Chapter 2

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Despertó a las 7:00, entró en la ducha y esperó ahí hasta no escuchar los pasos o la voz de su esposo, pues no tenía ganas de verlo y si él no estaba de humor para arreglar las cosas, ella menos.

Por fin salió de la tina, pero no por que quisiera, pues estaba pasando un excelente momento, solo ella, velas aromáticas y burbujas en la bañera, salió debido a que el timbre sonó, ella no recordaba aquella cita con su contratista.
Bajó envuelta en su bata de baño, que era un poco delgada, junto a una toalla envuelta en su cabeza y abrió la puerta.

Un joven, cabello negro, ojos de un café intenso, piel morena acompañada de unos cuantos tatuajes en el brazo y una sonrisa que causó una chispa en su interior.

Antes de hablar, aclaró su garganta.- Buenos días ¿en qué lo puedo ayudar?
– Señora Hodges, ¿cierto? - preguntó y se quitó las gafas que traía.- buenos días, José Salazar, su contratista.– extendió su mano en forma de saludo y ella la aceptó, pero de un momento a otro se sintió tan avergonzada por haber olvidado aquella visita.- Si no es un buen momento puedo venir más tarde.– mencionó con una sonrisa que mataría a cualquiera.
Pues era un ser humano y tenía dos ojos y pudo notar que la mujer, llevaba solo una bata de baño, que hacía que se notara que tenía frío, si saben a lo que me refiero (sí, sus pezones se notaban a través de la bata).
– ¡Ay no! Eso, eso sería muy descortés de mi parte.- ahora ella sabía que sus pezones se notaban, ya que, cruzó los brazos para cubrirlos.- Si me permites unos minutos, subo y me cambio de inmediato.
– Sí, claro, la espero.– dijo e iba intentar volver a su camioneta pero ella fue más rápida.
– Pero anda pasa, no quiero hacerte esperar afuera.- entraron a la casa.- antes de ir a cambiarme, te ofrezco agua, jugo, algo.– le sonrió y él no pudo negar que aunque si se veía como unos 9 años mayor que él, era muy atractiva y tenía buen cuerpo.-
– No señora Hodges, se lo agradezco, la espero aquí.-
– Siéntate, con toda confianza y no me llames Señora Hodges, no debería decirle esto pero, no creo que ese sea mi apellido por mucho más tiempo, llámame Gabrielle.- le sugirió con una sonrisa.
– Está bien, Gabrielle.- le devolvió el gesto.
Ella subió las escaleras y pensó que su contratista era muy lindo y el porque no lo había conocido antes, pero de inmediato borró esos pensamientos, pues de lejos se veía que ella le ganaba como por 20 años y aparte estaba casada, bueno, medió casada.
Pues si, había considerado, toda la noche, en divorciarse de una buena vez.

Tomó ropa interior, una camisa de tirantes, junto a un suéter y unos jeans ajustados, debido a que hacía un poco de frío, unos converses, cepilló su cabello, lo alzó en una coleta, colocó un poco de labial, enchinó y pintó sus pestañas y por fin bajó.
– Perdona José, por hacerte esperar.– ahora él podía apreciar aún más la figura de la mujer, tenía buenas piernas, un hermoso rostro y una buena delantera.

Y de igual manera, se preguntó el por qué no la había conocido hace seis meses.
– No se preocupe Gabrielle, ¿cuáles son los aspersores?
– Si mira, vamos al jardín delantero.- salieron de la casa y ahí ella le explicó el trabajo y una vez entendido todo, lo dejó para volver a entrar a su inmensa, vacía y solitaria casa.
Estaba todo limpio, ordenado y sin ni una pizca de polvo, así que decidió ir a cocinar algo, tal vez a su guapo, digo, a su joven contratista, le daría un poco de hambre tanto trabajo, así que comenzó a hacer galletas con chispas de chocolate.
Tras una hora y media de cocinar, por fin las galletas estaban listas, solo quedaba que se enfriaran, minutos después escuchó como la puerta se abrió.
– Señora Gabrielle.- dijo desde la entrada.
– En la cocina.- gritó mientras ponía las galletas en un plato.- ¿todo bien?
– Si todo está perfecto, ya terminé con eso, no sé si se le ofrece algo más.
– Bueno, preparé estas galletas, pensé que al terminar el trabajo tendrías hambre, ten, toma algunas.- le acercó el plato y él sin dudarlo tomó una ara luego darle un mordisco.
– Vaya, estas galletas están deliciosas, ¿usted hizo la mezcla y todo? – preguntó mientras tomaba otra.-
– Es mi receta personal.- dijo orgullosa, le encantaba que la gente alagara su postreria.–
– Pues le quedaron fantásticas, en serio, ni a mi madre le quedan tan ricas las galletas como a usted.

Wow, la acaba de comparar con su madre, se sintió un tanto ofendida y vieja.
– Gracias.- dijo un tanto decepcionada, no todos los días tenía un chico tan lindo en su casa y cuando lo había, hacía comparaciones con su madre.- Si quieres te puedes llevar algunas.
– Me encantaría.- le dijo y ella notó algo raro en su acento.
– Tu no eres de aquí ¿verdad? – preguntó mientras empacaba varias galletas en una bolsa de papel, él soltó una carcajada y ella pensó que había sido adorable.-
– ¿Lo dice por mi acento? No pensé que se notara tanto, creo que es por que tengo muy poco aquí.
No te preocupes José, cuando yo llegué a este país, en la escuela se burlaban de mi por mi acento, pero ahora casi no se nota.– le platicó en español y él se quedó perplejo, pues no parecía para nada una latina.
– No sabía que usted era latina.- dijo sorprendido.
– Soy de Caracas, pero vivo aquí en Florida desde hace mucho.
– Vaya, no parece para nada latina.
– Me lo dicen mucho y con mi apellido de casada, menos.-
– ¿Cuál es su apellido de soltera?– preguntó intrigado.
– Caballero, me llamo Gabrielle Caballero Farid.
– Y yo me llamo José Pérez Salazar.– miró su reloj y vio que era tarde para ir con otro cliente.- Dios, es tarde, tengo que ir con otro cliente.- se levantó y limpio las migajas de su ropa.-
– Perdón, lo entretuve tanto, fue mi culpa, deje voy por mi chequera y le pago, ¿cuánto sería?
– Bueno, son los aspersores nuevos, más la mano de obra, menos las deliciosas galletas, yo diría que son 200 dólares.
– Mi esposo dijo que serían alrededor de 350, si es por lo de las galletas no se preocupe, no las vendo o era para conseguir un descuento.
– No, Gabrielle, en serio, me agrado su compañía y las galletas fueron sensacionales, 200 dólares está bien.
– Le haré un cheque por 250 y no acepto un no por respuesta.
– Gabrielle.....- ella terminó de firmar el cheque y se lo entregó.-
– Anda, tómalo, junto con las galletas.- le extendió la bolsa y él tomó las dos cosas.

Caminaron juntos hasta la entrada y ella abrió la puerta.
– Te agradezco mucho el trabajo, como si nada hubiera pasado.
– Le agradezco su generosidad Gabrielle, recuerde que si necesita algo más, no dude en llamarme, trabajo de lunes a sábado.-
– Si, lo haré. Nos vemos.- le dio un apretón de manos y por fin cerró la puerta.

Eso había sido un momento, dulce, incómodo y raro.

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Hi sisters.
Espero y les guste esta historia, tengo una idea muy crazy sobre esta, pero tengan por seguro que será un tanto cómica, sexy y pasional.
Quiero que lo disfruten 💖

Vean "Un Sitio En Tus Besos" escrita por mí y LichaLaChida .
Lxs tkm amixes 💖💖💖

Mayor que yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora