Caramelo

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Capitulo 9

Me empecé a sentir mal antes de llegar al colegio.

Muy a mi pesar, había cedido ante la insistencia de mi mama, y me había comido media empanada de pollo y algunas papas fritas. No había sido una buena idea.

Ya en el colectivo me planté volverme a casa. Era tentador, simplemente tenía que quedarme en el colectivo en lugar de bajarme en la parada del colegio. Después de una hora de recorrido, el colectivo me traería de vuelta a casa.

Pero si faltaba hoy ¿No faltaría mañana? ¿Y pasado? Siempre sentí que mi vida se sostenía por una frágil rutina repetitiva que no podía alterar. Como si fuera un jenga, si sacaba alguna pieza, todo se me vendría abajo

Apoyé la cabeza sobre la ventana y mire las casas pasar... y los autos pasar, y la gente...

"Es la inercia... la inercia me sostiene".

Y fue la inercia la que me hizo bajar del colectivo en la parada de siempre, a pesar de que seguía pensando en la cama cómoda, y en la 7up.

"Debería haber traído una botella de gaseosa ¡Que tonta!"

Caminé con cuidado hacia la entrada del colegio, ya que me estaba costando caminar en linea recta, y una vez dentro me senté en la escalera.

Era temprano, faltaba aun media hora para entrar. Decidí ir temprano porque así era más tranquilo, ya que había muy poca gente, y por si alguien iba a decir algo sobre mi larga ausencia, que me lo dijera aquí y no en el salón.

Parecerá exagerado... pero la idea de que alguien dijera "¡Ey Ana, hace cuanto que no venias!" en frente de todo el salón, me mortificaba.

"Como si a alguien le importara un carajo mi ausencia"

En fin. Los miedos no suelen ser cosas muy lógicas.

Cuando empezaron a llegar más y más alumnos, me fui para el hueco al lado del escenario.

El establecimiento tenía un gran salón en la planta baja, con un escenario al fondo. A los costados, detrás de las cortinas, era donde me pasaba la mayor parte del tiempo.

Me quede ahí, sentada en la escalerita para subir al escenario, mirando alguna que otra cosa, reprimiendo las ganas de mirar un punto fijo y quedarme inmóvil.

A pesar de mis esfuerzos, me quede con la mirada perdida un par de veces. Cuando caía en la cuenta de esto, estiraba los brazos y hacia algún movimiento para demostrar que no era autista.

"Como si alguien me estuviera mirando..."

A pesar de saber que yo era prácticamente invisible, no podía dejar de temer a la opinión ajena. Era como un monstruo abstracto que siempre estaba ahí, presente.

–¡Ana!

Levanté la vista para ver a Jaqueline, que se acercaba resoplando por el salón. Sonreí y la salude con la mano. Sentí un gran alivio al verla.

–Hola.

–Hola.

Nos dimos un beso en la mejilla, y le hice un lugar en la escalera de madera.

–¿Qué te paso?

–Estuve enferma. Gripe...

–Ufff... ya me parecía que algo así era. Nunca faltas tanto.

–No... y hoy no quería venir, pero bueno...

–Estas más flaca.

Me miré el cuerpo y alcé los hombros.

AnaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora