Daenys sintió el rozar de la arena contra su piel incluso antes de poner pie en tierra. Habían fondeado cerca de Lanza del Sol y se dirigían hacia la costa en dispares botes. Junto a ella iban dos doncellas y dos caballeros, encabezados por Aurane.
El bravucón hermano bastardo de su señor esposo yacía recostado en su bote, gozando de los dones repartidos por el caluroso sol dorniense. Nunca doblegado, nunca roto. El lema de la casa Martell estaba simbolizado en esa indómita y tenaz tierra pues solo su astro rey y sus implacables arenas engullirían la mayor de las glorias y la más esplendorosa nación, como el fuego y el mar hicieron antaño con la vieja Valyria. Sol y arena...la mente de Daenys divagó con la corriente del mar, navegó al Norte, muy al Norte donde su hija, el amor de su corazón, padeciendo la lejanía de su familia y la abstinencia del vigor con que hogar siempre había nutrido a Shiera, su dulce Shiera.
Desembarcaron. Un contingente de soldados Martell les esperaban, todos a caballo y con lanzas. Vestían togas y turbantes naranjas, blancos, amarillos y rojos. Colores valerosos para hombres vigorosos.
-Lady Velaryon- Habló aquél cuya indumentaria hacía ver que pertenecía a una noble casa- Mi príncipe os espera ¿Nos acompañáis?
Cabalgaron largo y tendido hasta que llegaron al bello palacio, antaño erigido para una diosa envida, para la manifestación de la belleza y la naturaleza. Los frondosos jardines, los estanques y las cientos de fuentes, las estatuas y los muros enzarzados con cristales de colores, todo ello hacía que Daenys recordara cada momento en el que descalza recorrió aquellos laberínticos caminos.
El capitán de los Martell se dirigió hacia la dama.
-El príncipe os espera en sus terrazas privadas. Como comprenderá...
La señora sonrió.
-Por supuesto- Se dirigió a su guardia- Esperad donde el capitán os diga y Aurane...
El bastardo sonrió.
-...Procura no meterte en líos.
-¿Yo? Se hará lo que se pueda.
-Mi señora- Pidió el capitán.
Ambos se alejaron de la comitiva y comenzaron a recorrer los jardines, tras veinte años lejos de aquél lugar, Daenys seguía recordando el camino.
Llegaron al conjunto de terrazas que dominaban en palacio, donde nobles de dispares casas veían a los niños jugar felizmente en el agua.
Llegaron a una galería, con un tejado que impedía la entrada del los rayos solares. Dos guardia vigilaban y otro más, uno de pelo y barba blanca, alto y de curtido rostro que sujetaba una alabarda afilada y brillante.
Daenys recogió la falda de su vestido y se arrodilló hasta que sus rodillas tocaron el suelo.
-Saludo al príncipe de Dorne.
El hombre en la silla de ruedas tomó el carnoso rostro de Daenys con sus manos deformes, huesudas y esqueléticas, llenas de sarpullidos y bultos que hacían que el bello del cuerpo de la valyria se erizase por completo.
-Levántate, mi niña.
Daenys se alzó y miró aquellos paternales ojos marrones.
-Doran.
-A pasado mucho, mucho tiempo- El hombre miró con melancolía a los niños jugando- ¿Cuanto ha pasado desde que tú también corrías por estos jardines y bailaban en el agua de sus fuentes?
Daenys sonrió con tristeza.
-Una vida, Doran, pero no es momento para recordar el pasado. Os traigo una proposición de mi esposo.
El príncipe dorniense dirigió una mirada a su capitán y Areo Hotah mandó a todos los nobles que se retirasen, quedando solo ellos tres en las terrazas con las risas infantiles y el canto de los pájaros como única compañía.
-Háblame de tu proposición- Pidió el príncipe.
-No es necesario- Dijo ella- No hace tantos años que tu hermano y mi marido viajaron a Braavos y sellaron nuestro pacto ¿No lo recordáis, Doran?
-Perfectamente.
-El usurpador está confiado, despreocupado...es el momento de fortalecernos y atacar.
-Los Lannister le apoyan, Tywin Lannister le apoya y no mandaré a Dorne a las fauces del león.
Daenys miró al príncipe.
-Vos sois la víbora que ahogará al león. Ayudad a mi casa Doran, apoyadnos y conseguiremos que la casa Velaryon vuelva a tener la flota más poderosa de todo el mundo. Durante estos diez años mi marido no ha estado de brazos cruzados, ha estado reuniendo recursos y ha adiestrado a todos los niños de Marcaderiva en las Viejas Artes, dadnos barcos y nosotros os daremos a los Lannister en bandeja de plata. Por Elia, por Aegon y por Rhaenys...por ellos.
El príncipe guardó extremo silencio y miró a Areo que le devolvió la mirada, sin expresión alguna pero de alguna manera pareciese que solo con esa mirada ambos se comunicaban sin dificultad.
-Es decir, que estáis agregando una nueva faceta al plan ya existente ¿Las Viejas Artes? ¿Estáis segura?
Daenys asintió.
-Mis ancestros servían a los señores dragón de Valyria pero no montábamos dragones así que los vasallos de las grandes casas debimos tener otra forma de...poder. En año y medio los niños estarán listos.
-¿Cuántos?
-Seis mil.
-Seis mil adolescentes gritones no vencerán a los Lannister- Terció Doran.
Daenys se arrodilló y le miró a los ojos.
-Confiad en mi. Danos una flota y nosotros os daremos cuanto queráis.
-He de pensarlo, te daré mi respuesta en cuanto pueda.
-En un año pueden pasar muchas cosas, Doran, debemos estar listos.
Doran la miró.
-He de pensarlo.
La valyria suspiró.
-Por supuesto.
-Areo, lleva a mi señora a sus aposentos.
El guardia asintió y con su ronca voz pidió a Daenys que le siguiera pero Doran la detuvo un segundo.
-Él está aquí, eres consiente de que lo verás ¿no?
Daenys quedó estática y robó unos segundos para recomponerse.
-Lo sé.
Doran asintió, serio.
-Puedes retirarte.
Y se fueron.
Caminaron hacia sus aposentos con parsimonia pero con total tranquilidad, admirando los jardines hasta que lo escuchó, le escuchó a él.
-¡Daenys!
Su corazón se sobresaltó y se estrechó por el nerviosismo, sus piernas temblaron y sus labios se abrieron. Pareciese que la respiración se le atragantase en su garganta, a medio camino de sus pulmones y en dirección directa hasta su corazón.
Se dio la vuelta.
Que guapo estaba, bello como el alba y de rostro fiero como los de una víbora. Su pelo azabache estaba cubierto de finos cabellos plateados y su curtido rostro estaba tostado por el sol. Sus músculos era bien definidos a pesar de la edad...la edad ¿Cuánto había pasado?
Él se acercó, a paso lento como si ella fuese un espejismo que fuese a desaparecer al aproximarse a ella.
-Daenys- Dijo- Daenys...
Daenys, pronunciaba su nombre en susurros, a pesar de estar solos pues Areo Hotah se había retirado al verle llegar. Estaban solos, estaban juntos nuevamente tras casi veinte años. Tras veinte años, juntos.
Daenys suspiró con el aliento de un viejo amor.
-Oberyn.
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El Viejo, El Verdadero, El Valiente
FanfictionDe ella decían que era hija de los mismísimos dioses del mar, una doncella bella, valiente he indómita como el mar. En su sangre rugía el fuego de la antigua Valyria y por sus venas danzaban las corrientes del mar. Shiera Velaryon, hija de Marcaderi...