Capitulo 5

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Hola! Volví mas o menos rapidito (: Pues espero ya pronto tengamos momentos más felices, pero mientras trato intentare que todos nos adentremos en sus sentimientos :’( sentir su dolor! Hehe Bueno espero les sigan gustando los capítulos y este también :D 

Muchas Gracias por sus comentarios >.< y estrellitas! <3 me pone feliz que haya gente que les guste y sigan esta historia :') mientras sea así, seguiré... :3

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POV Diego 

Me seque las lagrimas, respire profundamente y logre tranquilizarme, sinceramente no quería llegar así con Wendy, mas por vergüenza que por falta de confianza. Encendí nuevamente el motor, quería seguir mi camino muy a pesar de lo nublados que tenía los ojos, pero algo me lo impidió, dentro aun tenia la espinita de volver a ponerme en contacto con Leonardo, de escuchar su voz, de oír sus excusas, sin importar que tan absurdas fueran, quería que me asegurara que me quería, que seguiríamos juntos y que no fue su intención haberse ido sin despedirse. Rápidamente marque su número, espere y espere algunos tonos hasta escuchar cómo me mandaban nuevamente al buzón. 

Apreté las manos sobre el volante hasta que los nudillos se tornaron pálidos sintiendo una combinación de furia y dolor dentro de mí, cerré los ojos con fuerza e intente despejar la mente, y sin esperar más me puse en marcha. El camino fue lento a pesar de estar tan cerca, pero con el susto anterior lo menos que quería era sufrir otro casi accidente. Cuando aparque frente a la estética deseaba con todas mis fuerza que no hubiese nadie, me arme de valor y entre al pequeño lugar. 

- ¡Dieguito chulo!- escuche la voz femenina de Wendy. 

- Hola, Wendy.- dije tratando de fingir una voz más animada, pero no funciono. 

- ¡Ay! ¿Qué tienes?- pregunto, y su rostro se transformo en una mueca de preocupación. Fue corriendo hacia mí y me tomo de los hombros de manera cariñosa. 

- No es nada.- dije alzando los hombros, quitándole importancia al asunto. 

- Como no va a ser nada.- dije cruzándose de brazos.- Manito, si traes una carita. 

Wendy insistió tanto que no me quedo de otra más que contarle todo, ya que final de cuentas terminaría enterándose que los Ruiz Palacios habían vuelto a ser ricos. Le dije todo, como me había enterado de su partida, el que no me hubiese avisado, incluso las veces que le había llamado mandándome siempre al buzón. Con ella no era tan difícil exteriorizar lo que sentía, el dolor que quemaba por dentro, el hecho de sentirme tan despreciado. Una chinche en su vida. Wendy intentaba animarme pero era inútil. Tanto había luchado, contra todas mis dudas y miedos ¿Para qué? Si al final, la persona por la que lo había dado todo, por la que había perdido todo, me había abandonado. Por primera vez sentí lo que era estar solo. El lado bueno, según Wendy, es que había aceptado y descubierto quien era en verdad, había enfrentado a mi papá, y puede que bien o mal, tuviera razón. 

- Gracias Wendy.- dije poniéndome de pie.- Pero creo que ahora quiero estar solo. 

- Diego, no estás solo.- dijo abrazándome fuertemente.- Yo estoy contigo.- No pude responder porque temía que se me cortara la voz, así que solo asentí. 

En silencio subí las escaleras directo a la que había sido mi habitación por este tiempo. Entre, dejando que el frio y la soledad me consumieran, me lance a la cama y me mordí el labio, tratando de reprimir los sollozos, no quería que supieran que estaba llorando. Sentí como nuevamente las lágrimas caían, cálidas y saladas. Mis dientes cortaban ahí donde hacían presión sobre mi labio, incluso sentí ese sabor metálico de la sangre al hacer contacto con mi lengua. Me acomode de lado, presionando el rostro con ambas manos. Mi mente me atormentaba con recuerdos, comenzando con el primer día que lo vi, incluso en la ignorancia de mis gustos ya sabía que él era especial, un simple vistazo y su imagen había quedado grabada en mi mente para siempre. Quién diría que me lo volvería a encontrar, que incluso llegaría a tomar clases con él, que por cierto habían sido una estafa, ese recuerdo me hizo soltar una risa sarcástica, hasta eso le perdone. ¿Tan enamorado estaba? Claro que sí, me llego a enloquecer y sin necesidad de tantos esfuerzos. Unas pocas palabras en Acapulco y fácilmente había renunciado a la única vida que conocía, a la única familia que tenia, incluso había aguantado los insultos de mi padre, que sabia marcarían toda mi vida, como cicatrices en mi piel.  

¿Una vida juntos? - LiegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora