Chapter 5

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Dos semanas habían pasado, desde que Gabrielle le había dicho a su marido que quería el divorcio y por fin hoy se terminaría todo entre ellos dos.

Se encontraban en una oficina del bufete de abogados al cual pertenecía Richard Jones, representante legal de Gabrielle.
– Bueno, entonces esto es fácil, se casaron por bienes separados así que todo lo que esté a nombre del señor Hodges se lo queda él y viceversa, el auto que conduce usted señora...- decía Finn Mckensie el abogado de Michael.
– Alto Finn, el auto se lo puede quedar, fue un regalo.- ella lo miró y agradeció con la mirada.
– Está bien.– mencionó Mckensie haciendo el cambio en el documento.– ¿Algún otro cambio?
– Yo tengo algo que darle.- se precipitó Gaby y de su bolso sacó una pequeña caja, la abrió y ahí se encontraba el anillo de compromiso que él le entregó, el cual antes de pertenecer a ella, había sido de su madre.- esto es una reliquia de tu familia y se que me lo diste, pero también recuerdo lo mucho que significa para ti.- cerró la caja, le tomó de la mano y se lo entregó.
– Gracias.- cubrió la mano de la mujer con su otra palma.- eres magnífica y perdón por no ser lo que esperabas.
– No te disculpes.- sonrieron.
– Bueno, todo está listo solo es cuestión de que firmen aquí.- señaló Jones, diferentes líneas en las hojas.-

Después de unos minutos firmando las hojas y verificando que todo fuera correcto, se terminó, ellos eran libres.
Caminaron juntos a la salida y se miraron de frente.
– Sabes que siempre contarás conmigo, Gaby.- le hizo saber su ahora ex esposo.
– Y tú conmigo Michael, siempre fuiste una excelente compañía y un excelente amigo.- extendió sus brazos y se abrazaron.-
– Enviaré a alguien por mis cosas, solo algo más, se que lo qué hay en la cocina de la empresa es tuyo, pero sabes que amo ese vino, véndeme una caja.- Los dos rieron.
– Cuando vayan por tus cosas la entregó, será tu regalo de despedida, me diste el auto.
– Eres la mejor.- se volvieron a abrazar.- Hasta luego Gaby.- se separaron y cada uno se fue por su lado.

Subió a su auto y se sentía diferente, llegó hasta su casa, y una canción hizo que sus lágrimas comenzaran a rodar, Dust in the wind de Kansas, recordó todos aquellos momentos con su exmarido, su pasado, como se conocieron y por qué habían terminado como lo hicieron, pero se espantó cuando escuchó que le tocaron el vidrio, bajó el volumen e intentó recuperar la compostura.

– Gabrielle.- dijo su contratista pero al verla su semblante cambió.- ¿se encuentra bien? - ella asintió.- okay, bueno ya me llegó la pintura y el papel tapiz para las habitaciones de huéspedes y la de usted, la estaba esperando para comenzar con el trabajo.
– Okay.- se limpió bien los ojos y sorbió por la nariz.- permíteme un momento, déjame cierro el coche.-
– ¿Segura que se encuentra bien?
– Sí, sí José, son cosas tontas, no te apures.
– Bueno le creeré esta vez.- y los dos rieron.

Ella había estado un poco cerca de este contratista, era joven, gracioso, guapo y tenía una chispa candente, la hacía sentirse diferente; sin embargo, su amiga Megan se encontraba tras la carne fresca, pero ella había notado algo, cada vez que esta se acercaba él la rechazaba de una u otra manera.
– Me encantó el color lavanda que escogiste para la habitación, José.- dijo mientras caminaban juntos por el porche de la casa hasta la puerta.
– Bueno, creo que combinaría muy bien con los muebles que tiene ahí y con sus ojos también.-
– Ya te dije que puedes hablarme de tu, no hay problema.- le acarició el brazo con confianza.- Me haces sentir mucho más grande de lo que soy.-
– Pero no te ves vieja Gabrielle.- le abrió la puerta y la dejo entrar primero como todo un caballero.-
– ¿En serio? Gracias.- le agradeció el gesto de la puerta.- ¿De cuantos años me veo?

Aquí estaba el problema, si él decía una edad más grande podría ofenderla.

– Bueno Gabrielle.-
– Gaby.- le incitó ella.-
– Bueno Gaby, te ves de 35 años, no creo que seas más grande.- y ella soltó una carcajada, este chico la va a matar.- ¿Qué? ¿Dije algo malo? - rió junto a ella mientras caminaban a la cocina.-
– No, simplemente se me hace demasiado gracioso que creas que tengo esa edad. ¿Quieres algo de comer? Yo muero de hambre.- dijo mientras sacaba ingredientes para hacer unos sándwiches.
– Si un poco, ¿qué edad tienes entonces? - se sentó en una de las sillas altas que se encontraban en la isla de la cocina.
– Eso no se le pregunta a una dama.- levantó una ceja y lo apuntó con la cuchara que usó para untar la mayonesa.- pero solo por que me caes bien te diré, yo tengo 45 años.- y él instantáneamente abrió los ojos, casi se le salían de las cuencas.- Si soy muy vieja, lo sé.
– Te ves espectacular, súper joven y eres muy bella, para nada pareces de 45.- ella se sonrojó un poco.
– Me vas a matar de tantas cosas que dices, ¿tu cuantos años tienes? .- terminó de preparar los emparedados y luego sirvió agua de jamaica en dos vasos y comenzaron a comer.
– Tengo 30 años, pero mucha gente dice que me veo más viejo.
– Para nada.- le mordió a su comida, terminó de masticar y volvió a hablar.- y tu look de chico malo te hace ver más joven.- ahora él soltó la carcajada.
– Chico malo, y tú no sales con ese tipo de chicos ¿verdad? - habían escuchado bien sus oído, ¿se le estaba insinuando?
– Bueno, cuando estaba en la secundaria salía con un chico malo, pero eso fue hace tiempo.
– Tienes cara de que te gusta meterte en problemas, peor no lo haces por qué tienes miedo al castigo.- La miró fijamente a los ojos.
– Pues, ¿quién no le teme a ser castigado?

Después de comer y seguir conociéndose un poco más, subieron a las habitaciones para comenzar con el trabajo.

Él movió los muebles y los cubrió con un plástico para que no se mancharan de pintura y ella simplemente volvió a bajar a su cocina para limpiar lo que se había ensuciado, pero pronto su amiga Eva se presentó en su casa.

– Hola Eva.- La saludó.
– ¿Cómo te fue? - preguntó inmediatamente después de haberse sentado en el sofá con la copa de vino que le ofreció Gabrielle.-
– Pues todo bien, creo que terminamos bien, no hubo peleas, ni gritos, hasta me dejó conservar el coche y yo le devolví la sortija de su madre.
– ¿Y no haz pensando en estar con alguien más?

Y en ese momento José bajó del cuarto de arriba, con solo una deportiva y manchado de pintura, entonces ella sonrió y mordió su labio.
– Gaby, quiero que veas como se ve la pintura en la pared.-
– Si, José.-

Fue en ese momento, cuando su amiga lo dedujo, Gaby estaba tras uno menor que ella.

Mayor que yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora