Jimin.

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Era tan sabio que ningún hombre quería meterse con él, por más que tuviera ojos de miel y una boca brillante, por más que su cuerpo acariciara la imaginación despertando las ganas de mirarlo desnudo. Daba temor quererlo, porque algo había en su inteligencia que sugería siempre un desprecio por su mismo sexo y sus confusiones.

Pero aquel hombre que no sabía nada de él ni de sus libros, se le acercó como a cualquiera. 

-Hola.- Una voz medio ronca habló muy cerca de su oído, asustandole un poco, haciendo dar a sus hombres unos leves brincos y cerrar sus ojitos de la impresión. Al dar una vueltecita con la cabeza, apreció una hermosa sonrisa de dientes grandes y blancos. 

Mordió levemente su labio  inferior.-Hola.-Respondió suavemente, casi como en un susurro.

-¿Cuál es tu nombre?- Preguntó sonriente comenzando a caminar a su lado con aires de tranquilidad y las manos detrás de la espalda.

-Oh... Jimin, me llamo Jimin.-

-Mmm... qué nombre más bello, Jimin.- Pensó que su nombre era una total delicia.

El más bajo se sonrojó con levedad.- Muchas gracias señor...

-Jungkook.- responde.

-Jungkook. Tu nombre no es menos bello.- dijo tratando de devolverle el halago, aunque también fuese cierto. 

-Gracias.- le sonrió haciendo que las leves y tiernas arrugas en las esquinas en los ojos le aparecieran.

El camino puso un tanto nervioso al menor, pues parecía que la embriagadora presencia del más alto le quemaba unos cuantos millones de neuronas. A lo largo del recorrido, el hombre de cabello negro trató de mantener siempre la conversación a flote, incluso contando una de sus pequeñas historias con uno de sus mundos desconocidos. Jimin quedó fasinado con eso que sabía que el mayor se había inventado sin esfuerzos. Incluso llegó a hacer reír a Jimin en una de sus platicas que cada vez parecía llevar más profundidad.

-Bueno.- Dijo cuando se vio en la puerta de su hogar. 

-Oh, ya llegaste, entonces- Sacó al fin su mano detrás de su espalda entregándole una rosa roja de gran tamaño.-Esto es para ti. Sé que sólo nos hemos visto un rato, pero en verdad me pareces hermoso.- dijo con valentía.

Jimin con los ojos muy abiertos y las manos nerviosas tomó la flor y luego la llevó a su nariz tratando de conseguir un poco del olor del que esta disponía.- Oh, señor Jungkook, es hermosa.

-Por favor, dime sólo Jungkook- le pidió.- No me hagas sentir viejo.- le rogó.

-Muchas gracias Jungkook.- Le respondió con voz dulce.

Cuando se habían despedido entró a su casa, dejó las compras sobre la mesa y cogió un florero de vidrio para su rosa.. su rosa. Subió a su habitación y se acostó de boca abajo cubriendo su sonrisa.

Jimin lo había dotado de una inteligencia deslumbrante, una virtud de ángel y un talento de artista. 








En el fic Jimin es menor que jungkook






Hombres de ojos pequeños ; Koomin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora