De hablar y hablar lo hizo comer como Dios manda. Ni siquiera se dio cuenta de cómo fue. Lo llevó a una caminata por el jardín. Cargaba una cesta con frutas, queso, pan, mantequilla y té. Extendió un mantel sobre el pasto, sacó las cosas y siguió hablando mientras empezaba a comer sin ofrecerle.
—Le gustaban las uvas —dijo el enfermo.
—Entiendo que lo extrañes.
—Sí —dijo el enfermo acercándose un racimo de uvas —. Besaba regio. Y tenía suave la piel de los hombros y la cintura.
—¿Cómo tenía? Ya sabes —dijo el amigo como si supiera desde siempre lo que lo torturaba.
—No te lo voy a decir —contestó riéndose por primera vez en meses. Luego comió queso y té, pan y mantequilla.
—¿Rico? —le preguntó Taehyung.
—Sí —contestó el enfermo empezando a ser él.
Una noche bajaron a cenar. Jimin con un vestido nuevo y el pelo brillante y limpio, libre por fin de la mata polvosa que no se había peinado en mucho tiempo.
Veinte días después él y su amigo habían repasado los recuerdos de arriba para abajo hasta convertirlos en trivia. Todo lo que había tratado de olvidar Jimin forzándose a no pensarlo, se le volvió indigno de recuerdo después de repetirlo muchas veces. Castigó su buen juicio oyéndose contar una tras otra las ciento veinte mil tonterías que lo habían hecho feliz y desgraciado.
—Ya no quiero ni vengarme —le dijo una mañana a Taehyung—. Estoy aburridísimo del tema.
—¿Cómo? No te pongas inteligente —dijo Taehyung—. Éste ha sido todo el tiempo un asunto de razón menguada. ¿Lo vas a convertir en algo lúcido? No lo eches a perder. Nos falta lo mejor. Nos falta buscar al hombre en Europa y África, en Sudamérica y la India, nos falta encontrarlo y hacer un escándalo que justifique nuestros viajes. Nos falta conocer la Galería Pitti, ver Florencia, enamorarnos en Venecia, echar una moneda en la fuente de Trevi. ¿Nos vamos a perseguir a ese hombre que te enamoró como a un imbécil y luego se fue?
Habían planeado viajar por el mundo en busca del culpable y eso de que la venganza ya no fuera trascendente en la cura de su amigo tenía devastado a Taehyung. Iban a perderse la India y Marruecos, Bolivia y el Congo, Viena y sobre todo Italia. Nunca pensó que podría convertirlo en un ser racional después de haberlo visto paralizado y casi loco hacía cuatro meses.
—Tenemos que ir a buscarlo. No te vuelvas inteligente antes de tiempo —le decía.
—Llegó ayer —le contestó Jimin.
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Hombres de ojos pequeños ; Koomin.
Short StoryJimin se enamoró como se enamoraban siempre los hombrecillos inteligentes: como un idiota.