras cuchareábamos el helado. En un momento de la película, la chica se acomplejaba un montón. Tenía una fiesta, y no tenía el maquillaje o algo así.
-¿Qué se supone que le pasa?- dije sin entender muy bien lo que ocurría.
-El maquillaje no combina- respondió Ally como si fuera algo totalmente normal.
-Qué estúpido, se ve bien tal cual... Ni siquiera necesitaba maquillarse- mencioné confuso. Ally pausó la película.
-Bueno, la chica no puede ir sin maquillaje.
-¡Pero si se ve bien así! En plan, tú. Digo... Podríamos vernos así, tu en pijama y tal, y te seguirías viendo bien- Danny, guarda silencio. Estás hablando de más.
-Ay, por favor, ¡estoy hecha un desastre!
-No es cierto... Te ves bien, al menos para mí- levanté los hombros.
-Eres muy optimista a veces, ¡estoy con un maldito pijama! ¡No puedo salir a la calle en pijama, Danny!- rio negando con la cabeza.
-Es como tu jardín... Es bonito, aún cuando está con capas de nieve encima, porque... En el fondo, a pesar de estar tapado en hielo, sigue siendo el mismo jardín bonito- Danny, estás muerto.
-¿Mi jardín?- Ally me miró confusa.
-Sí. Las flores ahora están marchitas por el frío, pero en primavera volverán a florecer, y volverán a ser las de siempre, porque siempre siguen siendo las mismas flores...
-No entiendo tu comparación...
-Lo que importa es lo de adentro, ¿no?- eres un tonto Danny, de verdad.
-Bueno, sí, claro, tienes razón. ¿Pero y la comparación? Te refieres a que... Siempre son las mismas flores, aunque se marchiten y tal, ¿no?
-Sí, creo...
-Es como que... A pesar de que me vea horriblemente desastrosa como estoy ahora, sigo siendo la misma Ally de siempre, ¿cierto?
-Sí, eso, a eso me refiero.
-Interesante...- ¿Interesante? ¿ha estado muy mal? Soy un desastre... ¿Se habrá enojado o algo? Ay Dios...
Ally le puso play a la película, y esta continuó. Me quedé callado pensando. ¿Estaba bien lo que había dicho? Tal vez fue muy confuso. Tal vez ni siquiera tenía sentido alguno. Es que... Las flores se marchitan en invierno, y se ven mal, pero siguen siendo las mismas flores. Pero una persona puede verse mal, pero por dentro, sigue siendo la misma. ¿Es algo así? Maldición, ¿cómo es que ni yo puedo explicar mis propias ideas? Qué fastidio...
Mientras mis confusos pensamientos me invadían, escuchaba a Ally reírse de alguna que otra parte de la película. Yo observaba la tele, pero no iba captando nada. Hace rato que había perdido ya el hilo.
La película terminó, y comenzaba a oscurecer. Debía irme.
Bobeamos un rato. Ally me quitó el gorro, y no podía irme sin él. Hacía mucho frío. Corrimos un rato por la casa, hasta que la atrapé, y se lo quité. Muertos de la risa, caminamos hacia la puerta, y allí comenzamos con el típico ritual de despedida. Yo estaba algo decepcionado de mí, porque... No había hecho lo que realmente quería. Pero ya era muy tarde... Cosas que pasan.
-Y bueno... Es todo- salí, y me quedé mirándole desde el mismo sitio en el que, un par de horas antes, me encontraba cuestionándome el si hacer esto era buena idea.
-Así es- suspiró. Los dos sonreímos sin saber qué más decir -Mi jardín está nevado- nos miramos -No sé por qué he dicho eso, ignóralo- rio como si estuviese avergonzada.
Iba a decirle que no era nada malo, pero me arrepentí. Estaba por bajar las escaleras mientras me despedía con la mano, pero decidí decir algo.
-La pasé genial... Gracias por... por dejarme entrar- reí, sabiendo que en el fondo, no era eso solamente lo que quería decirle. Me acobardé.
-Oye, a ti gracias por venir... Me la pasé... me la pasé muy bien- sonrió en la puerta -Bueno, en realidad... siempre me la paso bien contigo. Nunca lo digo, pero... Siempre la paso bien...- desvió la mirada.
-Oh, yo igual, siempre me la paso bien... Y, tampoco te lo había dicho... Pero... Sí, eso- volvimos a reír.
Comencé a bajar lentamente, pero volví a darme vuelta, y la miré.
-No, bueno... En realidad, sí había algo que quería decirte, y había un motivo para mi visita...- mi corazón se puso a mil, y me puse extremadamente nervioso.
-¿Ah sí?- Ally simplemente me miraba, pero no dejaba se sonreír. Me ponía feliz, pero a la vez, me ponía aún más nervioso.
-Sí... Y es... es importante- carraspeé. Subí los escalones, hasta quedar en frente de ella.
-Me estás poniendo nerviosa- me dio un pequeño golpe en el pecho -Ya dime...
-¿Prometes que no vas a enojarte o algo?- intenté sonar seguro, pero mi voz tembló.
-Depende de qué sea- se cruzó de brazos, yo suspiré, y notó lo nervioso que estaba -Luego lo pienso, no prometo nada, pero... No, no me voy a enojar- rodó los ojos.
-Bueno... Lo que quería decirte es...- agarré su mejilla, y la besé. Fue rápido, pero fue como si el tiempo se detuviese justo allí.
Me separé, y Ally me quedó mirando. Comencé a avanzar, dándole la espalda, pero me agarró del brazo, y esta vez, ella me besó. Fue un beso más largo... Sentí cosas que... que nunca había sentido antes... Pude sentir como sonreía en medio del beso, y bueno, yo tampoco pude evitar hacerlo después.
Nos separamos, con una sonrisa boba.
-Hasta pronto- Ally simplemente entró a su casa, se despidió con la mano, y cerró la puerta. Todo esto, obviamente, sin dejar de sonreír.
Yo quedé plantado, en medio de las escaleras de su entrada. Bajé, y quedé junto al jardín. Era el niño inseguro más feliz del planeta en aquel momento, en serio. Estaba realmente feliz... Demasiado feliz, diría yo. Era... No lo sé, demonios, no sé explicarlo.
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Historias Cortas
ContoMás que nada, pienso escribir aquí las historias que se me ocurren, que no alcanzan ni de chiste a novela jajá... De todas formas no todo serán historias o microcuentos. También subiré reflexiones o cosas personales, que se me han venido a la cabeza...