Un día más había terminado dando comienzo a la segunda semana desde su llegada.
Un maldito día más, sin noticias del paradero de su hijo. Había soportado ya demasiado, día con día apoyaba en cada cosa que pudiera solo para mantener su mente ocupada, incluso había estado entrenando con Alex para desatar un poco el estrés y la preocupación que se cargaba.
Pero, al contrario de Regina, este día no había nada para ella. Estaba sentada y con la vista fijada en el monitor, alerta a cualquier señal que el satélite pudiese dar, por mínima que esta fuese.
Esta vez no había nada que la pudiese mantener ocupada, nada que evitara que sus pensamientos se remontaran a su hijo perdido. Aquella preocupación que continuamente la acompañaba se acrecentó.
No es la primera vez que pasaba por algo como esto. Sin embargo, era la primera vez que tenia que viajar a otra tierra para encontrar a Henry. Siempre se había mantenido en su papel de Salvadora, aquella con carácter fuerte que no se derrumba ni ante el más grande de los desastres, aquella que se exigía más fortaleza de la que era capaz de manejar solo para mantener la union de un grupo o para ser el apoyo de quien se derrumbase a media tormenta.
Siempre a sido la fuerte del cuento.
Más, todos tenemos un limite. No importa cuantas veces hayas sido el héroe, que tan fuerte sea tu carácter, si eres el bueno o el malo de la historia, eso no importa, un ser humano, por más mágico que sea, tiene un limite en el cual se rompe. Y esta vez, Emma había llegado a su limite.
A su alrededor todos estaban haciendo lo que les correspondía, todos poniendo de su parte ante la inminente catástrofe que se avecinaba. Preparándose para proteger a los suyos y vencer ante un enemigo desconocido.
Y allí se encontraba ella, frente a un monitor esperando por alguna señal de su hijo. Su mente estaba corriendo a mil por hora plantando las posibles situaciones en las que Henry podría estar, su corazón rompiéndose cada vez que la muerte del joven aparecía en su mente.
Un calor inmenso, como una llama ardiente, brotaba de su interior, subiendo cada vez más y avivando el sentimiento de tristeza e impotencia que sentía en ese preciso instante. Su cuerpo se empezó a tensar y las lagrimas amenazaban con brotar de sus ojos. Por primera vez en mucho tiempo, se estaba quebrando.
No lo soporto más. Se levantó de repente lanzando la silla en la que estaba al otro lado de la habitación, llamando por completo la atención de los que se hallaban presentes. Sorprendiendo a todos, incluyendo a Regina.
Inmediatamente salió corriendo de la habitación hasta el lugar donde sabia que no estaría nadie en esos momentos. La sala donde le permitían dormir.
En esa habitación se lo permitió, había llegado a su limite y ahora necesitaba sacar todo aquello que llevaba sobre los hombros.
Arrinconada y con la cabeza sobre sus rodillas, las lagrimas se abrieron paso.
Su cabeza seguia dandole vueltas a la situación, tanto que comenzaba a doler. Aquel sentimiento de tristeza parecía no tener cura, en cambio, en ese instante todo giraba en torno a la imagen de su hijo siendo maltratado por un mercenario interdimensional.
Play a la canción
No fue hasta que sintió una mano posarse sobre su hombro que se permitió alzar la vista. Sus ojos ardían por la sal de sus lagrimas.
-Ven, levántate de ahí. Podrías lastimarte algo.- La voz de Regina fue melódica en ese instante.
Se levantó del rincón en el que se había refugiado con la ayuda de la morena. Regina tomó su mano y la guió hasta la cama que se hallaba en la habitación.
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Incógnita
FanfictionNo son mujeres comunes. Por un lado esta la dueña de una renombrada empresa, por el otro, una súper mujer que puede cargar un camión con una mano. Mujeres especiales merecen una historia especial, una historia con una gran incógnita sin resolver. E...