El rey de la luz

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El profesor de pociones se dirigió directamente al despacho del director, sin detenerse dijo la ridícula contraseña, cualquiera pensaría que un mago del calibre de Albus Dumbeldore no sería tan simple como para poner una contraseña de dulces, pero al parecer su máscara de viejo afable y algo senil, le funcionaba bien con la mayoría de los borregos del mundo mágico,quienes lo creían el paladín de la luz frente a las tinieblas.
Sentado tras su escritorio, en una silla demasiado ostentosa, se hayaba sentado un hombre de rostro afable y alma podrida, Albus Dumbeldore.

-Dime Severus¿ cómo has encontrado al chico ?- preguntó mientras paseaba tranquilamente en su despacho, bajo la atenta mirada de su fenix, hondeando una espantosa túnica amarilla anaranjados con reflejos turquesas y estrellitas, mientras degustaba sus odiosos caramelos de limón, Severus mantenía la esperanza de verlo atragantarse con uno de ellos.

-Bien, tan idiota como su padre o quizá más, aunque obviamente no se podría esperar otra cosa  - la respuesta de Severus hizo sonreir al director.

- Vamos Severus querido, debes olvidar los rencores del pasado, piensa que es posible que el niño acabe en tu casa- aunque Albus dudaba de eso ya tenía planes para que el chico acabará en Gryffindor, el chico solo era un sacrificio, el sacrificio perfecto.

- Ese chico jamás estará en Slytherin, como mucho sólo podrá ser un tonto Gryffindor, ni siquiera espero que sea un Hufflepuff al menos de estos se puede esperar algo - gruñó Snape, de mal humor.

-en alguna casa tendrá quedar Severus

- es idiota, tuve que petrificarlo para que se callara y me escuchara, no paraba de balbucear incoerencias - antes estas palabras Albus miró divertido al profesor de pociones.

-Severus no puedes ir petrificando a los alumnos en su propia casa, no me gruñas Severus, pero a un así, te agradezco mucho que haya aceptado ir, hubiera ido yo pero he estado ocupado buscando a los nuevos profesores, cada vez cuesta más con esos rumores de puestos malditos

- si no tiene nada más me gustaría retirarme,tengo que recolectar algunos de los ingredientes que usarán los alumnos de sexto y ya que esta, cambie el profesor de historia, ese maldito fantasma aburre a las mismísimas paredes - le aconsejo mientras se levantaba dispuesto a salir del despacho con un estilo dramático muy suyo.

Albus observó cómo el profesor de pociones salía, no terminaba de confiar en aquel hombre, no le gustaban aquellos que no podía manejar a su pleno antojo, los que pensaban por su propia cuenta, sin verlo a él como el gran faro de luz, bueno ya se desafía de él, cuando se deshiciera de sus  queridas
marionetas.

Soltó un pequeño suspiro mientras se acercaba a la chimenea.

-La Madriguera, Molly Weasley - el plan iba perfecto, segun lo tenía planeado el chico sería fácil de manipular, solo debía ultimar unos pocos detalles sin apenas importancia.

- Sí mi señor en qué podemos ayudarle- la voz de Molly Weasley sono caso tan ansiosa como la de Bellatrix, cuando se trataba de Voldemort, algo que hizo sonreír a Albus.

- ¿como van los preparativos querida?¿ saben ya todos los miembros de tu familia lo que deben de hacer?¿ creer que los gemelos nos traicionaran? no quiero fallos, - esa última pregunta era realmente la que más le inquietaba, los gemelos junto con Charlie y Bill no eran tan alimañas como el resto de la familia, que se arrastraban ante cualquiera con tal de obtener algo de oro y gloria.

- No, mi señor les prometí que de ayudar en la misión, les ayudará a tener su deseada tienda de bromas, es todo lo que han deseado en su vida, es su sueño, no perderan su única oportunidad, en cuanto a la poción está lista, y del resto mi hijo Ron se encargará de todo, una vez estén juntos en el tren, se encargara de hacerse primer y único amigo.

- Bien, espero que sus hijos estén a la atura Molly, ahora debo atender los asuntos del colegio, nos vemos pronto, a finales de semana recibirán el pago por sus servicios- cuando la cabeza de la señora Weasley desapareció del fuego una sonora carcajada que incluso elaria a un dementor resonó en el despacho del director.

Fawkes voló fuera de aquel despacho totalmente asqueado, si no fuera por el hechizo que  hace años le lanzó ese maniatico, tiempo haría  que lo hubiera abandonado en busca de un mago digno, pero ese maldito había dado con los secretos de su raza y ahora no podía librarse de él, solo rezaba a la Diosa que jamás logra su cometido con el chico Potter o de lo contrario Albus no solo sería el mago más poderoso de todos los tiempos, sino que además sería inmortal.

Y mientras sobrevolaba el bosque prohibido juró ayudar en todo lo posible al chico, y no era el único.

Harry Potter y la magia libreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora