Ese verano

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Aquel verano había sido extremadamente bueno, no sabía porqué, pero yo me sentía por primera vez parte de algo, y eso sumado a que había adelgazado mucho, me hacia sentir bien.

Pero en mi mente seguía en constancia que cuando llegara Septiembre, debería enfrentarme a un nuevo lugar, por así decirlo. Había acabado la educación obligatoria con un excelente promedio, y casi sin hacer esfuerzo. También ese año, había faltado a clase por primera vez, y había conocido la parte cruel de la gente, cuando mis amigas entendieron que yo jamás podría ser como ellas, y que eso no era bueno ni malo, simplemente una realidad. Por ese motivo supongo, el encontrarme sola en un sitio distinto, me había hecho creer que las cosas irían bien, que aprendería a estar sin compañía, y que me sentiría a gusto con ello. Ese al fin y al cabo no fue el verdadero problema, ese jamás ha sido el problema, sino yo.

El último día de verano, salí con la familia de mi primo, y fuimos de compras al Ikea. Ese día se me olvidó que en cuanto llegaran las ocho de la mañana siguiente, estaría empezando el bachillerato. Recuerdo verme mirando por la ventana mientras se escuchaba una canción de Coldplay por la radio. Santa Coloma a mediados de Septiembre, y con la voz de Chris puede llegar a ser muy bonita.

Al final del día, me tumbé en la cama y recibí un mensaje que me alegraría en parte y me haría tener miedo.

"Iremos a la misma clase, ¿no es genial?"

Una amiga estaría conmigo en la misma clase. Bien, ya tendría compañía. Luego, después de este mensaje me llegó otro.

"Pasas por mí y vamos juntas que me da vergüenza llegar sola".

Al día siguiente debería pasar por casa de otra amiga para ir juntas a clase.

Como conclusión diré que me encontré yendo con esas dos amigas, y otra chica nueva, al instituto.

Cuando pude darme cuenta, ya no estaba sola. Y entonces volví a sentir miedo.

Esta desnudezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora