Mi primo iba muy bien con el tratamiento y, a decir verdad, a pesar de todo, los últimos días que estuve con él parecía muy feliz.
Ese mismo día que me confesó su homosexualidad, noté un brillo singular en sus ojos y supe que de verdad estaba enamorado de aquel chico que, un día después, me presentó. Se llamaba Ian y era un tipo muy agradable para ser honesta. Esa tarde le permitieron salir a Charlie del hospital y fuimos a comer juntos haciendo mal cuarteto mi prima Liz y yo... aunque no fue culpa nuestra porque los tortolos fueron quienes nos invitaron a nosotras...
Esa tarde me la pasé increíble con mi familia y ese fin de semana, aunque tuve una montaña rusa de emociones, no pude evitar sentirme feliz el último día que estuvimos ahí mi familia y yo.
— Hola, Evolet. ¿Cómo estás? — alcé la mirada y vi de pronto a "Mi chico dorado" con su desayuno en mano. Me arrancó de mis pensamientos y me percaté de que la bandeja de comida frente a mí ya estaba fría.
Miré el reloj de la cafetería. Solo me quedaba medio receso antes de que comenzara la siguiente clase. Al parecer me perdí en mis memorias por varios minutos. Era extraño recordar ese momento... habían pasado ya un mes desde que vi por última vez a mis primos...
— Cameron... Hola — dije aún medio ida.
— ¿Puedo? — preguntó inclinando su cabeza señalando el asiento frente a mí. Vi como su dorada cabellera se movía al compás de su cabeza.
— Oh, claro. Por supuesto.
Seguidamente, Cameron se sentó con su bandeja en mano. Tomé el tenedor y estaba por comenzar a devorar mi comida pero el chico frente a mí me interrumpió bajando mi mano alejándola de mi boca.
— Tu comida ya se enfrió... — de repente veo que cambia su bandeja recién servida por la mía la cual ya llevaba contemplando por quince minutos y, como si nada, comenzó a comer la comida fría que antes era mía.
— Cameron...
— Vamos, Evolet. — dijo con una sonrisa mientras terminaba su bocado del huevo revuelto. — Come.
— Gracias, Cameron. No tenías que...
— No, no lo digas. No fue ninguna molestia.
Sin decir nada, comencé a comer la apetitosa comida calientita que Cameron me dio.
Después de unos minutos, finalmente pude terminar mi desayuno y aún tenía 5 minutos de sobra, suficiente tiempo para poder alcanzar a recoger mis cosas del locker para la clase de Historia.
Volteé a ver a Cameron y noté que el ya había terminado. Tenía su celular y tapeaba la pantalla en señal de estar respondiendo a un mensaje. En eso, voltea a verme sintiendo mi mirada.
— Oh, ya acabaste. — ¿Acaso me estaba esperando? — Permíteme — dijo mientras se levantaba y tomaba ambas bandejas y después se alejó para devolverlas a la cocinera. Después, se regresó a la mesa — Vamos a clase.
— Ah... si— dije reaccionando y tomé mi mochila del asiento de a lado.— Claro.
"¿Por qué está siendo lindo conmigo? " pensé.
Aunque no podía hacerme ilusiones de nada. Tal vez Cameron era así conmigo porque simplemente él es una persona amable de forma natural... ¿Verdad?
Me paré del asiento y salimos juntos de la cafetería. En la entrada de ésta, nos detuvimos.
— Bueno, Evolet. Un gusto desayunar contigo. — dijo mientras me guiñaba un ojo. — Nos vemos luego — seguido de eso, se alejo y sacudió su mano en forma de despedida y yo le respondí con el mismo gesto. Aunque Cameron estaba en el mismo grupo que yo, la única clase que no compartía conmigo era la que seguía después del receso.
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Se Suponía...
RomanceEvolet Hall es una chica común. Taylor Wood es un chico... no tan común. Dos caminos que se cruzan pero no como ellos esperaban...