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Dioniso llevaba diez minutos observando a Kyle sin mediar palabra. Oliver, James y Gwen estaban a su alrededor. No sé atrevían a hablar, pero estaban empezando a ponerse nerviosos:

- Fenciclicilina.

- ¿Qué?- Oliver pareció despertar de su ensoñación y dirigió su amarilla mirada hacia el dios. Gwen, por otro lado, chasqueó la lengua.

- Mierda...

- Fenciclicilina o polvo de ángel, también- siguió el dios del vino, girándose hacia los chicos-. Alucinógena y somnífera. Perfecta si quieres dejar K.O a alguien en pocos segundos... Recuerdo fumarla con mi hermano Apolo hace...

- Con perdón, señor D- lo interrumpió James, alzando las manos-. ¿Cuándo despertará?- el hombre de tupida barba negra miró al semidiós como si fuese un insecto, para luego encogerse de hombros.

- En unas doce horas... Dependiendo de cuánto lleve ya bajo los efectos de la droga- su mirada amarilla recorrió el rostro de Kyle, que gimió y frunció el ceño, como si tuviese una pesadilla.

- ¿No puede despertarlo usted?- Dioniso rió sin gracia.

- ¿Despertarlo? Esto es química, no magia, mesticillo- dijo, escupiendo la última palabra-. No... Debe expulsar la sustancia de su cuerpo por medios naturales, de todas formas... Sus efectos pueden durar unas semanas- James trastabilló hacia atrás.

- ¡¿Unas semanas!?

- Sí, parece que la muchachita le dio la  dosis para dormir gigantes- rió de nuevo, pero, Oliver no estaba para bromas.

- Señor, con todos mis respetos- Gwen le cogió de la manga de la chaqueta, viéndose venir algo violento. Pero, el pelirrojo se apartó de su agarre-. ¿Me está jodiendo? ¡Mi hermano está inconsciente y delirando por culpa de una tía que creíamos que era nuestra amiga! Está sufriendo ¿Y, usted se ríe?- Gwen y James aguantaron la respiración. No era una buena idea gritar a un dios. Ellos lo sabían.
Dioniso miró al muchacho de arriba a abajo con una mueca de disgusto, y entonces, para sorpresa de todos, le dio una fuerte palmada en el hombro y soltó una carcajada.

- Chico, eres igual que tu padre- declaró, sonriente. Oliver se llevó la mano al hombro, con un gesto de dolor-. Él tampoco tenía problemas en retar a sus mayores, y mira como ha acabado. Ay, ese hermanito mío...

- S-Señor D- habló entonces Gwen, dando un paso hacia él-. ¿Qué debemos hacer?- señaló al rubio con la mirada, y el dios se giró hacia él, habiéndose olvidado totalmente de su existencia.

- Nada, llevad a Killian a su cabaña y tapadlo con varias mantas- murmuró, haciendo un perezoso gesto con la mano-. Esta puñetera droga provoca un frío...

- ... Es Kyle- puntualizó Ollie, aún molesto.

- Me da igual- soltó Dioniso y desapareció de la cabaña.

(....)

Duerme como un bendito. Se dijo James, sentado en la silla frente a la cama. Apenas se le veía aquella naricilla respingona y llena de pecas, y sus largas pestañas ónice, reposaban sobre las pálidas mejillas con delicadeza. El mismo James le había llevado a su habitación, le había puesto su sudadera negra preferida y lo había metido en su mullida cama tapado con seis mantas de lana.

Sólo eran las tres y cuarto de la tarde. El hijo de Hefesto suspiró y se hizo una coleta distraídamente, para apartarse el molesto cabello negro de la cara.

No sabía cómo ocupar el tiempo, e irse de la habitación no era una opción. No, no iba a dejar sólo a Kyle ni un segundo, al menos hasta que estuviese bien.
Se frotó los ojos con el pulgar y el índice de la mano derecha y echó la cabeza hacia atrás en la silla:

Los Hijos de los ElegidosWhere stories live. Discover now