entelequia

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Entró a al baño sin antes ponerle el seguro, bajo la tapa y se sentó en el mientras alargaba un largo suspiro

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Entró a al baño sin antes ponerle el seguro, bajo la tapa y se sentó en el mientras alargaba un largo suspiro. Maldecia incondicionalmente cada palabra y cada movimiento de Román cuando la logró insultar. Tenía las demasiadas ganas de poder tenerlo en frente y ahorcarlo con todas las fuerzas existentes que tiene su cuerpo. Como lograba marcar tanto la palabra "asquerosas manos" que mientras lo pronunciaba una mueca demasiado notable se le formaban en los labios cuando la miro a los ojos llenos de odio, coraje y furia, juraba que por algún momento se le podía notar una pizca de maldad.

Saco un cigarrillo para luego prenderlo con un serillo y le dio una profunda calada, formó con su boca una gran "o" y dejo salir el humo en forma de un pequeño círculo que se desbanecia lentamente por la poca brisa del aire que lograba hacer el baño. Había recordado el incómodo momento entre Shelley y el cuter que se le había caido; lo saco de su pequeña bolsa de los jeans haciendole una pequeña herida en su dedo índice, examinó el cuter completamente mientras se susurraba a si misma un diminuto "aun no". Se llevo el dedo índice a su boca para luego chupar la sangre que caía de el.

El ruido del timbre que hacía comenzar las clases apuró a muchos a entrar y proseguir con sus estudios para ser alguien en la vida; sonaron los últimos ruidos de los casilleros cerrarse para luego dejar que el silencio en los pasillos domine los lugares de el Instituto.

Por su desgracia le tocaba Matemáticas a la primera hora, pero para su diminuta suerte sólo eran 20 minutos de clase. Dio una última calada a su cigarillo para luego tirarlo a la basura. Se acomodó su mochila mejor a sus hombros mientras se miraba al espejo y contemplaba sus bellos ojos azulados; no es que ella sea narcista consigo misma pero amaba el color de sus ojos, ya que los había sacado de su abuelo, el le hacía docenas de cumplidos cuando aun seguía con vida, el último cumplido que escucho salir de sus labios fue un pequeño "extrañaré esos  preciosos ojos de diamante" y que después había muerto de influenza.

Paso por los silenciosos pasillos para luego adentrarse a su clase, mala suerte, ella era la última en entrar, claramente había llegado un poco tarde. Que más da pensó mientras se encogia de hombros al mirar por la pequeña ventana que hacia ver el salón lleno de estudiantes concentrándose en su clase y entre ellos... ¿Román?
¿Pero que mierda? Se susurro. No pudo evitar pegar su rostro a un mas a el vidrio de la ventana para poder obvservar bien a la persona que estaba sentada en el centro de la clase, en efecto, era Román quien mordia el borrador de el lápiz con su mano izquierda mientras que con la otra tenía el codo en el banco apoyando su cabeza en esta, transmitía aburrimiento y un tanto de desesperación, no lo culpa, quien así no estaría en el primer día de clases. No se arrepintió en pensar que mejor se hubiera quedado en el baño, se giró para regresarse hasta que se topó con la figura de una señora parada frente a ella, que lentamente llevaba sus manos hacia su cintura seguido de un levantamiento de cejas, pensó que tal vez era la prefecta.

—Acaso no va a entrar a la clase Srta... —. Alargó esperando su respuesta.

—Delta—. Pronunció con molesta.

PURE - Román GodfreyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora