Resistencia

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Capitulo 17

Abrió los ojos desorientado. La casa estaba silenciosa y oscura. Levantó la cabeza un segundo para luego dejarla caer pesadamente sobre la cama.

La cama, si... Estaba sobre la cama notó. Y estaba desnudo. El aire frío le daba de manera despareja, como si tuviera la piel húmeda en algunas partes. Estiró el brazo en busca de alguien mas, sin encontrarla...

¿Ana...?

Se volvió a erguir de repente, alarmado. ¿Se había dormido? Se bajó de la cama, enredados los pies con su pantalón. Se subió la prenda junto con los calzoncillos en un movimiento y caminó descalzo hasta la puerta para prender la luz. Apretó los párpados un momento, antes de observar el panorama.

Frazadas revueltas. Ropa en el piso. Un cajón abierto. Un preservativo usado en el borde de la cama.

Dio un paso fuera de la habitación y echó un vistazo al resto de la casa. Todas las luces estaban apagadas. El sol ya había bajado por el horizonte hace rato. Durante un momento se alivió de que no pareciera haber nadie en la casa.

–¿Ana...? –Llamó pero nadie contestó.

Levantó su remera del piso y se la puso mientras prendía la luz de la cocina. La puerta de la habitación de su hija estaba abierta. Se asomó fugazmente y la encontró vacía. Solo un montón de ropa apilada en la cama. Volvió al pasillo y abrió la puerta del baño de un tirón, comenzando a preocuparse.

–¿Ana...?

Descorrió la cortina de la ducha con un manotazo. Nada. Volvió a salir otra vez al pasillo y apoyó las manos en las caderas, pensando. Un momento después se dio la vuelta hacia la parte trasera de la casa. Le echó una breve ojeada al terreno antes de rodear la casa, sintiendo como la furia empezaba a acumularse en su interior.

Mas le valía que la encontrara pronto...

Cuando llegó a la entrada salió hasta la vereda y miró hacia un lado y hacia el otro apretando los puños.

Puteando por lo bajo, tanteó la puerta delantera y al encontrarla abierta ingresó en la casa otra vez. Ya la sangre le bullía mientras buscaba las llaves del coche en su habitación. Se puso una campera y recogió el preservativo de la cama. Agarró la punta de la frazada y la dobló de manera que cubriera las manchas. No convencido con el resultado, arrancó la frazada de la cama y la tiró al piso. Notó que faltaba la ropa de Ana.

Si se había ido hace poco, tal vez podría encontrarla si conducía por la avenida...

Se dirigió al baño y tiró el condón lleno de semen en el inodoro.

O tal vez no... tal vez se fue a otro lugar o por otro camino...

Tal vez simplemente se fue...

Tiró de la cadena y le pegó una trompada a la puerta del baño. ¡¿Como pudo ser tan idiota como para quedarse dormido?!

Ya en la cocina se tanteó los bolsillos en busca de la billetera y entonces notó que había dejado la luz prendida en la pieza de Ana.

Fue a apagarla y por alguna razón inspeccionó la habitación otra vez. Su vista se detuvo en el pequeño montón de ropa sobre la cama...

No era un montón de ropa. Era Ana.

Se paralizó por la sorpresa cuando reconoció el contorno de su cuerpo bajo las mantas. ¿Por qué no la había visto antes?

La sorpresa y el alivio pasaron a un segundo plano rápidamente. La furia que todavía circulaba por sus venas empezó a subirle por la garganta.

AnaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora