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Abrí mis ojos despacio después de estar un rato revolcándome entre las sabanas de mi cama, me incorpore en esta y tome entre ambas manos el pequeño despertador que me había regalado mi madre antes de venir a la Tokio, apagando el insistente pitido de este.

El pequeño aparato cabía perfectamente en la palma de mi mano y aun así estaba seguro que tenía la potencia suficiente como para despertar incluso a mi vecino de al lado sino fuera porque este ya no se encontraba en su habitación, después de todo Seung Gil era muy madrugador.

Lo coloque de nuevo en la cabecera de mi cama levantándome para ir al baño. Salí de la habitación con sigilo, fijándome bien en ambos lados a pesar de que mi habitación era la última del pasillo, era como un tic nervioso, algo tonto pero incontrolable.

No había nadie que a la vista, por lo que aun algo arisco salí de la habitación con una toalla en mano y una pequeña mochila en el hombro con un cambio de ropa, cepillo de dientes y otras cosas para el aseo personal.

Los baños de los dormitorios eran compartidos, por lo que normalmente hay personas de un lado al otro gritando, jugando y lanzando cosas de extraña o asquerosa procedencia. Afortunadamente cada piso tenía un baño compartido, y por ahora solo había cinco personas en mi piso para compartir el baño, así que podía escabullirme como ahora, un poco después de la hora de salida de todos, para acaparar todo el baño para mí solo.

Me quite la ropa rápidamente abriendo la llave del agua caliente de una de las duchas, dejando de la cascada me relajara. Suspire, era agradable tener una mañana tranquila al fin.

- ¡Oh, Yuuri! ¿Te quedaste dormido? - la voz estridente de un sonriente tailandés me asusto haciendo que mi cuerpo respingara y se encogiera del susto.

- Phichit... - murmure - pensé que ya habías ido a clases -

- No, tengo las primeras tres horas libres gracias a que el profesor Yakov se lastimo la espalda, otra vez - hizo la señal de "amor y paz" con sus dedos provocándome una pequeña sonrisa.

Phichit fue la primera persona que me hablo en la universidad, tenemos dos clases juntos y pasamos los recesos acompañados uno del otro. Si alguien me preguntara si somos amigos o no, diría que lo somos, aun cuando solo llevamos una semana de conocernos.

- ¿Quieres acompañarme a la estación a desayunar? Es tan tarde que seguramente no alcanzaremos el desayuno de la cafetería - propuso a la par que tallaba su cuerpo con una esponja.

- No lo sé - dude, no por Phichit sino por el ensayo que tenía que entregar esa misma tarde.

- Vamos, solo será un desayuno - odiaba su tono meloso porque cuando lo usaba no podía rechazarle - Yo invito -

- Está bien -

El ensayo puede esperar, cuando alguien te invita comida simplemente no puedes rechazarla.

Terminamos de asearnos rápidamente para ir a tomar el desayuno, dejamos un par de cosas en mi habitación para luego volver por ellas y salimos con las carteras en los bolcillos de los pantalones.

Nuestro piso era el tercero del edificio de dormitorios, por ello había menos personas, al bajar a los primeros pisos podía notarse el contraste con el tercero al ver la enorme cantidad de personas que se encontraban.

Solo en el segundo piso había un montón de jugadores de futbol, deportistas en general, gritando, lanzando cosas, de allí había nacido mi tic nervioso de las mañanas, solo con esa escena.

- ¡Oye! ¡Si son los ratoncillos de biblioteca! - un chico moreno que no reconocí llamo a otro quien nos daba la espalda.

- ¿Ahora son rebeldes y se saltan las clases? - de nuevo un respingo, pero ahora por la invasión del espacio personal que uno de los atletas, que tampoco reconocía, causo al abrazarme por detrás de los hombros.

Mire suplicante a Phichit, pero este solo se hecho a reír por mi cara en apuros. Malvado.

- Déjanos en paz, Jean, tenemos clases libres -

- ¿Ahora lo llaman así? Que listos - apreté los labios desesperado, el tal Jean solo me apretaba más conforme hablaba con Phichit.

De algún modo, que ignore por estar pensando en un lugar feliz mientras aquel chico me tenía atrapado, logramos escapar del segundo piso hacia el primero, este no era tan aterrador como el segundo, pero había muchas más personas. En este piso se notaba mucho la diversidad étnica de la universidad, había personas de todos los tamaños y colores, con estilos muy diferentes y todos amistosos entre sí.

Al menos aquí nadie estaba lanzando nada ni acosando físicamente a nadie.

- ¡Yuuri-kun! - el grito de un chico rubio corriendo hacia mí me hizo suponer que hable muy pronto.

- Minami... - murmure sin aliento luego de que el chico se me lanzara a darme asfixiante abrazo.

- ¡Qué bueno que me encontré contigo, Yuuri-kun, a pesar de ser ya tan tarde! -

Minami era un chico de un curso menor que yo, pero al parecer quedo muy apegado a mi cuando, sin siquiera notarlo, lo ayude con un gran problema que tenía el primer día de clases. Ya me había explicado el cómo lo ayude pero francamente no recuerdo haber hecho nada de lo que él dijo que hice, pero no importaba cuanto tratara de explicarle que había cometido un error seguía insistiendo en que su salvador había sido yo.

Al menos sé que no es un mal chico, no como...

- Hey, vinimos por algo que olvidaste ¿Recuerdas? No a que coquetearas con este cerdo - otro rubio se acercó a nosotros pero con una cara aterradora que me hizo crispar de los nervios.

- Oh, Yurio, buenos días - saludo Phichit al recién llegado pero este mantenía su mirada filosa fija en mi gelatinoso ser, que de no ser por el agarre que Minami aún tenía en mí ya hubiera o salido corriendo del susto o desmoronándome en el piso.

Yurio era aterrador.

- No seas grosero con Yuuri-kun - me defendió Minami pero el otro solo chasqueo la lengua - Lo siento mucho, Yuuri-kun, pero es cierto, tenemos que regresar a clases ¡Pero fue verdaderamente genial el poder saludarte por la mañana! -

Con un poco de esfuerzo se separó de mí y pasó de largo despidiéndose para buscar lo que sea que haya olvidado en su habitación. Seguido de él Yurio también se encamino rumbo a donde su amigo se había perdido, sin dejar de verme como si estuviera a punto de aplastar una cucaracha.

- Tan popular como siempre, Yuuri - canturreo divertido el tailandés a mi lado.

- No digas esas cosas, Phichit - suspire.

Seguía sin entender que había hecho yo para merecer tal desprecio por su parte, pero no lo pensaría mucho, después de todo las personas buscan cualquier pretexto para odiar a los demás, solo espero que en el futuro su odio no mute a una psicosis y se obsesione con asesinarme o algo parecido.

Finalmente pasamos del primer piso a la recepción de los dormitorios, Phichit fue a hablar con el recepcionista, a veces me sorprendía la capacidad del tailandés para hacer amigos, pero al recordar lo amable que fue conmigo a conocernos pienso que es algo innato en él.

Mientras ellos conversaban fui a revisar mi correo solo por maña, pues apenas había pasado una semana desde que llegue a la universidad, seguramente mis padres estaban ocupados con el trabajo en el Onsen, y mi hermana lidiando con las dificultades de ser madre, seguramente no tendrían tiempo para responder aun a las cartas que les había enviado el primer día.

Abrí el casillero donde colocaban las cartas que recibíamos aun sabiendo que no habría nada, pero abrí mis ojos sorprendido al encontrar un sobre sin remitente ni estampilla dentro, solo con las palabras "Para: Katsuki Yuuri" escrito en cursiva en una de las esquinas inferiores del sobre.

Quise abrirla de inmediato pero el llamado de Phichit a apresurarme me distrajo, por lo que cerré el casillero y guarde el sobre en el bolsillo de mi pantalón, cuidando que no se doblara o arrugara mucho.

♚ Tokyo BOY  ♚ [ - Katsuki Yuuri - ]Where stories live. Discover now