Te he echado de menos

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Mike estaba de los nervios, eso se notaba a quilómetros.

Se bajó de la bici cuando llegó delante de la cabaña, pero se quedó paralizado delante de la puerta.

Hacía menos de 48 horas que se había metido en aquellos túneles y Eleven había cerrado el portal; pero aún no había vuelto a verla.

Eleven.

Se pasó un año llamándola, esperando a que contestara, ignorando que la mayoría de la gente la daba por muerta. Pero hasta él había empezado a rendirse...

Hasta que la vio. La vio llegar con ropa negra, el pelo más largo engominado hacia atrás y maquillada, pero seguía teniendo sangre en la nariz, la misma forma en esos ojos que hacían a Mike perderse y, esa sonrisa que no tardó en darle al verlo.

Llamó a la puerta con una mano temblorosa, haciendo el código que Hopper le enseñó la tarde anterior.

Dos toques. Un toque. Tres toques.

Hopper les había explicado que de momento seguía siendo peligroso que Eleven saliera al exterior pero, después de muchísima insistencia por parte de los dos, ha accedido a que Mike pueda venir a visitarla de vez en cuando. Cosa que, de momento, es más que suficiente para ambos.

Mike se sobresaltó un poco al escuchar el ruido de todos los pestillos abrirse a la vez, pero su corazón se aceleró mucho más cuando vio lo que había escondido detrás.

Eleven, vestida con un peto tejano, una camisa de cuadros vieja y unas vans simples, le sonreía de forma tímida detrás de la puerta.

-Mike -Dijo en un susurro. Se hizo a un lado para que Mike pudiera entrar, y él tardó un poco en reaccionar. Cuando dio un paso al frente fue hacia ella, no se esperaba que Mike la abrazara tan repentinamente. Obviamente le devolvió el abrazo.

Él pasó sus brazos por el hueco entre el cuello y los hombros de ella y la apretó fuerte contra él, mientras ella lo abrazó por el tronco. Pareciendo dos piezas de puzzle perfectamente encajadas.

-Te he echado tanto de menos... -Susurró él contra su pelo rizado mientras cerraba fuerte los ojos. -No me refiero a estos dos días. Todo este tiempo.

-Yo también te he echado muchisimo de menos. -Le contesta ella apoyando su mejilla a la altura de la clavícula de Mike. -Te escuchaba hablar. Decir que me necesitabas... Pero era peligroso para ti.

-Te veía en todas partes... -Los dos habían empezado a hablar a la vez.

Se separaron lentamente y compartieron un momento de silencio mientras se miraban a los ojos. Daba igual el tiempo que habían estado separados, ahora estaban juntos.

Mike desvió la mirada de los ojos de Eleven para mirar la cabaña. La casa.

No era muy grande, pero no estaba echa un desastre. Era acogedora y suficiente para El. Le pareció un buen sitio para vivir.

-Este es mi hogar. -Dijo Eleven desde atrás.
-¡Tienes hasta tele! -Él asombrado de acercó y la analizó. Hopper la arregló al volver. -No es muy grande. Pero yo no tengo para mi solo.

Eleven, con una sonrisa de oreja a oreja por el simple echo de tener a Mike allí; con los ojos iluminados hablando de algo que le gusta, se sentó en el sofá y Mike se puso a su lado.

Hubo un pequeño silencio, donde Mike pudo observar el pelo de Eleven, ondulado y un poco más largo que el suyo propio.

-Me gusta tu pelo así. -Dice sonriéndole dulcemente mientras le pasa el dedo índice por un mechón que tiene en la frente.

-¿Bonita? -Su voz fue casi un susurro, quería parecerle bonita a Mike.

-No. -Le respondió Mike serio. -Preciosa. -Aunque intentara disimularlo, le temblaba la voz al hablar. Casi tanto como su mano que bajó del mechón de pelo hacia su mejilla sonrosada, acariciándola muy suavemente.

Eleven sentía que todo era irreal. Había estado demasiado tiempo esperando por él. Pero se le vino una cosa a la cabeza que la hizo separarse un poco. Mike frunció el ceño pensando que había hecho algo mal. Era casi tan inexperto como ella.

-¿Quién es Max? -Eleven habló en el mismo tono con el cual preguntaba el significado de alguna palabra, curiosa, pero con una pizca de rabia.

Eleven esperaba que Mike se pusiera nervioso o diera cualquier indicio de que Max también era alguien importante para él, pero lo único que hizo fue poner los ojos en blanco.

-Es una chica nueva de clase. -Hablaba casi con asco. -Lucas y Dustin quieren que esté en la pandilla. Hasta creo que a Lucas le gusta. -Tampoco le había prestado mucha atención a eso, últimamente había estado preocupado por Will. -A Will le es indiferente. Yo hasta hace dos días no quería que estuviera en el grupo. Ahora ya me da igual.

-¿Por qué? -Preguntó ella.

Mike dudó un momento en contestar, sabiendo que sus pensamientos le hacían quedar muy débil.

-Porqué hasta hace dos días yo solo pensaba en que tú no estabas. -Acaba admitiendo. -No quería a nadie más en el grupo. Y menos a una chica.

Eleven asintió a eso con una sonrisa. Ya se sentía mejor, así que se acercó un poco más a Mike y apoyó su cabeza en el hombro de este.

Él se sobresaltó cuando la televisión se encendió de golpe, pero luego recordó los poderes de ella.

Miró al lado y vio que en un lateral del sofá había una manta, la cual usó para taparlos a los dos. Ocasión que Eleven no desaprovechó para acercarse todavía más a Mike y acabar acurrucados mientras veían cualquier cosa.

Estuvieron una media hora así. Con las manos entrelazadas bajo las mantas y sonrisas en sus caras. Sintiéndose completos de nuevo.

- A Lucas le gusta Max... -Habló Eleven un rato después. -¿Cómo... Yo te gusto ti? -Este año Hopper le había enseñado muchas cosas, pero seguía sin entender todo lo que significaba gustar y estar enamorado.

Mike la miró haciendo una pequeña sonrisa mientras sus mejillas se volvían rojas.

-Más o menos. -Dijo simplemente.

-Entonces... ¿irán juntos al Snowball? -Volvió a preguntar ella. Un poco más desanimada.

-No lo sé... Tal vez.

-Yo querría ir. Contigo. -Dijo ella sonriendo tristemente.

Él acercó un poco más sus cabezas, en un momento íntimo.

-Cuando ya no sea peligroso... -Le dió un beso en la mejilla. -Vendrás. Te lo prometo.

Mileven Oneshots Donde viven las historias. Descúbrelo ahora