2

41 8 7
                                    



A Phichit le gustan mucho los postres, comió tres tartas diferentes y dos capuchinos de caramelo solo para el desayuno, yo apenas y pude con muffin de crema y un americano con leche, sin mencionar lo rápido que es al comer.

- ¿Aun no acabas Yuuri? - pregunto luego de dar el último bocado a su tercera porción de tarta.

- Estoy disfrutando de mi desayuno - me defendí haciendo algo parecido a un puchero, Phichit se río.

- ¿En qué estás pensando? - Pregunto de la nada sorprendiéndome - Cuando piensas en algo demasiado comes más despacio -

Mis ojos se abrieron aún más, sentí mis mejillas arder y baje mi mirada ¿Era tan fácil de leer? ¿Cómo podía alguien que me conocía hace apenas una semana saber algo de mí que ni siquiera yo conocía? Me sentí avergonzado por varios minutos, pero frente a mí un paciente Phichit esperaba por mi respuesta.

- No sé de qué estás hablando... - murmure.

- Esta bien si no quieres decirme, pero no olvides que cuentas conmigo - sonrió tan dulcemente que me provoco corresponder su gesto con un poco más de timidez.

- Si -

No sabía cómo era que Phichit lo hacía, ser tan amable con alguien a quien apenas conocías y lograr que confiaran en ti de inmediato, era algo aterrador, es por eso que aunque Phichit fuera tan buen amigo habían cosas que prefería guardarme para mí mismo.

Como el hecho de que sabía que el no poder comer más de lo que había desayunado junto a Phichit era por los nervios que me provocaba esa carta anónima guardada en mi bolsillo.

Luego del desayuno fuimos a pasear un poco por la ciudad, ya que Phichit tenía aun dos horas libres antes de sus clases y yo tenía el día libre. Tokio era una ciudad enorme con un montón de personas diferentes, nos perdimos un par de veces antes de encontrar la boutique a la que Phichit había apuntado a visitar en la ciudad, siempre tomando fotos de todos y todo lo que nos encontráramos.

No iba a negar que estar con Phichit era divertido, pero tantas personas me hacían sentir enfermo, necesitaba un descanso y fue justo entonces que paramos a beber algo en un local de comida rápida.

- ¡Oh, diablos! - Gire mi vista curioso hacia el tailandés quien revisaba su celular - Olvide que debía ver a Guang en la biblioteca para preparar una exposición, lo siento Yuuri, pero debo correr de vuelta a la facultad -

- Espera, te acompaño -

- No, quédate a disfrutar un poco más de tu día libre, pasea por allí y me traes un recuerdo ¿Vale? Nos vemos -

Ni oportunidad tuve de levantarme del asiento cuando Phichit ya había huido por sí solo, suspire y me quede viendo a la nada un momento mientras terminaba mi bebida para luego levantarme, tirar el vaso de plástico al basurero y hacer lo que me había aconsejado antes el tailandés.

Ya que había descansado un poco no me dio tanto dolor el pensar en volver a pasear por allí antes de volver a enterrarme entre mares y mares de libros para poder terminar los deberes de la semana.

Caminaba viendo hacia diferentes lados, un gran contraste con el resto de las personas que mantenían su vista fija hacia el frente o a sus posibles objetivos amorosos, gracias a dios yo no encajaba en esto último, sinceramente no me interesaba mucho las relaciones o el amor, no es que no lo haya experimentado nunca es solo que... si en la vida en general soy un desastre ¿Qué puedo esperar de una relación amorosa?

- Por favor, visítenos - escuche que una masculina pero increíblemente hermosa voz pronunciaba una y otra vez, curioso voltee mi mirada hacia esa voz encontrándome con algo extraordinario.

Un chico, no, un hombre, de cabello plateado, ojos azul cielo, de contextura alta y delgada, extraordinariamente apuesto, repartiendo panfletos de lo que parecía ser una cafetería.

Quede tan atontado con su belleza que no note que había detenido mi andar justo frente a él luego de que me diera el panfleto, lo vi contener una risa convirtiéndola en una sonrisa amable y no pude volver en mi hasta que toco mi hombro.

- Disculpa ¿Te encuentras bien? - me ruborice tanto que por un momento me preocupo haberme resfriado.

- E-E-Estoy bien... - mi voz apenas y salió haciéndome avergonzar aún más de lo que ya estaba.

Di un par de pasos cual cangrejo hervido intentando alejarme lo más pronto de ese hombre para dejar de humillarme a mí mismo pero mi torpe andar se vio interrumpido por la mano de otro extraño.

- Cielo, no te vez para nada bien ¿Te hizo algo este infame hombre? - otro rubio alto de pestañas demasiado largas pregunto con un toque de preocupación y picardía.

- Por favor, no me acuses falsamente cuando solo he venido a ayudarte - se defendió el otro.

Ambos hablaban y yo miraba a uno y a otro intercaladamente mareándome aún más, cuando el hombre que me había atontado en primer lugar puso una mano en mi cintura intentado guiarme hacia quien sabe dónde, me aparte asustado corriendo lo más rápido que mis piernas y los transeúntes me permitieron para huir de allí.

No estuve realmente seguro de cuanto tarde en llegar al dormitorio, solo supe que cuando llegue me desplome deslizándome por la puerta cerrada de mi habitación ¿Cómo es que había pasado eso? ¿Cómo es que el agarre de ese hombre en mi cintura me había causado semejante descarga eléctrica como para hacerme salir corriendo?

Aterrador, todo en la ciudad era tan aterrador.

Respire profundamente tratando de calmarme, luego de unos minutos pareció funcionar por lo que me levante y fui hacia el escritorio sentándome en la silla para poder escribir con comodidad. Hacer los deberes me calmaría aún más, los ejercicios matemáticos, acontecimientos narrados hace millones de años, incluso las paradojas y juegos mentales eran menos estresantes que el tener que lidiar con las emociones que tuve que lidiar el día de hoy.

Recuerdo que de pequeño todo era más fácil, las cosas no daban tanto miedo, podía sonreír con mayor afabilidad, no rebosaba de confianza pero al menos era mucho más alegre ¿Qué es lo que cambio?

Detuve el bolígrafo por un momento pensando en la respuesta de esa pregunta hasta que esta escapo de mis labios como acido amargo derritiendo mi corazón.

- Vicchan ya no está... -

Mis ojos se aguaron dejando escapar un par de lágrimas antes de poder limpiarlas de mi rostro, sorbí un poco mi nariz separándome un poco del escritorio para respirar mejor, volví a suspirar por milésima vez en el día sintiéndome derrotado.

Fue entonces que recordé la carta que había recibido esa mañana, un poco arrugada la saque de mi bolsillo mirando con curiosidad las letras en cursiva con las cuales alguien había escrito mi nombre, me resultaron tan familiares que no espere mucho más para abrirla.

El contenido del sobre era solo una hoja pero en lo que ella venia escrita era tan cortante como asombroso.

"A pasado ya un tiempo, Yuuri.

Espero no te hayas olvidado de mí, yo jamás podría olvidarte.

Después de todo, eres mi alma gemela ¿O no, Yuuri?

Atte. Tú Vicchan"

♚ Tokyo BOY  ♚ [ - Katsuki Yuuri - ]Where stories live. Discover now