Capítulo 11.

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Narra Lucy

No veo nada, intento abrir mis ojos pero mis párpados pesan más de lo normal y por mucho que me esfuerzo es inútil, solo siento, siento dolor, mucho dolor en todo mi cuerpo, noto como cada parte de mí, se encoge de dolor con solo el movimiento de mi respiración, empiezo a captar sonidos, no logro entender que dicen, son susurros, mi mente se pone a trabajar, me concentro en escuchar, solo en eso y tengo éxito. _ Sus constante están estables, después de la operación es buena señal. _ Otra operación, no me lo creo, mi pobre Lu. _ Paso todo tan rápido, no supe reaccionar. _ Mi niña, te vas a poner bien. No soy capaz de distinguir quien habla, escucho todo tan bajito que me resulta agotador y después de tanto esfuerzo por escuchar caigo rendida.

Vuelve el dolor, intento abrir mis ojos pero sigo sin poder hacerlo, ahora algo hace que mi corazón de un blinco, un tacto, una caricia sobre mi brazo y si reconozco quien es, solo él lograría hacer que mi sistema reaccione así, quiero hablar pero es inútil, así que me relajo y disfruto de sus caricias en silencio. _ Despierta mi chica, te necesito. Escucho su voz, se le escucha tan triste, tranquilo Jak, estoy aquí, estoy bien, que frustración, quiero hablar, necesito hablarle, calmar sus sollozos que es lo único que escucho. _ Te quiero Lucy, no me dejes. ¿Ha dicho que me quiere? ¿He entendido bien? No salgo de mi asombro, necesito hablar y no puedo hacerlo, necesito decirle que yo también le quiero y estoy aquí, que siento su mano agarrando la mía con fuerza, necesito fuerzas para hablar o simplemente abrir los ojos y verle, pero todo lo contrario, me acoge la oscuridad entre sus brazos y me vence de nuevo la partida.

_ Amiga despierta, te necesito, la casa esta tan vacía sin ti, mi vida esta tan vacía sin tu sonrisa. Escucho como llora e intento abrir mis ojos, pero sigue siendo imposible. _ Cariño, se fuerte, te necesitamos. Es Mar, reconozco hasta su olor, siento como unos labios se posan en mi mejilla y se perfectamente que es ella, mi madrina, pero ¿Cuánto tiempo llevo así? Quiero moverme, quiero hablar, quiero abrazarlas, necesito que sepan que estoy aquí, con dolores pero aquí, junto a ellas, aunque me doy por vencida, ya que por más que lo intento no logro mover ninguna parte de mi cuerpo.

Abro los ojos de golpe, todo está alumbrado con una pequeña luz, alumbra una habitación de hospital llena de flores, miro hacia mi izquierda, y veo la cabeza de Jak apoyada en la cama y con mi mano pegada a él, siento calor y la respiración que viene de él, la felicidad me invade, nunca pensé que necesitara tanto verle. _ J... a... k! Digo en un susurro tan bajito que dudo que logre escucharme, pero si lo hace, él levanta la cabeza para dejarme ver unas lágrimas que recorren sus mejillas, yo intento limpiarlas con la mano más cercana a su cara, pero me resulta imposible. _ Mi chica, estás aquí ¿Qué tal estas? ¿Te duele mucho? Te he echado tanto de menos. Me dice mientras sigue llorando, verle así me resulta tan conmovedor que desearía poder abrazarle fuerte, pero por ahora me conformo con mirarle y analizar todo de él. Miro su pelo despeinado y sus precisos ojos verdes, que a pesar de estar tristes tienen un brillo especial, sigo observando su nariz y esa boca de labios carnosos, que besaría el resto de mi vida, tiene barba más larga que de lo normal pero le sigue quedando bien, le miro y entiendo que podría estar así horas, observando cada milímetro de su rostro. Él se levanta y posa sus labios, sus ansiosos labios sobre los míos, casi no puedo sentirlo, su roce ha sido tan delicado que desearía poder pararle mientras se aleja de mi para volver a sentarse. _ Necesitaba tanto tus besos, Lucy Perdóname, todo ha pasado por mi culpa, yo debí llevarte, que más dará lo que digan o piensen los demás. Yo que por desgracia no puedo reaccionar como me gustaría, intento hablar. _ No ha sido tu culpa, no pierdas el tiempo en tonterías por favor Jak, abrazarme. Él hace justo lo que mi débil voz dice y una vez tumbado con mucha delicadeza a mi lado me abraza, con tanto cuidado que roza la exageración, pero aun así sentir sus brazos rodeándome me hacen efecto instantáneo y caigo dormida.

TÚ, MI SALVACIÓN .Publicada en físico.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora