VI

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El primero de septiembre de 1968, el chango hocicón nos amenazó directamente.

Vimos el informe en casa de mi Twiggy, todo el comité le recordaba a su madre, pero cuando la amenaza pareció, todos guardamos silencio. Luego el Felipe se rio nervioso, todos terminamos explotando en carcajadas. Nadie sabía por qué lo hacíamos, nadie sabía que la risa es una manera del cerebro de sentir miedo.

Fuimos ingenuos, debo admitirlo, nos pasamos de pendejos, pero es que nadie se le cruzó por la cabeza. Y ahora, después de tantos años, estoy segura que si lo hubiéramos advertido no hubiéramos parado. Éramos jóvenes y la inmortalidad parecía nuestra. Ilusos.

Camila habló con mis padres, me pidió que la esperara en el auto, no supe que les dijo, pero aceptaron sin chistar que me quedara en su casa. Bajó con mi maleta y yo subí a hablar con mi familia, besaron mis mejillas y se despidieron como si me fuera de vacaciones. Y yo, estaba tan confundida que sólo los abracé igual. La Twiggy no respondió a mis preguntas, pero estaba tiesa agarrando el volante, con la cara acartonada.

Vivimos casi un mes juntas. Las reuniones eran cada vez más seguidas y es que el gobierno estaba sacando las garras, era la recta final para el inicio de las Olimpiadas. Ya no podíamos salir a las calles a manifestarnos sin que, a punta de culatazos, nos dispersaran. Tomaron con tanques y metralletas, así como viles mercenarios, Ciudad Universitaria y el Casco de Santo Tomás. Los militares pululaban a sus anchas en las calles, como si fueran suyas. Todos los transeúntes también entraban en esa pertenencia. La ciudad parecía campo de guerra, y nosotros éramos pintados por los medios como guerrilleros. Así aprendimos a desconfiar de ellos. Sólo teníamos cuerpos y mentes, nada de armas, nada con lo que pudiéramos pelear a la par; pero así ya nos tenían miedo. Un animal ataca sólo cuando se ve acorralado. Los hijos de puta tenían miedo y rencor, ¿cómo es que les iban a malograr sus Olimpiadas una bola de mocosos?

Los acorralamos pensando que cederían, pero los hijos de puta atacaron...

Llegué al departamento después de un llamado para otra marcha, íbamos a someter a votación el nuevo plan de acción, ya que el ejército había salido de las universidades; la Twiggy no había ido, sus padres la habían llamado urgentemente. Cuando regresé, ella ya estaba ahí, parada en la ventana abierta, fumando. Me acerqué por detrás y la abracé, ella se mantuvo rígida contra el muro y mi cuerpo. Inhalaba y exhalaba el humo, abstraída mirando hacia la nada. Tiró la colilla y separándose de mi abrazo me miró a los ojos. Tenía esa cara acartonada, pero había algo más. No entendía que le pasaba. Suspiró y se lanzó a mis brazos, a mis labios, prácticamente a empujones me llevó a la habitación, terminé acostada contra el colchón con ella encima de mí, se quitó la blusa de un tirón y comenzó a besarme desesperadamente. Condujo mis manos debajo de su falda, pero me resistí, la tomé por las muñecas.

—¿¡Qué carajos te pasa Camila!? —se desplomó sobre la cama y comenzó a llorar— Ey... Perdón, sólo, me sentí como un objeto... Perdón por gritarte —balbuceé, pero ella negó rápido con la cabeza.

La abracé y se acurrucó en mi pecho. Temblaba al ritmo de los sollozos, la sostuve lo más fuerte que pude, tenía miedo de que se deshiciera.

—Prométeme que no vas a ir mañana —dijo contra mi pecho.

—¿Qué? ¿Por qué? —sollozó más alto.

—Los hijos de puta planean destruir el movimiento de una vez por todas sin importar el cómo sólo deben hacerlo, la orden llegó de Presidencia. Lauren no vayas mañana por favor te lo ruego... —se pegó lo más que pudo a mi cuerpo.

—¿Có... cómo sabes eso? —el miedo comenzaba a trepar por mi garganta.

—Mi familia es... es importante, Lauren... ellos saben cosas, por eso me llamaron.

Nos quedamos abrazadas hasta el que cielo se volvió rojizo y luego negro. Ninguna tenía el valor de moverse. La oscuridad avanzaba y dejar de sentirnos, era sinónimo de la posibilidad de perdernos entre las sombras. Sólo la propiocepción extendida al otro cuerpo importó esa noche.

Todo es culpa de las minifaldas [Minific - Camren]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora