Miré mi libreta con la hoja en blanco. Luego alcé la mirada hacia el pizarrón donde la maestra de matemáticas sólo explicaba y explicaba cosas que ya entendía. Tomé mi celular y subí el volumen de mis audífonos ya que no me daban ganas de aprender algo que ya sabía. Observo el lápiz rosado que mi mano derecha sostenía y comencé a jugar con él. El rosa siempre ha sido mi color favorito.
Un bostezo largo se apoderó de mi boca y decido ver la hora. Solo faltaban 10 minutos para salir. ¿Por qué el tiempo pasa tan lento cuando quiero que pase rápido?
Prendí mi celular y reproduzco "Shine a light" a todo volumen. Me encanta escuchar así la música.
Mientras la canción sonaba, me dedico a observar mi entorno. Veía la boca de mi maestra e intenté leer sus labios pero, no pude. Veo a mis compañeros y todos tenían cara de aburridos. Pues, ¿cómo no? Está clase es más aburrida que nada.
Recargo mi cabeza sobre mi mano. Mis ojos comenzaban a cerrarse y el sueño comenzaba a multiplicarse.
Después de unos minutos, el tiempo eterno se volvió corto y ya era hora de irse al fin.
Tomé mi mochila para meter mis pertenencias. La verdad no tenía prisa pero ya quería irme. Llevé la mochila a mi hombro y después crucé mi carpeta en mi torso. Finalmente, atravieso la puerta del salón.
Puse mi celular en el bolsillo trasero de mi pantalón pero, al instante, comenzó a vibrar. Era papá y contesté mientras comencé a bajar las escaleras del edificio. Cuatro pisos... que flojera.
— ¿Bueno?
— Hola, hija ¿Qué tal tu primer día de clases?— dijo mi papá emocionado del otro lado de la línea.
— Pues...— fue el día más aburrido y, la verdad, esperaba más...
— ¿Pues...?— dijo esperando una respuesta.
— Bien, papá. Fue grandioso— mentí.
— Que bueno, corazón. ¿A qué hora sales?
— Em... papá. Ya salí.
— Oh... ¿enserio?
No puede ser... se le olvidó.
— Papá... ¿Se te olvidó?— dije preguntando lo obvio.
— Lo siento, hija. Ya estoy saliendo de casa.
Ay mi padre...
— No te preocupes. Puedo inscribirme en mi taller en lo que llegas.
— ¿A qué te inscribirás?
— Ya lo sabes, papá. Tú me conoces muy bien.
Y eso es cierto. Es mi padre, obvio que me conoce a la perfección.
— Música. Sí, eres mi hija— se escucha una pequeña risa al otro lado.— Te dejo, voy manejando.
— Adiós. Te veo luego.
Despego el celular de mi oreja y finalizo la llamada.
Ya llegué a la planta baja del edificio.
"Que fastidio tener que subir y bajar diario 4 pisos" pensé.
Me dirigí al centro del lugar donde estaba el puesto para inscribirse y al llegar encuentro una larga fila. Aunque tenía flojera, me formé. La fila avanzaba rápido después de todo.
Después de unos minutos, ya solo faltaban 5 personas antes que yo, pero la paciencia ya se me estaba agotando.
Al fin llegué frente a la hoja de registro. Tomé la pluma y llené todos los datos que me pedían.
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Se Suponía...
RomanceEvolet Hall es una chica común. Taylor Wood es un chico... no tan común. Dos caminos que se cruzan pero no como ellos esperaban...