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Estaba oscuro, frío y me sentía sola. Esa sensación que tanto odiaba ahora se hacía presente.

Sería bueno morir... 

Se me vinieron recuerdos a la mente.

"¿Cuanto calzas, cariño?"  estábamos en la tienda de ballet en donde mi madre me llevo por mis primeras zapatillas.

"Veintiocho" respondió por mí, mi madre.

Estaba inquieta y ansiosa. Contemplaba cada detalle de aquella tienda. Veía zapatos extraños y prendas muy lindas mientras mi mamá y la señora hablaban. Me enfoqué en unos zapatos negros que estaban en una repisa; eran brillantes y relucientes. Quería tocarlos y apreciarlos de cerca, así que me encaminé a escalar las demás repisas para poder llegar a esos zapatos tan lindos. Debido a mi estatura en ese entonces sumado con que una de las repisas estaba suelta, me caí.

Mi madre volteó y corrió hacia mi mientras que yo me encontraba tirada en el suelo con una herida en la rodilla. Dolía pero con mi madre cerca me sentía tranquila y protegida, me sentía bien. 

Mi madre me cargaba mientras secaba las pocas lágrimas que habían salido.

Nos dirigimos a una tienda de helados en la cual mi madre compró uno para ambas; desde ese entonces el helado de chocolate sería mi  favorito.

Amaba su sonrisa, era tan brillante y cargada de felicidad que cualquiera que la miraba sentía una paz y tranquilidad increíble

La extrañaba demasiado, y más en estos momentos de inquietante soledad.

SueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora