- Ollie...
- N-No... V-Vete, v-vete- el pelirrojo manoteó para alejar a Kyle de su lado, con el rostro lleno de miedo. Kyle se mordió el labio inferior, percibiendo como un nudo se le formaba en la garganta. De nuevo, trató de acercarse a su hermano gemelo, pero él soltó un jadeo y se tapó la cara con las manos. El chico rubio salió de la habitación como una tromba.
- Kyle, Kyle, espera- pidió Gabriella, siguiéndolo-. Kyle...- su hijo lo ignoró y salió de la cabaña dando un fuerte portazo. La diosa suspiró, entristecida; y volvió a la habitación junto a Oliver y a George.
(....)
El sudor corría por su frente y su nuca cuando se detuvo. El pobre muñeco de madera de la sala de entrenamiento, no era ahora más que virutas y astillas. Su espada se había mellado también, la había lanzado contra la pared con tanta fuerza que se había quedado clavada. El semidiós, agotado y con la respiración entrecortada, apoyó la frente contra el suelo frío, en un intento por bajar aquella horrible sensación de quemazón. Las manos le temblaban:
- Tus padres le están explicando todo lo que pasó- Kyle se dio la vuelta, y se encontró con una débil sonrisa-. Sólo está asustado y confuso. Ha estado inconsciente casi cuatro días...
- Es todo culpa mía- murmuró el rubio, levantándose del suelo y mirando a John Anderson.
- No, no lo es- el antiguo mejor amigo de su padre sacudió la cabeza y le puso una amable mano en el hombro-. Travis se aprovechó de ti... No tuviste nada qué hacer- Kyle bufó, como si aquello no excusara sus acciones-. Escucha, Kyle. Yo... Bueno, todos nosotros nos hemos enfrentado con Travis. No se detendrá hasta que os haga daño de verdad.
- ¿Y, se supone que eso tiene que consolarme?- John rió, hacía mucho tiempo que no lo hacía.
- No, pero lo que quiero decir es que...- el hombre se rascó la cabeza, pensativo-. Él no te conoce, no sabe de qué eres capaz... Y, aunque seas exactamente igual que tu padre... No eres él, eres alguien distinto contra quien ese hijo de perra de Travis no ha luchado aún. Debes demostrarle que eres mucho más poderoso, Kyle- dijo, poniéndole un dedo sobre el corazón-. Pero, no podrás hacerlo hasta que descubras quién eres, hasta que aceptes tu verdadero yo...- el joven apartó la mirada y estiró el brazo hacia un lado. Su espada salió disparada de la pared, acabando en su mano. Seguidamente, la guardó en su funda.
- Sé quien soy, John- dijo, convencido-. Pero, no estoy preparado para que nadie más lo sepa- dicho esto, se metió las manos en los bolsillos de la sudadera y se fue de allí, dejando a John, con la palabra en la boca.
////////////////////////////////////////////////
*Varias semanas después*
Afortunadamente, todo volvió a la normalidad, y tras varios días, Oliver salió de la enfermería con ayuda de Gwen. Kyle se quedó al margen. Ahora siempre lo hacía, pues no quería volver a ver una mirada así en el rostro de su hermano. De terror... Hacia él. Y, por ello, encontraba miles de excusas para no pasar por la cabaña cero, cuando Oliver estuviese allí con James, Gwen o alguna chica del campamento. Trasladó su cama a una de las habitaciones del quinto piso y salía siempre por la ventana, apenas encontrándose con el muchacho pelirrojo a la hora de comer con todos los demás mestizos.
Al principio, Oliver lo dejó estar, a sabiendas de que su retraído hermano gemelo necesitaba de espacio y soledad. Le había perdonado, sabía que todo había sido una trampa de aquel tal Travis, y por ello comenzó a echarlo en falta. Cuando intentaba hablarle, él se escabullía como si fuese la peste, cuando le ofrecía un sitio a su lado en el comedor, él se iba a merendar al campo de fresas. ¿Estaba acaso enfadado con él? El joven semidiós no lo sabía, pero empezaba a considerar a su hermano más como un desconocido.
Por otra parte, James estaba en las nubes. Era el único que hablaba con Kyle, pues el chico rechazaba incluso a Nora. Se pasaba las tardes encerrado en su cabaña, siempre con una libreta en las manos, pero Oliver no sabía cual era su función. Sin embargo, podía notar que algo había cambiado en el hijo de Hefesto. Estaba sonriente y en los mundos de yupi, pero nadie sabía porqué. Bueno, Gwen Braeden sí lo sabía, pero no quería decírselo, así que Ollie no insistió.
(....)
- Eh, Kyle- lo llamó James, apoyado contra el porche de su cabaña, con un cigarrillo entre los labios y la pierna escayolada sobre una silla.
- Qué- preguntó el rubio, mirándolo de soslayo. ¡Caray! Ese chico no le dejaba en paz.
- Te veo bien, ¿Te has cambiado el pelo?- Kyle alzó la mirada hacia su largo flequillo que le tapaba la frente y los ojos.
- Llevo meses sin cortármelo, Keith. Ha crecido- respondió, aburrido-. ¿Me has llamado sólo por eso?- el moreno parpadeó.
- Te queda muy bien- dijo, sin tapujos. Pero, cuando notó que las mejillas le ardían, apartó la mirada y dio una calada a su cigarro. Kyle se pasó la mano por el cabello, desconcertado. Algo había cambiado en él desde aquel día en que ambos habían... Conectado. Y, sobre todo lo notaba en las miradas de James. Kyle no era tonto, sabía que tipo de miradas eran aquellas. Pero, no quería admitirlo, ni siquiera a sí mismo. Aún así, se permitió mirar al hijo de Hefesto con detenimiento. Llevaba el pelo negro como el carbón recogido en una coleta mal hecha, y su cazadora de cuero negra y roja le daba un aire rebelde y malditamente sexy.
- Ehm... Gracias- respondió, girándose para proseguir su camino. James no dijo nada más, pero exhaló un cansado suspiro que se convirtió en vaho en el aire.
(....)
Cuando se despertó, se pasó una mano por la cara, y estiró los brazos en el aire hasta que sus articulaciones crujieron y un gemido salió de sus labios. La almohada estaba muy fría, y Kyle tuvo la sensación de que alguien había entrado en la habitación, aunque la ventana estaba cerrada y la puerta, como todas las noches, tenía dos vueltas de llave.
Parpadeó, soñoliento y soltó un largo bostezo. Tenía el pelo hecho un gurruño sobre los ojos, así que se lo recogió en una pequeña cola de la que se escapó la mayoría del cabello. Después, se levantó, dispuesto a vestirse; pero algo llamó su atención. Había un papel sobre la mesa del escritorio, y Kyle anduvo hasta él para cogerlo y abrirlo.
Sus ojos esmeralda leyeron con avidez su contenido, mientras sus mejillas se iban tornando rubí:
"For your eyes only
I show my heart.
For when you're lonely,
and forget who you are.
I'm missing half of me
when we're apart.
now you know me,
for your eyes only.
I can feel your heart inside of mine,
I feel it, I feel it.
I've been going out of my mind,
I feel it, I feel it.
'Know that I'm just wasting time,
and I...
Hope that you don't run from me."
¿Quién había escrito eso? Kyle lo sabía muy bien, su corazón solo se ponía a latir como loco por una persona. Y, eso lo enfurecía tanto... Se sorbió la nariz y apartó las molestas lágrimas de las comisuras de sus ojos. Dioses, odiaba aquella sensación. No podía contenerla, aunque lo intentaba. Siempre ocultando sus sentimientos, su verdadero yo... John tenía razón. Oh, cuánta razón tenía. Aquella canción también hablaba la verdad. Podía escuchar la melodía en su cabeza. Una canción que él conocía perfectamente.
Frustrado, arrugó el papel e hizo que prendiera fuego frente a sus ojos. Maldito James, y maldito él.
YOU ARE READING
Los Hijos de los Elegidos
Fantasy[LIBRO TRES DE LA PROFECÍA] Al verdadero George Connor. Gabriella está entre la espada y la pared. Siente que, aunque no puede perdonar lo que George le hizo, tampoco puede ser feliz si él no está a su lado. Han pasado ya cinco años desde la catástr...