-Capítulo 14.

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Y todo se sacudió en el camión de bomberos. La escalera plegable prácticamente voló entre los que viajaban sobre el techo, y de no ser por los reflejos de Luz le hubiese dado en toda la cara a la recién despierta Serena.

Eugene seguía desmayado, exento del mundo atroz que le rodeaba. Abraham sonreía con orgullo por haber destruido la escalera de la vieja pero bastante bien mantenida iglesia, y Tara... bueno, Tara estaba riendo por la emoción del momento.

Narra Serena: SereDixon

Lo primero que se me cruzó por los pensamientos fue la locura de la gente hoy en día.

En el pasado, un choque provocaba una suba de adrenalina en la gente tan alta, que los hacía llorar, temblar, sufrir un ataque de nervios. Ahora, todos los que estábamos encima del autobomba reíamos por el impacto. Que locos, ¿no?

—¡Volvimos nenas!— grité levantándome con los brazos en alto, sonriendo de oreja a oreja por esa entrada tan épica. Le daba un punto a Abraham por eso —Nos vamos un día y ya destrozan esta pocilga de los dioses. ¿Son tontos o qué?— reía, pero callé al ver a Milagros en el suelo. Su pantalón estaba desgarrado, pero no se veía sangre por ninguna parte de su cuerpo. Las mejillas de su amiga estaban brillosas, y notaba sus ojos rojos. Había llorado —¿Qué te pasó boluda?— pregunté mientras bajaba de un salto. Luz me siguió

Luz: —¿Te hicieron algo Mila? Juro que los mato...

Pero calló, pues Milagros había saltado sobre nosotras a abrazarnos... abrazo que no duró mucho.

—¡Auch!— gritamos Luz y yo cuando ella nos proporcionó una linda cachetada a cada una

Milagros: —¿¡Por qué son tan taradas?!— gritó a lo madre regañona. Oh no, esto era malo. Había visto a Milagros sólo un par de veces así, y no terminaba bien nunca.

—¡Nos fuimos a salvar al mundo!— dije con una pequeña sonrisa, intentando bromear un poco con el tema. Pero solo gane una mirada asesina de nuestra líder.

Michonne: —Dejen de gritar, atraerán caminantes...

Milagros: —¡Tu no te metas!— su inglés salió escupiendo algo de veneno sobre todas y todos. Hasta despertó a Eugene, milagro.

Luz: —Mila, escucha, alterada así terminaremos muriendo todos...

Milagros: —No, tu escúchame a mí— dio un paso al frente, acercándose más a nosotras, mientras tocaba su pecho con uno de sus dedos —Prometimos no separarnos y se fueron a ayudar a...— miró alrededor, dándose cuenta de que no era bueno insultar a sus nuevos compañeros —Se fueron, dejando a las otras desprotegidas, con gente desconocida...

—Tu también te fuiste— salté yo, algo enojada. Entendía lo que decía, pero nos fuimos por una razón, intentando buscar la cura a todo esto —Y tú eres la que confiaste en esta gente desconocida, yo no quería nada de esto

La gente tiene que aferrarse a algo para vivir, a alguien, a una causa. E intenté hacerlo con este viaje, intenté convencerme que podría solucionar todo formando parte del grupo de Abraham en su misión, pero eso se esfumó.

Junto a las posibilidades de encontrar a Lino.

Porque si, aún necesitaba encontrarlo. Y no pararía hasta verlo vivo...

O muerto.

Milagros calló, apretando sus puños y tensando su mandíbula. No quería pelear con ella, pero nos regañaba por algo que no debía.

[The Walking Dead] Sangre joven.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora