Este Oneshot es algo así como la continuación del anterior, lo opuesto.
Eleven abrió los ojos, mirando por toda la habitación, buscando que la había despertado. Cuando escuchó los golpes.
Dos toques. Un toque. Tres toques.
Sólo podía ser Hopper o Mike, eran los unicos que sabían la contraseña. Los únicos que ella veía frequentemente.
Eleven supo al momento que se trataba de Mike, ya que el Sheriff le había dicho que esa noche tenia mucho trabajo, que seguramente no pasaría por casa.
Y se animó por eso.
A veces se asustaba de la mucha influencia que tenía Mike en ella.
Abrió los pestillos utilizando sus poderes mientras corría hacia la puerta. ¿Qué haría Mike allí a las tres de la madrugada?
No tardó mucho en averiguarlo, ya que antes de que pudiera llegar a la puerta, Mike la abrió desesperado y al verla, fue corriendo hacia ella.
La cogió por la cintura y la abrazó fuerte contra él. Como si no se hubieran visto dos días atrás, como si solo existiera ella.
Eleven se quedó parada un par de segundos, pero no podía rechazar un abrazo de Mike, así que le pasó los brazos por el cuello y se dejó hacer.
-Eres real. -Mike hablaba en susurros, como se hablara a él mismo, e iba acariciando el pelo de Eleven-Por dios, eres real.
-Mike. -Ella se separó un poco, preocupada. -¿Estás bien?
-Yo... -De golpe a Mike le pareció una tontería haber ido hasta allí.
La pequeña pareció leerle el pensamiento.
-Los amigos no mienten. -Dijo tranquila. -Puedes decirme. Sabes que lo entenderé.
Mike asintió y cogió a Eleven de la mano, llevándola hasta el sofá.
-He tenido... He tenido una pesadilla enorme. -Mike no se atrevía a mirarla a los ojos. No sabía que le pasaba. -Y... necesitaba venir.
Eleven le sonrió, intentando que confiara en ella.
-¿Que has soñado?
-Tú... He soñado que tú nunca habías existido. -Le cayó una lágrima por su mejilla, la cual intentó esconder. Pero ya era tarde, ella la había visto. -Era todo mi imaginación. Y nadie me creía... Y no te veía... Y no estabas....
A Eleven le rompió un poco por dentro escuchar lo destrozado que hablaba Mike. Que Mike la necesitara tanto.
-Soy real. Estoy aquí. -Movió un poco la mano y la entrelazó con la suya. -Esto es real.
-Ya lo sé... -Mike se sentía un niño pequeño. -Pero tenia que venir y ver que lo eras...
-Te entiendo. No pasa nada. -Ella sonríe de forma alegre. -Sabes que me encanta que vengas a verme.
Eso a Mike le animó un poco, y giró la cabeza para mirar sus manos entrelazadas, parecía que no se había percatado de ello.
-Tendría que ir a mi casa. Es muy tarde... -Él no quería irse. Ella no quería que se fuera.
-Quedate.-Él la miró sorprendido. -Yo también tengo pesadillas...
Los dos sabían que era una excusa tonta, pero lo único que hicieron fue sonreír.
De una forma un poco incómoda y aún cogidos de la mano, fueron hacia la habitación de Eleven. La cual se sentó en la cama y le hizo un gesto a Mike para que hiciera lo mismo.
Los dos se tumbaron tapándose con las sabanas, en silencio y mirándose. Cuando estuvieron debajo de las mantas mirando al techo, Mike habló.
-Antes te has equivocado. -Ella giró la cabeza para mirarlo, pero el siguió mirando arriba. -Has dicho que los amigos no mienten.
-Es lo que tu me enseñaste. -Eleven no parecía entender nada. Mike sonrió levemente.
-Pero tú y yo no somos amigos. -Soltó él, girándose para mirarla. -Somos mucho más.
Se movió, acercándose a ella, y cuando vio en sus ojos que no había resistencia, que le parecía bien, la besó.
Un beso corto que acabó con una sonrisa de Eleven, quien cogió el brazo de Mike y se rodeó con él mientras giraba, quedando como la cucharita pequeña.
Mike nunca se había sentido más completo. Nunca habían mirado a Eleven de una forma tan pura, tan genuina, como si fuera la cosa más bonita del mundo; solo él podía hacer eso.
Esa noche, nadie tuvo pesadillas.