Capítulo 3. Tú.

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No puedo creer que el hombre con el que me choque, si, el del gimnasio que vi con sangre, fuera a ser el temido señor Boston.

_ Hola buenos días, mi nombre es Lucy y voy a ser su psicóloga. Digo optimista con una sonrisa.

Él no gesticula, simplemente pasa y cierra la puerta, le hago un gesto para que tome asiento y me levanto para acercarme un poco a el _ Siéntese donde quiera, ¿su nombre es?

Espero una respuesta, un gesto, algo, pero no llega, sólo me mira, que a pesar de todo tengo que estarle agradecida, Carol me dijo que no me miraría y es lo único que hace, aunque claro, soy psicología, si no logró que hable y me cuente sus problemas, voy mal, muy mal, quizás me mira porque me ha reconocido como yo a él. Yo le miro, ¿por qué iba a quitarle la mirada?, si tiene unos ojos que te hipnotizan, hasta el punto de que estoy embobada mirándole. ¿Qué hago? Dios Lucy, centrarte.

_ Bueno como sabe la señorita Carol ya no podrá pasarle consulta, así que conmigo tendrá que empezar desde cero a contarme, ¿qué le parece si se presenta señor Boston? Digo con ánimo, a ver si se le contagia y me contesta. _ Jake. Sale en un tono bajito de su boca. _ ¿Perdone? Le he escuchado pero necesito que hable con más seguridad y eso quiere decir más alto pero no parece hacerle gracia ya que me pone mala cara pero por suerte vuelve a decir. _ Mi nombre, es Jake. _ Encantada Jake, el primer ejercicio es describirse en 4 palabras, así le conozco un poco. Dios, su cara empeora por momentos, pero me sigue el juego. _ Terco, agresivo y solitario. Me parece a mí o solo ha dicho tres palabras, intenta reírse de mí._ Falta una palabra. _ Dígala usted. Como que yo, este hombre me tiene desconcertada. _ Llámeme Lucy, ¿yo? No, consiste en que se describa usted. Me pongo nerviosa y no entiendo el porqué. _ No se más Lucy, ¿y tú? Dice haciendo énfasis en mí nombre. _ ¿Yo? ¿Qué me describa? _ Sí. Me deja en blanco, este hombre de tímido no tiene ni un pelo, que por cierto ahora que lo pienso su pelo es perfecto, castaño y corto con un brillo que te declara a simple vista que es suave, Lucy que te desvías del tema... céntrate, me regaño mentalmente. _ Eh, cabezota, inusual, sociable y tranquila. Digo siguiéndole el juego, ya que se supone que nunca habla y si está es su forma de comunicarse no seré yo quien le corte el royo. _ opuesta a mí. Me dice serio. _ Si, se podría decir que si, se ve a simple vista. No sé por qué, ni cuando meto la pata, pero no dijo ni una palabra más, él solo me miraba, yo no iba a estar 40 minutos que quedaban callada, así que decidí ir diciendo ejercicio, aunque no tuve respuesta en ningún caso. Como me dijo Carol, frustrante, sólo al marcharse escuche de su boca un adiós y se fue dejándome sola en el despacho.

Llego a casa, preparo la cena para Ana y para mí, un delicioso sándwich vegetal, nos lo comemos mientras vemos nuestra serie favorita y sin duda reafirmo que este es el mejor momento del día, la televisión, mi amiga y una manta. Termina y nos vamos a la cama, cada una a la suya, me acuesto y como siempre mi cabeza se llena de recuerdos, recuerdos tan dolorosos que me falta el aire, no hace más de 3 meses Ian me llevo de fin de semana con su familia y ya estaba con la otra, es que me dan náuseas, de pensar, como ha jugado conmigo, y me pregunto ¿para qué?, si algún día me lo encuentro, juro que lo único que le diré será,¿ porque?. No, pasó, prefiero no verlo, me derrumbaría, lo sé, he confiado en él, le he abierto cada una de mis heridas, le he contado lo más oscuro de mi infancia y es por eso que me siento totalmente humillada y engallada por suerte siempre el sueño me gana la partida y me quedo dormida con lágrimas en los ojos, para no variar.

Despierto, con el sonido del despertador, es la primera noche que no tengo pesadillas, hoy es mi día, genial y con toda la motivación y energía que me ha dado avanzare un poco me voy a la consulta, llegó bien estoy a 100%, pero para mi sorpresa Nadia con malas noticias, mi gozo en un pozo.

_ El señor Boston mañana no puede venir a la consulta, se la hemos tenido que cambiar para hoy. _ Vale. Digo con resignación, hoy que tenía a los mejores pacientes, bueno a ver, eso ha sonado muy mal, todos son mis pacientes y por tanto los adoro, pero el señor Boston, otra hora hablando sola, es que entenderéis que es horrible. _ Nadia ¿a qué hora? _ El último, a media tarde, lo que tenías libre. _ Genial. Hoy tenía sólo un paciente por la tarde y quería salir para ir a comprar, pues cancelado, gracias señor Boston! Nótese mi ironía.

TÚ, MI SALVACIÓN .Publicada en físico.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora