Capítulo 1.

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Narra Lucy

Hola me presentaré, soy Lucy Pendergrass, pero todos me llaman Lu, voy como un día cualquiera al gimnasio después de la Universidad, si, aunque soy una mujer con curvas sinuosas en mi cuerpo, voy al gimnasio, hago ejercicio y es más, como sano, no por dietas, ni perder kilos, que también me viene bien perder algo de peso, pero no es por eso es solo costumbre, empecé hace mucho una vida saludable y ya es un vicio, es una adicción, el deporte, aunque no lo crean, engancha.

Estoy en la bicicleta estática como todos los días y mis cascos puestos con la radio sonando a todo volumen, voy subiendo el ritmo de mis pedaladas, estoy a punto de superar mi récord de velocidad, no es que lo lleve al milímetro, pero así me motivo yo sola... soy un poco friki.

De pronto algo llama mi atención, está pasando algo en un pequeño ring de boxeadores, nunca me acerco a esa zona, no me gusta la violencia, de un tiempo a esta parte tengo fobia a las peleas, a la sangre y todo lo que conlleva la violencia, pero a pesar de ello, los boxeadores son el tipo de persona con la que me encantaría trabajar, saber si sólo es un hobby o hay algo más profundo en su interior, que los lleva a desahogarse de esa manera, porque por propia experiencia sé que de esa forma nunca se soluciona nada.

Parece que la cosa se está poniendo fea, ni se me ocurre acercarme, como el resto de la gente, que va todo hacia ellos como borregos, malditos cotillas, yo hago mi plan de escape, no vaya ser que por casualidad, me den a mí y acabe estampada en el suelo, cosa que no entra en mis planes de hoy.

Me bajo de la bicicleta, cojo mis cosas y me dirijo a los vestidores, para darme una ducha e ir a casa, una ventaja de venir al gimnasio, es que ahorro mucha agua caliente, siempre me ducho aquí, bueno siempre que vengo claro, aunque considerando que al mes estar apuntada aquí me sale por un pico, asique al final estoy segura de que me sale cara la ducha, ya os daréis cuenta según pasa la historia que suelo hacer objeciones muy tontas para ser toda una estudiante de universidad con más que buenas calificaciones, mi amiga lo denomina "locura transitoria incondicional", vaya, una muy sofisticada forma de llamarme payasa.

Salgo a toda prisa por la puerta del gimnasio, observando mis pies, que por costumbre es como siempre ando y por eso me pasa lo que me pasa; me tropiezo contra alguien que se ha puesto claramente en mi camino.

_ Hay, perdone, señor disculpe, no le había vistoooo..! Miro hacia arriba, sin prestar atención a todos mis papeles, que están tirados por el suelo, que le den a los papeles, mi vista empieza a subir viendo este cuerpo de escándalo, dios mío, me he chocado con un armario, al cual le está sangrando la nariz y como está claro que yo no soy la culpable de sus heridas me doy cuenta de que es él, el que estaba peleando en el ring, hay dios, espero que no pague conmigo el mal humor que noto en su rostro, retiro la mirada de su cuerpo perfecto y recojo todo del suelo lo más rápido posible, me levanto y le miro de nuevo, él sigue inmóvil, mirándome y sin decir ni una palabra, me está empezando a cabrear, ¿porque me mira tan mal? Si todo esto ha sido culpa suya.

_ Nada. Solo escucho eso, ni un lo siento ni nada por el estilo solo nada, está claro que no porque tenga una voz ronca y sexi voy a sonreír como una estúpida pero entre que sus ojos no apartan la mirada de los míos y su palabra que hace eco en mi cabeza mi cuerpo me juega una mala pasada y se queda inmóvil mirando a este adonis. Se da media vuelta y se va, yo evidentemente hago lo mismo y me voy a mi departamento, donde seguro está Ana, mi compañera de piso y mi única amiga, la mejor.

Anabel Morgan, mi amiga desde niñas, hemos pasado tanto juntas, creo que ella sabe más de mí, que yo misma, sus padres tienen dinero, mucho dinero y son los que gracias a dios le dan el dinero para pagar el piso, yo aporto lo que puedo cada mes, pero ella me rechaza toda aportación, son mi segunda familia, Ana es una chica de las de ahora, ¿cómo son las chicas de ahora?, Son modernas, metidas en todas las redes sociales y con todos los cacharros electrónicos habidos y por haber, su pelo castaño claro y corto le pega con su cara fina y blanca, es más alta que yo y tiene un cuerpo 10 y aunque ella lo niegue, es igual o más payasa que yo.

TÚ, MI SALVACIÓN .Publicada en físico.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora