VII

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Me levanté con los brazos engarrotados, nos habíamos sostenido con demasiada fuerza esa noche. Moría de hambre y sabía que Camila igual, me levanté a hacer un desayuno sencillo. Mientras el café caía a gotas hacia la cafetera, me senté en la sala, lo que había pasado el día anterior parecía un mal sueño, algo que sonaba tan irreal que no podía ser cierto. El libro de poemas de Paz seguía encima del librero, lo tomé y lo leí en voz baja.

"¿la vida, cuándo fue de veras nuestra?,

¿cuando somos de veras lo que somos?,

bien mirado no somos, nunca somos

a solas sino vértigo y vacío,

muecas en el espejo, horror y vómito,

nunca la vida es nuestra, es de los otros,

la vida no es de nadie, ¿todos somos

la vida? pan de sol para los otros,

¿los otros todos que nosotros somos?,

soy otro cuando soy, los actos míos

son más míos si son también de todos,

para que pueda ser he de ser otro,

salir de mí, buscarme entre los otros,

los otros que no son si yo no existo,

los otros que me dan plena existencia,

no soy, no hay yo, siempre somos nosotros,"

Repetí los versos de Paz. El café había terminado de caer y yo lo supe. Mis actos eran los de todos y viceversa. Dejé en desayuno en la mesa, tomé un trago largo de café y salí. El frío mañanero me acorraló la piel, tomé el camión y bajé en casa de la Nacha. Sonrió al verme.

—¿Y tu muégano? Digo, la Twiggy —soltó una carcajada.

—Los papás andan encima de ella, la quieren otra vez en la casa de las Lomas.

—¿Ya le descubrieron que vive en la isla de Lesbos? —sonreí un poco.

—No, no sé qué mosco les picó... Oye Nacha...

—Dime, Lorem.

—Hoy hay que tener mucho cuidado, estamos a diez días de las Olimpiadas... Los que no tienen madre nunca la tienen.

—No te apures, que no más vamos a decir unas palabras y ya, nuestra lechita y a dormir —asentí y la ayudé a terminar de pintar la manta.

No sé por qué no le dije lo que sabía... Creo que fue la esperanza de que fueran puros chismes de los papás de Camila, para que se saliera de una buena vez del mendigo movimiento... La puta esperanza de mierda, los griegos escribieron que ese fue el último mal en salir de la caja de Pandora... El peor de todos.

A las cuatro ya estaba el contingente caminando a Tlatelolco, los militares miraban desde las aceras a su pueblo caminar, había niños, madres y padres de familia, ancianos, mocosos que se nos pegaron como juego, otros que venían con sus papás, acompañando a sus hermanos mayores. Nos posicionamos abajo del edificio Chihuahua, nos sentamos en la plaza esperando a los compañeros que iban a hacer el mitin. Hacía calor esa tarde, muchos estábamos somnolientos y esperábamos entrecerrando los ojos. Los compañeros salieron al balcón y comenzaron a hablar. Los niños jugaban entre las ruinas, a corretearse en la plaza. Los interesados escuchábamos atentamente...

Escuché mi nombre, volteé al medio de la plaza, Camila corría hacia mí, sonreí, ella seguía gritando como desesperada y fue en ese momento cuando las vi... del cielo cayeron dos bengalas, una verde y una roja y después ya no escuché nada más que gritos y disparos.

Todo es culpa de las minifaldas [Minific - Camren]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora