QUINCE

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Tomé el botiquín de su mano y me senté junto a él. Ya sentada, puse la cajita sobre mis piernas y extendí mis manos hacia su cara, pero... me detuve.

Me miró y notó mi rostro. Estaba avergonzada, no quería agarrar su cara y que note lo boba y tontamente enamorada que me trae.

Porque, además, tiene novia...

— No hay problema, Evolet — parece que leyó mi mente.

Suspiré, asentí y tomé su rostro con ambas manos para examinarlo y ver sus heridas. La única herida grave que tenía era la del labio, entonces me dispuse a abrir el botiquín, agarré un pequeño pedazo de algodón y lo mojé con un poco de alcohol. Lo miré y noté que en su expresión se notaba algo de... ¿miedo?

Lo que haría la Evolet común y corriente sería molestarlo, pero no lo hice.

— Sólo arderá un poco — dije con la intención de calmarlo por que... arderá mucho.

Suspiré una vez más. Con una mano tomé su mandíbula suavemente y en la otra tenía el pequeño algodoncito el cual lo acerqué a su boca para finalmente comenzar a limpiar.

— Auch... — dijo de forma casi inaudible y alejándose un poco de mi instintivamente. Lo miré con una mueca para que se acercara de nuevo — Dijiste que no ardería.

— Mmm, no. Te dije que ardería un poco.

Me miró sabiendo que tenía razón.

— Es lo mismo — replicó.

— No, no lo es. Ahora acércate otra vez que aún no acabo.

Suspiró y, a duras penas, volvió hacia mí. Volví a tomarle de la mandíbula y a frotar el algodón contra su labio.

Mientras limpiaba, me quedé viendo sus labios. Eran... muy suaves visualmente y con un color tan deseable que daban ganas de robarle un beso. Pero una voz me interrumpió.

— ¿Evolet...? — ahora miraba a Taylor con más pena que antes — ¿Estás bien?

Y también mi moral me detuvo a pensar en lo que estaba por hacer.

— Oh. Sí, sí. Es sólo que tenías algo que no se quitaba y me quedé pasmada tratando de quitarlo.

— ¿Se quitó?

— Ah... Sí, sí se quitó—y le sonreí tratando de disimular mi rubor.

Pasaron otros 5 minutos para que finalmente terminara de limpiar su desastre de boca.

Fue entonces cuando volteé a ver sus manos y vi que los nudillos de su mano derecha también los tenía lastimados...

"Así que regresaste el golpe..." pensé.

Le tomé las manos, lo miré y desvió mi mirada porque supongo sabía lo que yo estaba pensando. Sin dudarlo más, me dispuse a comenzar el proceso de limpieza (de nuevo).

Y volvió a quejarse pero está vez sin alejarse.

Terminé de limpiar y tomé la venda enrollada del botiquín. Comencé a vendar su mano muy cuidadosamente.

— ¿Te duele mucho? — dije un poco (muy) preocupada mientras seguía vendando.

— No es gran cosa... no te preocupes, Evolet.

Lo miré de reojo y vi su cara de que le dolía mucho. Sonreí a mis adentros.

"Mentiroso" pensé.

Terminé poniendo el broche para sostener la venda.

— Listo. Ya quedó — dije sonriente.

Taylor miró su mano y también sonrió.

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