Capítulo 1.

177 4 0
                                    

Las preciadas vacaciones... se fueron... En las cuales, por cierto, no hacía casi nada.

No sé si levantarme o hacerme de la enferma...

Algo me dice que vaya... ¿Debo obedecer?

-¡Arriba! - entró estruendosamente a mi habitación - Tu primer día en el instituto.

-¿Cómo es que estás emocionada? - me froté los ojos

-¡Es tu último año! ¿Cómo no estarlo?

-Es que... Nada.

-Vamos, prepárate - suspiré, sentándome en la cama.

Salió de la habitación, dejándome de nuevo en el silencio.

Caí de espaldas en el colchón, echando un suspiro que se habrá escuchado hasta el otro polo.

Hay que ser positiva... Último año, último nuevo instituto, últimos problemas con compañeros idiotas... Último todo... Aunque... tendré que pasar diez meses con ellos.

-Maldición.

Me senté de golpe y fui como rayo al baño. Lo único que me levantaba por las mañanas era una ducha.

La idea de tomar un baño es que sea pacífico, ya que es el único momento en donde uno tiene esa... soledad que necesita, pero claro, hoy mi querida madre decide golpear la puerta como desquiciada.

-¡Ni que fueras Hulk! ¡Ahora no eches la puerta! - dejó los golpes y escuché sus pasos alejarse.

Cincuenta suspiros rápidos más tarde...

Salí envuelta en dos toallas; una por todo el cuerpo, y otra cubriéndome los hombros y brazos.

Qué energía se ha de tener para secarse, eh... Mejor me sacudo como un perrito empapado.

-Mala idea... - maldije, tratando de sostener el equilibrio - Mala idea.

Por donde quiera que mirase, las gotas estaban ahí.

Por algo soy rubia.

Suspiré.

A la mayor velocidad que pude, me puse lo primero que se me pasó por la vista, para al final terminar con unos jeans justos y dos remeras con un polerón encima puesto, y claro, los tennis no pasan desapercibido.

Ahora el pequeño bolsón en donde llevo los...

-¿Dónde lo he metido?

... cuadernos.

Debe estar abajo.

Bajé corriendo de las escaleras, y gracias a eso casi me atravieso el ojo con la madera.

-¿Estás bien? - pero claro que a parte de su preocupación, su risa tampoco faltaba.

-Sí, sí... No hace falta que te preocupes - me levanté, sacudiendo la ropa -. Estoy bien - me encogí los hombros.

-Pero qué buen ánimo el tuyo hoy, eh.

-No hagas que te diga lo mismo de siempre, mamá.

-Vale - levantó los brazos, en señal de rendición -. Por cierto... ¿Ya has abierto el refrigerador? - negué mientras me acercaba a ésta.

-¿Qué tiene?

-Pues abre.

-No me digas que está Narnia aquí dentro - la abrí.

Ha ser sincera, la abrí con la ilusión de encontrar Narnia, pero ya que la suerte está siempre de mi lado (nótese el sarcasmo) encontré otra cosa; una insignificante cosa que no me llevará a ningún otro lugar.

El último año.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora