Mike dormía tranquilamente hasta que se sobresalta al escuchar unos golpes fuertes provinentes de fuera. Alguien está llamando a la puerta del sótano.
Como se pasaba la mayoría del día ahí abajo, sus padres decidieron convertirlo en su habitación. Le bajaron tanto la cama como el armario y él se sentía más cómodo.
Mike se pasa las manos por la cara rápido mientras vuelve a escuchar un golpe de la puerta. Cuando se dispone a levantarse para ver que está ocurriendo, la puerta se abre sola.
Parpadea un momento para comprovar si sigue soñando, pero no es así. Detrás de ella aparece Eleven, con un pequeño rastro de que ha usado sus poderes en la nariz. Pero lo más importante es que tiene los ojos inchados y la cara roja. Ha estado llorando.
-Mike. -Sus sospechas se confirman cuando se echa a llorar y se tapa la cara las manos. Mike corre hacia ella y la abraza. Y se da cuenta de que está empapada. Entonces escucha el sonido de la lluvia. ¿Cuando ha empezado a llover?
-Eleven, ¿que ha pasado? -Al separarse la coje de las mejillas, preocupado, y la mira a los ojos intentando descifrarla.
Hacía un mes que sabía que ella estaba bien, un mes desde que el portal se cerró y él volvía a ser el de siempre. Desde entonces no la había visto así.
-He...He tenido una pesadilla. Era-era muy mala. Yo... -Eleven habla tartamudeando y no puede más. Se vuelve a abrazar a Mike fuerte, apretando el agarre de sus brazos en su espalda y apoyando la cabeza en su hombro. -Hopper hoy dormía con Joyce. Y... no sabia que hacer.
Mike la acaricia intentando consolarla, servirle de algo.
-Ven, que te doy algo de mi ropa. -Le dice de forma dulce mientras le coge la mano. Ella sólo asiente. Va hacia la cesta de la ropa limpia y coge unos pantalones de chandal y una sudadera ancha. Le vendrá grande pero servirá.
Se la pasa y ella le sonríe, llendose hacia el baño.
Mientras Eleven se cambia, Mike aprovecha para quitarse las legañas, ponerse bien el pelo y aliarse el pijama. Como si a Eleven le importara si él no se ve perfecto. Para ella lo es.
Ella sale del baño con la ropa mojada hecha un ovillo en la mano y el chándal de su ¿novio? puesto.
-Cómo la noche en la que nos conocimos. -Le sonríe él. La pequeña sólo asiente y se sienta al lado de Mike en la cama. -¿Estas mejor?
-Un poco. -Se mueve un poco para acercarse a Mike. -He soñado con papá.
-¿Con Hopper? -Ella niega enérgicamente. Como si hubiera dicho una barbaridad. -¿Dr. Brenner?- Eleven mira para abajo y parece como si quisiera llorar otra vez. -Ei, ei, ei... -Mike se gira para estar cara a cara con ella y le vuelve a coger por las mejillas. -No puede hacerte daño. ¿vale? -Habla muy convencido. -Aún no sabemos por seguro si está vivo. Y aunque lo esté, no dejaré que nada nos separe otra vez. ¿Me entiendes? No pueden hacerte daño.
Eleven tarda unos segundos en hacer o decir nada. Pero cuando lo hace, Mike se queda paralizado.
-Te quiero. -Susurra mirándole a los ojos. A él le pilla completamente desprevenido y se queda parado.
Claro que él tiene muy claro que está enamorado de ella, que la quiere como nunca ha querido a nadie; pero no sabia que ella pensaba igual. Y sigue sin acostumbrarse al hecho de que alguien se fije en él de esa forma.
Al fin y al cabo, él es solo un pringado con cara de rana... Hasta que llegó Eleven.
-Yo también te quiero. -Los ojos se ambos se iluminan. -Muchísimo.
Se habían besado ya un par de veces, pero esa era la primera ocasión donde Eleven es quien se acerca a Mike.
Como siempre, solo es un toque de labios que dura unos pocos segundos, pero para ambos era como tocar el cielo.
La sonrisa que Mike le regala a Eleven justo después, es la cosa más pura y sincera que jamás había visto.
-Puedes dormir aquí, si quieres. -Eleven sonríe todavía más. -Vale. Yo dormiré en el sofá. -Se levanta con intenciones de irse, pero Eleven le coge de la mano.
-Quedate conmigo. -Le dice mirándole a los ojos. Él solo asiente y tumba a su lado, nervioso. Dormir con una chica era totalmente nuevo para él.
Se tumban de lado, mirándose a los ojos el uno al otro durante unos segundos, hasta que Mike habla.
-¿Quieres la luz apagada o encendida? -Ella le contesta moviendo ligeramente la cabeza, haciendo que se apague la luz.
En algún momento de la noche cayeron ante los brazos de morfeo, cogidos de la mano y sabiendo que se tenían el uno al otro.