Capítulo 14.

54 3 0
                                    

1-14

-Muy bien... ¿Entonces esto es...?

-Cállate, déjame pensar... - le reté.

-No me digas que no lo sabes - lo miré asustada.

-¿No podemos hacer esto después?

-Ahora - bufé -. ¿Y cuál es la raíz...?

-Espérate... Eh... ¿Ocho? - vi que su rostro se relajó un poco - ¡Ocho! - me erguí para escribirlo a toda velocidad - ¡Terminé!

-No.

7 ejercicios más tarde...

-Demonios...

-¡Al fin!

-¿Qué no debería decir yo eso? - me miró tratando de no reír por mi comportamiento de niña pequeña.

-¡Terminé! Y sin tu ayuda - sonrió -. ¡Ya soy niña grande! - soltó una risa.

-¿Ahora qué? - miró a los lados - ¿Acaso no hay nadie más? - negué, mientras recogía todo.

-Mamá trabaja hasta tarde... Y papá se encuentra en un viaje.

-¿Qué no tenías hermanos?

-Sí, los tengo. Pero ellos ya no viven con nosotros... Ya "son grandes" - asintió -. Um... Gracias... - sentí que me sonrojé levemente - Ya eres libre - abrí los brazos, como tratando de volar.

-¿Te quedarás sola? - me encogí de hombros.

Caminé hasta el sofá, en donde me tiré para luego encender el televisor.

Escuché sus pasos acercarse con lentitud, hasta estar frente mío.

-¿Te vas a quedar ahí? - levanté la mirada, encontrándome con la suya.

Sin responder, se acercó a la ventana, abriendo las cortinas.

-Mejor me quedo - dijo aún con la mirada por la ventana.

Se hizo a un lado para que yo pueda ver lo que estaba pasando afuera, y, al parecer, se acercaba una gran tormenta; casi no se veía nada debido a las hojas y la neblina que recorría lentamente por las calles acompañada con el viento que se podía oír bien claro si te concentrabas.

-A que no te lleve el viento ahora - caminó hasta llegar de nuevo junto a la persona tirada en el sofá, que en lugar de persona, parecía un animal muerto.

-Pues si no te molesta... - enarcó una ceja, esperando alguna reacción de mi parte. Fruncí el ceño, viéndolo como tarada.

-Ah... Te quieres sentar - dejé caer las piernas al suelo, e inmediatamente se sentó ahí.

Me di cuenta de que lo más probable era que mi cadera se desprendiera de mí debido a la posición en que me encontraba, entonces volví a subir las piernas, acorralándolo ahí, sin permiso alguno.

-Espera - trató de levantarse. Lo miré fulminante.

-No pienso bajar de nuevo las piernas.

-Te estás congelando - no entendí su punto, pero igual las bajé.

Caminó hasta llegar al aparato caliente, moviéndolo más hacia mi dirección.

Sentí una corriente de aire caliente llegar hasta donde yo estaba, lo cual hizo que la piel se me erizara.

¡Bendito sea el castaño!

Volvió a su lugar anterior, lo cual significa que lo volví a acorralar.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: May 12, 2014 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

El último año.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora