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Luces de neón que dejan ciego a quien sea que las vea, cuerpos curvilíneos y sudorosos bailando en una apenumbrada pista de baile, música estridente que si bien no te deja sordo si te desorienta lo suficiente (junto a un par de tragos) para que termines en la cama de un desconocido.

Era increíble lo acogedor que me parece este lugar de mala muerte, casi puedo sentirlo como mi segundo hogar.

Entro al baño asegurándome de arreglar mi apariencia lo suficiente como para que nadie me reconozca luego de salir de allí, la ropa que traía, pulcramente sencilla termina dentro de la mochila desgastada que había tomado desde el dormitorio, cambiándolas por unas oscuras justo para salir de noche.

Una mirada más en el espejo y me sonrió, como a veces me gusta imaginar que me sonreiría él, pero rápidamente me insulto por lo ingenuo que soy, muy en el fondo.

Al salir del baño noto varias miradas sobre mí, los descarados ocasionales nunca faltan en los bares o los pubs ¿Qué se le va a hacer, si las personas por aquí están podridas?

– Ya estás aquí – amplió una sonrisa sarcástica que dice "no idiota, sigo allá".

– Esta vez tardaste, Eros – un barista castaño con el cual forme una curiosa amistad me tiende una bebida sin alcohol, sabe que las odio.

– ¿Cuántas veces debo decirlo? A mí me han nombrado "Vicchan" – digo con burla, pero no por el nombre que pronuncio.

– Ese nombre es demasiado cursi para ti – el rubio al que le dije idiota con una sonrisa paso su brazo por sobre mis hombros mientras bebía.

– Si, Eros te queda mucho mejor – ahora un lindo moreno que había apenas llegado se sentó a un lado mío mirándome como si fuera una hamburguesa con doble queso a la que estaba a punto de darle una gran mordida, que ingenuo.

– Me encantaría jugar con ustedes, pero hoy tengo algo más importante que hacer –

Término mi bebida de un trago y aparto a los dos ansiosos que me han recibido, el chico lindo hace un puchero que provoca al rubio a que lo bese, sé que terminaran juntos esta noche intentando compartir su frustración hormonal de adolescentes en una unión que no dejara mas que arrepentimiento y severos dolores de cabeza (y cadera) por la mañana.

– ¿Vas a usar el vestidor? – pregunta el barman al verme pasar por sobre la barra a una puerta que dice "solo personal autorizado".

– No, tu oficina, necesito responder una carta –

– ¿Una carta? ¿De quién? –

– De mi dueño – le guiñe un ojo, para luego pasar dentro de la habitación del personal sin importarme su reacción.

Celestino había sido alguien amable y permisivo desde que lo conocí apenas hace una semana, no iba a detenerme por etiquetas de comportamiento, y menos cuando al fin tenía una respuesta de Yuuri.

Entre a la oficina sentándome en la silla principal, busque algunas hojas limpias un bolígrafo y un sobre previamente antes de leer la carta azul que yacía en el la mochila desgastada que llevaba conmigo, me sentí emocionado al sostenerla entre mis dedos, con cuidado abrí el sobre desdoblando el papel dentro, no es que fuera en realidad una bomba a punto de detonar, pero mis temblorosos dedos pararon una vez empecé a leer las primeras dos palabras.

"Querido Vicchan."

Amplié una sonrisa, seguramente una muy boba, al tiempo que seguía leyendo la carta de Yuuri, sabiendo que a pesar de que la primera palabra estaba rayada en un pobre intento de ocultarse podía leerla con claridad.

Seguí leyendo y deleitándome con las palabras de mi alma gemela, amaba el cómo confiaba ciegamente en mí, aun cuando había pasado tanto tiempo que dejamos de comunicarnos a través de cartas por la disputa que tuvimos.

"Siempre has sido así, Vicchan.

Tan misterioso."

¿Es así? Supongo que lo es, pero todo era culpa de Yuuri, por él es por lo que soy de esta manera, por él es porque estoy en esta deplorable ciudad sin nada más que esta pequeña luz llamada carta.

"Atte. Tú Yuuri"

Estoy seguro que mi carcajada pudo escucharse por todo el bar de mala muerte en el que estaba escondido, pero no me importaba, Yuuri era tan lindo, rayando el "Tú" para ocultarlo y aun así dejándome verlo tan claramente.

Relamí mis labios con cautela, no podía dejar que mi mala personalidad saliera a flote, no cuando me sentía tan excitado por responder a la estimulante carta de Yuuri. Hice mi cabeza hacia atrás, re-peinando mi cabello con una mano al tiempo que suspiraba para calmarme y pensar en una respuesta que no me evidenciara tanto.

Tanto, porque aun quería dejarle en claro mis sentimientos a Yuuri.

Deje la carta de Yuuri a un lado de las hojas en blanco, tome el bolígrafo y me dí un momento antes de empezar a escribir.

Sinceramente se sentía bien poder comunicarme con él de nuevo, que no me olvidara, que fuera consiente de mi existencia, aunque fuera solo a través de cartas, aunque fuera por el nombre de Vicchan.

Satisfecho con la respuesta doble la carta guardándola en el sobre, poniéndola dentro de la mochila sin importarme mucho que se arrugara un poco, luego salí de la oficina de Celestino de vuelta al bar.

– ¿Terminaste? – fue su corta pregunta pero no dejaba de sonar preocupado.

– Si, gracias – le di unas palmaditas en el hombro para tranquilizarlo, y funciono, ese barman era realmente simplón, pero eso era parte de su encanto como persona.

Volví a pasar por sobre la barra del bar, según el reloj de pared que estaba en la oficina pasaba ya de media noche, debía de apurarme a llevar al buzón de la universidad para que llegara por la mañana a su destino.

– ¿Ya te vas, Eros? – un grupo de chicos y chicas se interpuso en mi retirada al baño.

– ¿De nuevo con ese ridículo nombre? – ladie una sonrisa coqueta.

– Ridículo eso de "Vicchan" ¿Quién te puso ese sobrenombre? – una rubia se quejó acercándoseme demasiado.

– Si, Eros te queda mejor – dijo un moreno alto abrazándome por los hombros – sobre todo por como bailas –

Ese último susurro me hizo bufar, un simple baile al llegar por primera vez a este bar de tercera y ya tenía un molesto enjambre detrás de mí, no es que realmente supiera bailar tan bien, me limite a mover el cuerpo al ritmo de la música como el resto de los zombis a mi alrededor, es solo que este cuerpo es demasiado provocador.

– Eros no es un mal nombre, ustedes pueden llamarme así – respondí al tiempo en que quitaba el molesto agarre de ambos sobre mí, abriéndome paso entre la multitud a mi alrededor – Ya que Vicchan es el nombre por el que mi dueño me llama, no es algo que ustedes puedan decir con tanta libertad –

Unos pocos segundos después salí del bar, sintiendo el aire gélido del otoño golpear en los pulmones con cada respiro que daba, rápidamente saque una sudadera gris de la mochila para ponérmela sobre la ropa negra, volví a cambiar completamente mi apariencia dentro de un baño público de un parque para ir directo a la universidad de Yuuri.

Suspire al llegar, el cielo seguía en completa oscuridad pero los faroles de la escuela alumbraban lo suficiente las aceras, pude ver como las luces de algunos edificios seguían prendidas, por lo que tal vez no era tan tarde para Yuuri.

Quede un momento quieto, parado frente al buzón de los dormitorios, esta era la segunda carta que le enviaba a Yuuri después de un año. Saque la carta el objeto de la mochila alisándola un poco antes de verterla en el buzón y emprender mi esplendida huida.

Pero de algo estaba seguro, esa no sería laúltima que le enviaría a Yuuri.     

♚ Tokyo BOY  ♚ [ - Katsuki Yuuri - ]Where stories live. Discover now