III

260 14 2
                                    

Para Shiera todo aquello era extraño, muy extraño: Lugares, hombres, mujeres, ropas, objetos y hasta animales. En Marcaderiva ella vivía en un jardín de vivos colores rojos, verde, azul y violeta, allí en ese frío Norte la rodeaba toda una gama de gris y blanco. Ella estaba muy lejos, muy lejos del mar, de todo lo que amaba, a años luz de su amada Marcaderiva.

El primera día en la fortaleza de los Stark resultó sumamente aburrido, todos los presentes la miraban con desconfianza, a ella, a sus características físicas y su ropa, pues mientras todos vestían colores depresivos ella llevaba abrigos y capas verdes. Puede que un futuro ella se convirtiera en lady Stark pero por el momento solo era Shiera Velaryon y mientras llevaba la capa verde la hacía sentirse más cerca de su familia.

La...convivencia con los Stark era cuanto menos variada. El mayor, Rob, la trataba con cierto afecto, el pequeño Rickon era amable pero taciturno y esquivo, lady Sansa la ignoraba y Shiera no sabía por qué, la más pequeña de las Stark la molestaba por llevar vestido, el bastardo y su prometido...de él mejor ni hablar pues siquiera había dirigido la palabra a Shiera desde que llegó a ese castillo. Solo el bastardo, Jon, mantenía una relación de amistad. A la Velaryon no le molestaba su condición pues su propio tío bastardo, Aurane jugaba con ella muy a menudo, a pesar de quejarse todo el rato...puede que llevarse bien con Jon hiciese que la señora de Invernalia la mirase con ojos tan agresivos.

La segunda mañana despertó en su habitación, se le hacía raro. De muros desnudos y grises, no como los de Marcaderiva: Blancos y tapizados. Con una sola ventana, en lugar de un gran balcón y un pequeño escritorio y una gran chimenea, al contrario que en Marcaderiva.

Llamó una sirvienta para que ella pudiese vestirse. La mujer llegó y la ayudó con su vestido pero mientras la valyria quedaba en vuelta cada vez en más ropajes vislumbro una mirada de desagrado en los ojos de la mujer y le pareció normal, ella era Velaryon, sureña y valyria, allí, en el Norte, no era más que una extraña. Tras terminar con el vestido, Shiera se puso guantes, votas y se recogió el pelo utilizando el broce de joyas que su abuela le había regalado, nunca se lo quitaría.

Tras desayunar en sus aposentos salió a dar un pequeño paseo. Dos caballeros de su padre la siguieron, hasta el patio. Allí pudo ver a los criados y norteños haciendo sus vidas. Todos paraban para echar una pequeña mirada asombrada a Shiera, como si fuese un animal exótico traído de Essos.

Era sumamente incómodo. A lo lejos pudo ver a los hermanos Stark jugando con las espadas, Bran también estaba y a la chica sureña se le pasó por la cabeza acercarse a su prometido y tratar de entablar conversación, no quería llevarse mal con él...al menos si debía verle cada día de su vida.

A Shiera le resultaba familiar el sonido de las espadas y el acero chocar, le recordaban a su hermano mayor: Lucerys. Él peleaba todos los días en el patio de armas con sus primos y amigos, incluso enseñó a Shiera a cabalgar y a usar el arco, aunque desde que su padre descubrió esas prácticas clandestinas castigó a Shiera con no estar a más de dos pasillos del patio de armas, y ella como siempre obedeció...pero Lucerys luego le enseñó a pelear con una daga, aunque ella era francamente mala en eso.

Al acercarse al patio donde jugaban los Stark Shiera saludó. Jon y Rob le sonrieron de vuelta mientras que Bran pareció interesado en la nieve, Rickon en jugar y el protegido del señor, Theon Greyjoy, en disparar con el arco y mirar despectivamente a Shiera.

Ella se acercó unos pasos y debió tropezar pues cayó al suelo y sus rodillas dieron un golpe seco al tocar el suelo adoquinado. Fuese intencionado, o no, a los Stark les pareció gracioso, al igual que a la mayoría de siervos presentes. Shiera se alzó cohibida y muerta de la vergüenza salió corriendo por la primera puerta que encontró.

Recorrió pasillos desconocidos para ella y acabó escondiéndose en una recámara aleatoria que resultó ser la biblioteca del maestre. Era una sala de paredes y suelos de piedra desnuda, de techo alto y unas seis altas estanterías llenas de libros y viejos manuscritos. Había pocas ventanas y las que había eran pequeñas y dispares. Una estaba perfectamente situada sobre un viejo diván, dando a este una buena cantidad de luz...el lugar perfecto para leer. Shiera tomó el primer libro que encontró, se sentó y dejó que su vergüenza se perdiese entre las páginas del libro.

No supo cuanto estuvo encerrada en esa sala, seguramente toda Invernalia estaría buscándola pero que más daba, ellos iban a tener lo que querían: A Shiera ¿Acaso no podría ella encontrar un poco de dicha en la estancia en ese castillo?

Cuando iba por la mitad del primer y extenso capítulo del libro vio la puerta abrirse y ser Bryan que al divisar a Shiera sentada en el diván, pareció como si le quitasen un gran peso de encima. Tras él había otro soldado Velaryon y grande fue la sorpresa de Shiera cuando tras Bryan estaba Bran Stark.

-¡Mi señora!- Exhaló el caballero- Nos ha dado un buen susto. Absténgase de salir por ahí, que nos asusta.

Bryan y el otro caballero se acercaron pero Brandon quedó un poco más rezagado, eso entristeció a Shiera ¿Por qué no se podían llevar bien? Ella se llevaba genial con los niños de Marea Alta, corría y jugaba con ellos y luego hacía sus deberes con su abuela y las demás damas y con Monterys...con su querido Monterys jugaba a ser marineros y surcar los catorce mares, sin duda alguna el corazón de Shiera añoraba a su hermano sobre todas las cosas. Bran Stark tenía un cierto aire al pequeño Velaryon pero era mono y sus ojos chocolates más bonitos que los ojos violetas que Shiera había visto durante toda su vida.

Cayó en la cuenta de que debía disculparse, y eso hizo soltando un leve "perdón"

-¡Ah, señorita! Con pedir perdón no vasta- Se quejó el Celtigar- No vuelva a hacer locuras...o su abuela me matará.

Shiera formó una pequeña sonrisa.

-No volveré a irme así.

El caballero suavizó su gesto.

-Sea pues. Lord Stark, gracias por comunicarnos la desaparición de nuestra dama.

Bran se puso colorado.

-De nada.

Bryan volvió la cara hacia Shiera.

-Señor, dejad esa sonrisa de lado. Informaré de esto a lord Stark y mientras...Lord Brandon ¿Puede llevar a mi señora a sus aposentos?

-Claro- Sonrió Bran.

Bryan le hizo un ademán para que se levantara. Era un caballero que se tomaba demasiado en serio su trabajo, además compartía sangre con Shiera pues era nieto de la hermana de Valaena, la abuela de la familia Velaryon.

Shiera se llevó el libro, quería seguir leyéndolo antes de dormir. Junto a Bran salió de la biblioteca. Deambularon por unos pasillos que para Shiera eran idénticos pero al parecer para el lobo junto a ella eran todos distintos pues los recorría sin error y tras breves minutos llegaron ante la puerta de Shiera.

-Gracias, lord Stark.

-Puedes...llamarme Bran, mi señora.

La Velaryon asintió.

-Entonces tú puedes llamarme Shiera, Bran.

Él asintió risueño.

Ambos quedaron uno frente a otro sin saber que hacer. Bran estaba hipnotizado tratando de adentrarse en el laberinto de colores que eran los ojos de Shiera y ella no podía evitar mirar esos bonitos ojos color chocolate de su prometido y su corta melena castaña revoltosa y enmarañada por el esfuerzo de alguna actividad física.

-Bueno...

-¡Shiera! Te apetece...¿Venir conmigo mañana?

-¿A donde?

Bran sonrió.

-Solo lo sabrás si aceptas.

Shiera asintió con una pequeña sonrisa.

-Nos vemos mañana.

-Sí, nos vemos.

Bran salió corriendo y Shiera quedó allí, viéndolo marchar. Luego se resguardó en sus aposentos, se bañó y se recostó entre las pieles de la cama, continuando con la lectura de ese libro: La Danza de Dragones.

----------------------------

Arriba: Lucerys Velaryon.

El Viejo, El Verdadero, El ValienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora