REFLEJO.42 (MUESTRA) - Libro 1

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Entraron, la puerta por algún motivo estaba a medio cerrar, con un ligero empujón se abrió del todo. A primera vista parecía una casa de lo más común, un recibidor agradable y bonito, con una pequeña planta colocada para hacer la entrada más agradable... Lástima que estuviera marchita.

Todo ese lugar tenía una capa de polvo por encima, Abi comenzaba a arrepentirse de haber escogido aquella casa en concreto, aunque luego pensó que seguramente todas estaban en el mismo estado. Derek caminaba lentamente, intentando que la madera no chirriara. Había unas escaleras que conducían a la planta alta de la casa, pero primero debía asegurarse de que la planta baja estaba deshabitada y libre de peligro.

Echó un ojo a la cocina, a la sala de estar, al garaje... No había nada extraño, era una casa sin más. Abi por otra parte, decidió comenzar a subir las escaleras, ignorando a Derek completamente. Arriba, había varias habitaciones, una de ellas parecía ser de un adolescente, con sus posters de grupos de música y consolas de última generación. La que había justo en frente, era sin duda de un niño pequeño, con sus juguetes tirados por el suelo, su lámpara de luces de estrella preparada para ahuyentar a los monstruos y dibujos colgados por todo el cuarto en el que aparecía su familia y sus sueños. La chica no pudo evitar sentir tristeza por ver aquello, era como si hubiesen desaparecido de golpe, sin duda fue un golpe de realidad para ella.

El chico subió las escaleras corriendo, resonaban por toda la casa, buscó hasta dar con Abi.

- Creí haberte dicho que me dejaras a mí delante y... ¿Qué haces? – Vio a Abi con esa cara repleta de llanto interno.

- Nada, es sólo... Cada vez que abro los ojos, miro a mi alrededor y sólo veo cosas tristes, y cuando veo que ha habido cosas felices... El mundo se las ha tragado.

- El mundo se fue a la mierda y la gente con él, ¿qué esperabas? – Derek fue directo y cortante.

- ¿Cómo puedes decir esas cosas con tanta facilidad? – Dijo Abi, desganada.

- Pensando en que quiero crear un futuro, no estancarme en el pasado. Anda, vamos, busquemos la dichosa ducha y salgamos de este pueblo de una vez.

Abi asintió. El baño no estaba apenas deteriorado, algo que nuestra protagonista agradeció. Derek revisó el resto de habitaciones, tampoco encontró nada raro, por lo que decidió volver al baño con su compañera.

Probaron de abrir el grifo de la ducha, no había agua, aunque era algo que ya se esperaban. Nuestro joven moreno tuvo la idea de comprobar en la despensa si la familia utilizaba garrafas de agua... Y así era, había una de un litro, intacta, decidió subirla al piso de arriba.

- A ver... Tienes esto, supongo que te será suficiente, aprovéchala bien y listos – Dijo el muchacho mientras la dejaba en el suelo del baño.

- Vale, gracias, umm...

- ¿Qué?

- Fuera.

- Oh, ya, vale. Estaré detrás de la puerta por si ocurre algo.

- Eeeso no me hace mucha gracia, la verdad.

- Pero si estoy fuera, no te voy a ver desnuda ni nada así.

- Ya, pero incomodas, así que, date una vuelta por la casa o algo, no sé... - Abi sentía mucha vergüenza por la situación.

- Como quieras... - Derek se fue arqueando una ceja.

Con algo de incomodidad y prisa, Abi se quitó la ropa y se metió dentro de la ducha. Aquello ni siquiera tenía cortina, la pintura estaba gastada y entre los dedos de sus pies había llegado la tierra del suelo, algo que no le agradó mucho. Cogió con cuidado la garrafa de agua y la pastilla de jabón que Derek le había dejado a mano, sin ella saberlo. Se echó un poco de agua encima para mojarse el pelo y el cuerpo, estaba helada, y ya hacía bastante frío de por sí, la chica tiritaba.