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Sus ojos seguían cerrados, sus dedos seguían acariciando aquel sedoso pelo rubio. Sus bocas seguían un suave compás, como los latidos de un corazón. Calientes, dulces y húmedas. A su alrededor nada se movía, nada importaba más lejos de ellos dos.

Ni siquiera oyó a Nora levantarse entre lágrimas y salir corriendo de la cabaña. Oliver se había quedado dormido con la cabeza en el bol de palomitas, y Gwen los miraba aún, brindándoles una sonrisa.

Entonces, Kyle rompió el suave contacto y James se permitió a sí mismo abrir los ojos, encontrándose con una mueca de infinito asco.
¿Había sido un sueño? Extendió una mano para tocar al semidiós, pero este se sacudió violentamente y, pronto, el hijo de Hefesto se vio empapado de alcohol y bilis. No tuvo tiempo para maldecir antes de que Kyle cayera hacia delante totalmente fuera de combate. James alzó los brazos hacia él, deteniendo su caída y se quedó unos instantes sin saber qué hacer. Mirando el rostro dormido del mestizo. Alzó la vista hacia el hijo de Apolo que se apresuró a ayudarle a levantarlo y llevarlo a la cama de James, tumbándolo sobre ella con delicadeza:

- Me voy a la cama- dijo Gwen, bostezando y acercándose a Oliver para despertarlo. El pelirrojo parpadeó confuso y miró a todos lados, pero estaba tan cansado que no puso pegas a que el hijo de Apolo lo llevara a su cabaña. James se despidió de ambos y entró al baño para darse una ducha.

El agua fría le aclaró las ideas y, cuando salió, estaba dispuesto a encarar los insultos y maldiciones del hijo de Gabriella. Pero, solo lo recibió el silencio más absoluto. Kyle dormía de lado, con las manos bajo las mejillas y las piernas enredadas en las sábanas. James se acercó a él muy despacio, casi como si temiese que fuese a desaparecer.

Pero, el joven no se movió, probablemente dormiría varias horas más. Y, cuando se despertara, tendría un bonito dolor de cabeza... James suponía que teniendo en cuenta su fría forma de ser, no sería muy agradable con resaca.
Así que tendió un par de mantas y un cojín en el suelo y se tumbó. Era incómodo, pero en aquel momento eso no le importaba.

Porque Kyle Connor le había besado. Y, era maravilloso.

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- Nnngg...- Kyle se removió entre las sábanas y abrió al fin los ojos. Tenía la mejilla aplastada contra la almohada, que estaba húmeda, el semidiós hizo una mueca de asco al comprobar que había babeando como un bebé-. Joder...- masculló, sentándose en la cama, notando un palpitante dolor en las sienes y los ojos.

Algo más despierto, miró a su alrededor y vio que no estaba en su habitación. ¡Ni siquiera se encontraba en su cabaña!
Rápidamente, se levantó y nada más dar un paso, algo apareció delante de sus pies, haciendo que cayera de cara al suelo:

- ¿Qué demonios, Connor?- gruñó una voz bajo Kyle. El rubio soltó un jadeo y se apartó del hijo de Hefesto, sentándose al lado.

- ¿Por qué estás durmiendo en el suelo, Keith?- el moreno se rascó la cabeza, con gesto malhumorado. También le dolía la cabeza, y más ahora que un ángel le había caído encima.

- Pues porque tuve que cederte la cama a ti, gnomo de jardín.

- ¿Qué me has llamado?- notó como se le subían los colores de la vergüenza.

- Eso da igual, ¿Has descansado?

- No- respondió el rubio, llevándose los dedos a las sienes-. Me va a explotar la cabeza- pese a estar en las mismas, James esbozó una amplia sonrisa y se levantó, ayudando a Kyle a su vez.

- Estuvo bien- dijo repentinamente el mestizo de veinte años. Kyle desvió la mirada de un lado a otro con rapidez.

- ¿Que estuvo bien el qué?- algo se derrumbó en los ojos violetas de James, que dejó caer los hombros.

- Lo de anoche, lo de...- tragó saliva-. ¿No te acuerdas?- Kyle no tenía ni idea de lo que estaba pasando.

- ¿Acordarme de... Qué, exactamente?-  James echó la cabeza hacia atrás, para después darle la espalda al joven.

- Por favor, déjame sólo- pidió, con la voz temblorosa. Kyle, algo confundido, extendió una mano para tocarle el hombro, pero el hijo de Hefesto se apartó de él-. Kyle, vete.

- ¿Q-Qué he hecho ahora?- balbuceó, asustado. ¿Había vuelto a hacer daño a alguien? ¿Por qué metía siempre la pata?

- ¡Que te vayas, Connor!- el grito de James hizo que Kyle diera un respingo. El semidiós mayor se arrepintió nada más levantar la voz, pero en cuanto dio un paso hacia él, este se había ido, dando un portazo.

Ocultó el rostro en sus manos y ahogó un grito de frustración.

Los Hijos de los ElegidosWhere stories live. Discover now