Un día,

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Jimin había vuelto a llevar a su casa a jungkook. Eran las doce del mediodía, el menor había ido de nueva cuenta al mercado por las verduras y frutas, cuando, como era ya de costumbre, jungkook le saludó al oído provocando una leve sorpresa. 

Leve porque era justamente eso lo que había estado esperando a lo largo de todo el camino, así que más que una sorpresa, era una alegría. 

-¿Quieres entrar?-Le pregunta el adorable joven batiendo las pestañas. Buscando algo.

Jungkook gustoso aceptó gustoso, mordiéndose el labio inferior al entrar a casa del menor. Buscando algo.

-Dejaré esto aquí, puedes esperarme en mi cuarto.- Comentó dejando la bolsa de compras en la cocina 

La madre de Jimin no se encontraba en casa, ya que había ido a visitar a su madre. Jimin no pudo ir también, ya que fingió estar enfermo del estómago, él sólo quería pasar más tiempo con Jungkook. Su abuela era un amor, pero la habían ido ya a ver hacía uno s pocos meses.

Arrojó apresurado la bolsa que contenía las compras, dejando las cosas sin acomodarlas realmente  y se apresuró a subir las escaleras. Al detenerse en la puerta de su cuarto, se detuvo nervioso mirando la puerta, respiró ondo, y dejó salir a sus nervios, armándose de valor para posteriormente, abrir la puerta.

Grata fue su sorpresa,en cuanto fue atrapado entre un cuerpo fornido y la pared. 

Al parecer Jungkook se había escondido detrás , para encontrar lo que ciertamente ambos habían entrado buscando.



Hombres de ojos pequeños ; Koomin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora