A veces lo mejor es olvidar.

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Dedicado a un ser muy querido, gracias por esos 16 años de cariño incondicional.

Call lucho por soltarse de las fuertes manos que lo sujetaban pero era inútil, eran demasiado fuertes. Trato de invocar el caos y llamas negras chisporrotearon en sus manos, pero en cuanto lo hicieron, alguien le dio un golpe fuerte en la cabeza haciéndolo perder la concentración y cayendo sobre la hierba que recorría el centro de la aldea abandonada de la Orden del Desorden.

—¿Asustado, Makaris? —Alex movió los dedos de metal del Alkahest y luego rio regocijado de la expresión de Call. La risa de Alex era como una mezcla entre la locura, el sadismo y la megalomanía.

—¡Aléjate de Call! —Gritó Aaron tratando de soltarse, justo antes de que lo tiraran al suelo al lado suyo. Un fuego negro comenzó a crecerle en las manos.

Alex se volvió hacia el con el Alkahest.

—¿Es que acaso no lo entiendes?. —Dijo con desdén. —Si haces algo contra mi te mataré, y luego lo mataré a el, y lo haré lenta y dolorosamente.

—¡Quietos! —Llamó una voz resonando por todo el claro . Era Tamara junto a Estrago. El lobo levantaba la cola iradamente y gruñía. Tamara tenía la mano extendida mientras un fuego rojo ardía en la palma de su mano. —No puedes hacerme nada con ese juguete, Alex. Yo no soy una Makaris.

—¡Tamara! —Gritó Call aliviado dispuesto a correr hacia ella, pero Alex lo cayo poniendo su pie sobre su cabeza y aplastándolo contra el pasto seco.

—Oh, qué bien. —Dijo Alex con malicia. —Publicó. Llegas a tiempo para el show de esta noche.

—¡Bastardo! —Ladró Tamara. Aunque trataba de parecer furiosa, no pudo evitar sentir una punzada de terror cuando Alex golpeó a Call contra el suelo. Pasara lo que pasara no perdería a otro ser querido... No a Call.

Alex sonrió al notar ese temor en su voz. Señaló a Call con el Alkahest.

—Quizá debería dejar que el Alkahest escoja por mi. Quizás lo use con los dos y vea que ocurre. Tal vez me quedé con la magia de ambos. ¿Que le parece la idea señorita Rajavi?

Call consiguió tomar la mano de Aaron. Este pareció sorprendido, pero luego cerró la mano sobre la suya.

—Al menos moriremos Juntos. —Dijo. Y luego, increíblemente sonrió a Call.

Todo pareció ir en cámara lenta: Tamara lanzando un rayo de fuego, Alex esquivándolo y redirigiéndola con la magia del aire y quemando de la camina al hombre enmascarado que le sujetaba. Todo pareció suceder tan rápido y al mismo tiempo.

—¡Estrago, ve! —Gritó Tamara mientras descendía lanzando dos rayos más de fuego.

Alex alzó la mano, con el vibrando de energía. Aaron se dispuso a atacarlo, pero la luz negra que salió de su palma se desvió y golpea a otro de los enmascarados, sin alcanzar a Alex. Los afilados dedos del Alkahest se abrieron y una ráfaga de luz cobriza voló de él.

El tiempo volvió a congelarse. Esa luz era todo lo que el caos no era: brillante y fría como el filo de una cuchilla. Y entonces supo con certeza que moriría y eso le molestaba, le enojaba morir por algo con lo que había nacido, algo que odiaba, odiaba el ser El. Pero más que nada se odiaba a sí mismo por arrastrar a sus amigos a todo esto.

Lo que sucedió después no era importante; todo lo que importaba era que Tamara salvará a Aaron y vivieran felices, que se alejarían de todo esto, y qué tal vez, un día, encontrarían la felicidad juntos. Tomando una respiración larga y final, exhaló lentamente , incapaz de resistir un suave e íntimo murmullo. "Debes vivir, amor mío" Entonces abrió sus ojos al sentir que algo lo arrastraba por detrás cayendo al suelo ahogaba un grito al saber lo que sucedía. Era Támara, quien imprudentemente se había lanzado a salvarlo a el en lugar de a Aaron.

Magisterium CallmaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora