¿Una vida juntos? - Liego

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!Hola¡ Bueno esta historia es sobre Leonardo y Diego, pareja gay de la novela "Que pobres tan ricos"... SI me lo permiten la historia girara desde su vida en la Nopalera, hasta lo que a mi parecer podría ser su vida juntos....

Obviamente no sé cómo terminara la novela, pero esto es ficción y esta todo bajo mi imaginación.

Espero les guste gracias.

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POV Leonardo 

Al fin habían terminado las clases, había sido un poco difícil, pero había hecho grandes avances con mis intento de alumnos. Pero aunque no lo quisiera admitir, la gente de la nopalera no era tan inculta como parecía. Tome mis cosas, libros, hojas de apuntes y me encamine hacia la salida. Mire hacia el cielo y parecía despejado, el sol brillaba fuertemente y pegaba directo en mi rostro. 

- ¡Oh God! Maldito calor.- dije cubriéndome los ojos con la mano. 

Al menos el primer día de Diego seria soleado. Solté un pequeño suspiro cuando su nombre pasó por mis pensamientos, para ser sinceros no solo era su nombre, era su presencia, era su esencia lo que me mantenía tan disperso, pero a la vez me ayudaba a mantener los pies sobre la tierra. Sin él, esta vida de miseria seria un martirio. ¿Cómo podía alguien hacerte cambiar? Obviamente un cambio de pasos pequeños. 

Al fin salí de la casa de la subcultura, o cultura, o lo que sea. Estuve parado algunos minutos sobre la acera pensando que hacer. No tenía ánimos de tomar un microbús, esa lata de infección, pero tampoco tenía el money suficiente para tomar un taxi. Mire la parada de autobuses que estaba a unos cuantos metros, estaba por caminar resignado hacia ella, cuando sentí mi móvil vibrar en el bolcillo. 

- ¿Hola?- conteste. 

- ¡Qué paso mi Leo!- escuche su dulce voz, con ese tonito que tanto me gustaba. 

- Diego Armanduki.- respondí y es que el simplemente el hecho de oír su voz me hacia dibujar una sonrisa en el rostro.- Justo estaba pensando en ti.- ¡Oh, Leo! No hables de más. 

- Fíjate que yo también.- respondió, riendo un poco.- Solo quería saber cómo te había ido, y bueno saludarte, porque sabes que estaré toda la tarde ocupado con los niños. 

- ¡Of course! ¡No problem! Mi Diego.- dije muy animado.-Espero tengas un súper día con todos esos niñitos. Bueno, a mí me fue muy bien, los nopaleros están dando grandes avances hacia la culturización. 

- Me alegro.- dijo sinceramente.- Bueno mi Leo, me tengo que ir, te veo en la noche. 

- Claro, mucha suerte.- deseaba no terminar la conversación. 

- Te extraño.- finalizo, pero no pude responder porque en ese momento escuche a la operadora decirme que el saldo se me había agotado. ¡Porca miseria! 

Bufe molesto por no haber podido responder lo que me hubiese gustado. Mire hacia enfrente, podía volver a la Nopalera, y esperar a que Diego fuera por mí, o podría ir a verlo y darle una visita sorpresa. Esa simple idea me hizo sonreír. ¿Por qué no? La cancha donde jugaban no estaba tan lejos, podría verlo jugar con todos esos niños y seria como cuando él fue a verme a Acapulco. Una risa salió de mis labios, aun me sentía enternecido por esa acción tan valiente de su parte. Sin pensarlo más, acelere el paso. 

Había pasado caminando varias cuadras y sentía que no llegaba. ¿Me habría perdido? Ojala y no, porque bueno, era un imán de maleantes y asaltantes. Mis pensamientos fueron opacados por el fuerte ruido de mi estomago, ósea hace varias horas que había desayunado con los Menchaca. Si, sorprendentemente ahora lo hacíamos juntos. Mire alrededor, había varios puestos de comida ambulante, pero el solo imaginarme ingiriendo esa comida autóctona, me daba escalofríos. Las garnachas de los Menchaca eran una cosa, pero comida de la calle era !too much! Otro dolor punzante corrió por mi estomago, y bueno era eso o morir de hambre. 

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